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Extemporáneos y contemporáneos políticos

Fuentes: Rebelión

Recientemente el gobierno mexicano a través de la Secretaria de Relaciones Exteriores, de manera condescendiente, respondió a la solicitud de trámite de pasaportes a algunos de los indígenas ch’oles, tsotziles, tseltales y tojol’abales que integran la Gira por la Vida (la iniciativa neozapatista que pretende andar los cinco continentes para entrelazar y visibilizar, luchas o movimientos antipatriarcales y anticapitalistas); autorizando el trámite burocrático, pero sin dejar de estigmatizarlos como  “extemporáneos”  (http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2021/07/16/la-extemporanea-y-una-iniciativa-nacional/).

Como desde hace más de cinco siglos cuando el error de Cristóbal Colón asignó un nombre ajeno a los pobladores del “nuevo mundo”, el poder sigue imponiendo a la alteridad y a las minorías sociológicas, etiquetas peyorativas pretendiendo negar su autoadscripción y por lo tanto su identidad. Sin embargo, en ocasiones los así etiquetados despectivamente han transformado tales designaciones en símbolos de lucha y resistencia. Si algo hemos aprendido de los zapatistas es su capacidad de resignificar y revalorar ciertos conceptos, en tiempos tan adversos como los actuales.

Para el sistema, los rebeldes no sólo estarán siempre fuera de lugar cuando pretendan jugar en su cancha, sino, sobre todo, fuera de tiempo. Poco importa si sus propuestas políticas interpelan al futuro, al pasado o al presente; tampoco si se limitan a sus Caracoles o trascienden fronteras y geografías. Fuera de tiempo y lugar, se convencen los analistas y sus medios.

En realidad, poco importa si se denuncia la impunidad estatal desde Pantelhó o París, desde Aldama o Madrid. Invisibilizar, ningunear e ignorar es tan sólo parte de las estrategias del arsenal disponible para la hegemonía del sistema. Mal si cuestionan los vicios, las limitaciones y espejismos de la democracia representativa. Mal también si se pretenden aprovechar sus consultas ciudadanas para recordar a las víctimas, la lucha de sus familiares y sobrevivientes, en legítimas demandas por Verdad y Justicia. En la última conferencia de prensa del EZLN, se advirtió que los tradicionales medios de comunicación generan más riqueza para sí, más por lo que ocultan que por lo que realmente muestran.

Los zapatistas incomodan de todos modos. Sea en Europa o en sus pequeñas comunidades en Chiapas. Lo mismo en tiempos de la dictadura perfecta que en la Cuarta Transformación. Muestra de lo anterior sigue siendo la negativa de los gobiernos de México y Francia respectivamente para autorizar el tránsito de la delegación o aérea zapatista. “Laissez-faire, laissez-passer”, es una prerrogativa y una ley válida para el mercado y sus mercancías, pero no para las personas, o al menos no para todas. Los derechos del hombre y del ciudadano podrán siempre restringirse parapetándose en emergencias sanitarias, como la actual “peste”, aunque oculten intereses farmacéuticos o electorales.

Tampoco es que el escuadrón zapatista sea el primero en poner en entredicho la “Liberté, Egalité, Fraternité”, con las que discursivamente se construyeron la mayoría de nuestras instituciones, vigentes a la actualidad; simplemente que con su presencia y marchando al lado de los migrantes, etiquetados ellos como sin papeles, evidencian la hipocresía de los discursos incuestionables y políticamente correctos de gobiernos, que ya ni siquiera responden a los intereses de los ciudadanos que los eligieron.

Pero lo más incómodo para el sistema, no es que se critique la historia oficial, al capitalismo o al patriarcado que es incluso anterior a aquel; sino que el neozapatismo pretenda la articulación de los oprimidos, subalternos y diferentes. Animando con respeto las propias formas de organización en cada lugar para aprender de ellas. Fomentando la diversidad, que es finalmente lo que implica la complejidad de la vida y su reproducción en un planeta amenazado.  Dependiendo desde donde se mire, lo extemporáneo y lo contemporáneo han caracterizado la trayectoria neozapatista, lo local y lo global. Tanto la coyuntura como la larga duración son dinámicas propias de la práctica y el discurso insurgente actual.