El paradigma mecanicista que se impuso en física con la modernidad dejaba poco sitio para menudencias como la conciencia o la libertad, que pasaron a convertirse en entelequias alucinatorias, a modo de productos residuales de la todopoderosa materia.
Afortunadamente, el siglo XX trajo nuevos aires a una disciplina que vive hoy una efervescencia teórica y no se abstiene de reivindicar las visiones más antiguas y luminosas del espíritu humano. Algunos textos clásicos como El tao de la física (1975) de Fritjof Capra, Misticismo y física moderna (1980), de Michael Talbot o La totalidad y el orden implicado (1980), de David Bohm exploran estas conexiones.
Hay que reconocer, sin embargo, que la complejidad del asunto hace que se echen en falta obras de divulgación capaces de aunar claridad y rigor y atentas al mismo tiempo a los avances más recientes. Entre los científicos comprometidos en esta prometeica labor, un nombre a destacar es el de la física Teresa Versyp, autora de: La dimensión cuántica, de la física cuántica a la conciencia, de 2005 y ya en su 4ª edición, y Sobrevolando el territorio del Quantum, de 2012. En Coherencia cuántica y vida, publicado en 2022, completa el panorama descrito en sus trabajos anteriores con un recorrido sobre aspectos esenciales del nuevo paradigma, de la biología cuántica al universo multidimensional.
Implicaciones de la nueva física
La primera parte del libro está dedicada al formidable empeño de sintetizar en unas decenas de páginas los postulados básicos de la mecánica cuántica. Acostumbrados a nuestro bienquisto hogar tridimensional, inquieta descubrir que éste esconde en su interior un entramado en el que la lógica más elemental parece haber sido dejada de lado. Resulta que la materia viene a ser una forma de energía, cuya estructura profunda lleva asociada indeterminación e incertidumbre. Además, el observador es esencial en la evolución de los procesos, y en el fondo de todo nos aguarda el misterio del entrelazamiento cuántico, una “comunicación instantánea” entre eventos muy alejados que puede afectar a nubes de miles de átomos, o la no-localidad, que hace posible el teletransporte cuántico.
Se explora después la coherencia cuántica, que recientemente se ha demostrado que existe también en sistemas biológicos. Ésta consiste en un acoplamiento entre las vibraciones de un conjunto de moléculas que comparten la misma función de onda, lo cual puede darse en ámbitos variados, aunque por tiempos muy breves. Se presentan algunos casos. En la fotosíntesis, por ejemplo, las moléculas antena de la clorofila capturan fotones que desprenden electrones, pero sólo se alcanza la alta eficiencia observada en el transporte de la alteración si se considera que ésta viaja hasta el centro de almacenamiento de la energía por un mecanismo cuántico. En el reino animal diversas especies son capaces de captar la orientación del campo magnético terrestre, para lo cual se ha sugerido el papel de una proteína presente en la retina y sensible a este campo. En esto pueden intervenir procesos cuánticos, al igual que en el funcionamiento de los receptores olfativos, en la respiración e incluso en las mutaciones del ADN o en extraños efectos descritos para el ADN no codificante.
El modelo de organismo vivo que emerge de la nueva perspectiva es revolucionariamente novedoso. Un repaso da la biofísica cuántica del agua muestra que este compuesto, omnipresente dentro y fuera de nuestro cuerpo, forma estructuras estables por las interacciones debidas al carácter dipolar de su molécula. Estos “dominios de coherencia” vibran al unísono y son capaces de almacenar información correspondiente a las interacciones con biomoléculas próximas. Se discute el posible rol del agua en la captación de energías cósmicas, y algunas propiedades que se le han atribuido, aún mal entendidas. Se expone también la emisión espontánea de fotones en el rango ultravioleta por parte de los seres vivos, y los estudios y teorías al respecto, que en ocasiones parecen sugerir la existencia a través de esta energía de un sistema de comunicación entre las células.
El problema de la conciencia se ha comenzado a clarificar en tiempos recientes. A partir de los trabajos de John C. Eccles en la década de 1960 y los posteriores de Roger Penrose y Stuart Hameroff, sabemos que en las neuronas operan procesos cuánticos. Para estos últimos autores, la mente realiza la elección indeterminista que genera el subsiguiente estado neuronal por un autocolapso de la función de onda cuyos rasgos esenciales se describen en el libro. Se repasa también la teoría de Karl Pribram según la cual el cerebro utilizaría un sistema de interferencia de ondas para almacenar nuestros recuerdos como un holograma, así como las experiencias que muestran un carácter no-local en la conciencia, con posibles interacciones instantáneas entre cerebros separados miles de kilómetros. Resultan sorprendentes también los efectos que se han comprobado de personas en meditación sobre su propio organismo y su entorno.
Una realidad revolucionaria
Los últimos capítulos están dedicados a presentar un esbozo de la teoría de las Supercuerdas y la teoría M, que persiguen la unificación de las cuatro interacciones existentes, así como de la Relatividad de Einstein. Se describen luego los problemas que plantean la “materia oscura” y la “energía oscura”, y el significado de los agujeros negros y los agujeros de gusano, atajos que conectan con otros universos o regiones distantes del nuestro. Esta base sirve a Versyp para discutir la perspectiva emergente de un revolucionario universo multidimensional, fruto de la ciencia más sofisticada, pero que en su opinión corrobora visiones antiguas del ser humano y su relación con el cosmos, registradas en la mitología y el arte.
Ahondando en esto, el libro concluye con una reflexión personal en la que se exprimen los aspectos tratados para elaborar propuestas capaces de orientar nuestra vida. De esta forma, si hemos atisbado una extraña conexión en la raíz de todo de lo existente, el eje motriz que puede guiarnos no ha de ser otro que una profunda empatía. En una línea acorde con la esencia de la meditación, se propone así que la atención al propio cuerpo y a los ritmos de la naturaleza y el cultivo del desapego han de propiciar la solidaridad que alumbre una nueva visión. Se insiste además en la apertura hacia otras culturas y tradiciones, capaces de enriquecernos más de lo que pensamos.
La física avanza de forma extraordinaria y muchos de sus desarrollos tienen un gran potencial para vislumbrar el significado de procesos tan cruciales como la vida y la conciencia. Es por ello, que trabajos de divulgación claros y rigurosos, como los de Teresa Versyp, resultan imprescindibles. Superar el paradigma mecanicista impreso en nuestras mentes por siglos de ciencia desnortada ha de servir para reelaborar profundamente las nociones sobre el lugar que ocupamos en el cosmos, lo cual a fin de cuentas es la base de todo nuestro actuar.
Blog del autor: http://www.jesusaller.com/. En él puede descargarse ya su último poemario: Los libros muertos.
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