Los días y las noches transcurren con una nutrida agenda de eventos artísticos, talleres, debates y cine, en homenaje a las luchas que consagraron el Día Internacional contra la Homo, Trans, Lesbo y Bifobia. Mientras el mundo gira hacia el retroceso de los derechos -Bolivia no está lejos de esa realidad- las diversidades y disidencias resisten con tenaz creatividad.
La creciente tendencia de recortar presupuestos, eliminar instituciones estatales, anular políticas públicas y criminalizar la protesta social, deja al descubierto la vulnerabilidad de los derechos LGBTIQ+ y la fragilidad de las medidas de igualdad.
El avance en normativas nacionales e internacionales no fue suficiente para garantizar el respeto a la diversidad y dignidad de las personas, en contextos violentos que urgen atrincherarse en la sociedad de abajo para desde allí visibilizar la decadencia de los modelos hegemónicos en la vida de la gente.
Antonio Gramsci nos legó un vasto marco teórico que habla de la “monstruosidad” que antecede a la sociedad del cambio, una variable que puede ser interpretada de muchas maneras, pero en especial en favor de los grupos sociales excluidos históricamente que no dejan de luchar.
También fue el italiano quien avizoró la “batalla cultural” como parte esencial de esa transición hacia la transformación social, la que exige creatividad, coherencia y persistencia para romper los discursos heteronormados de la sociedad dominante: patriarcal, colonial y capitalista.
En Bolivia, algunos estudios, demuestran el estancamiento de los derechos fundamentales de las identidades e incluso retrocesos palpables, aún contando con leyes propias. La consulta virtual de la Defensoría del Pueblo realizada en 2022 y las investigaciones de la organización Capacitación y Derechos Ciudadanos (CDC), de 2023 y 2024, coinciden en que la estigmatización, discriminación y racismo permanecen vigentes con altos índices en personas transexuales y transgénero.
CDC resalta que las voces antiderechos toman fuerza en la sociedad boliviana causando frustraciones en proyectos de vida y lesiones en la salud emocional y mental de amplios sectores, en una coyuntura donde la institucionalidad democrática no garantiza el ejercicio de derechos en salud, educación, trabajo, justicia, economía y otras esferas.
Más aún, CDC advierte que la policrisis que se agrava en Bolivia alcanza a juventudes, mujeres y sectores de la población LGBTIQ+, dejándoles desprovistos de empleo, seguridad social, jubilación e ingresos para la subsistencia, ya que quienes se dedican al emprendedurismo son afectados por la ascendente devaluación de la moneda nacional y la escasez de dólares.
Por ello, resulta tan vital que, año tras año, las ´cuerpas´ individuales y colectivas constituyan lugares de denuncia y reivindicación actuando en espacios de encuentro de la otredad. Todos los espacios expresan manifestaciones pluridiversas desde lo discursivo y artístico, articulando las identidades disidentes con la condición socioeconómica, étnica-“racializada”, intergeneracional y en alianza con otras identidades subalternizadas.
Una prueba de que cuanto más presionan los poderes hegemónicos, tanto más se fortalecen las resistencias. Un decidido homenaje al 17 de mayo, Día Internacional contra la Homo, Trans, Lesbo, Bifobia, cuyo origen nos remonta a los años 70, cuando la Organización Mundial de la Salud retiró la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales.
Claudia Espinoza Iturri es periodista
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.