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Reseña de "El año que soñamos peligrosamente", de Slavoj Zizek

Fragmentación sistemática

Fuentes: Rebelión

«El año que soñamos peligrosamente», de Slavoj Zizek, Akal, Madrid, 2013.

La nueva obra de Slavoj Zizek, traducida al español, parte de los movimientos acontecidos a lo largo del 2012 (primavera árabe, revueltas estudiantiles británicas, movimientos sociales griegos, españoles y estadounidenses…) para afirmar, tras su fracaso, que lo que nos muestran es el inicio del capitalismo de su irremisible proceso de desestructuración y autoaniquilación.

Ahora bien, contra ese inexorable proceso degenerativo, diferentes instancias y agentes se alzan para intentar detenerlo o, como mínimo, ocultarlo. Dentro de este grupo de legitimadores sistemáticos, nos encontramos el discurso bienintencionado, y presuntamente emancipador, de la izquierda-progresista occidental. Este paradigma, cuyo presunto fin sería el de defender la injusticia inherente al capitalismo y, por ende, ofrecer unas presuntas políticas redistributivas y favorecedoras para las clases más vulnerables de la sociedad, no deja de ser un movimiento justificador del funcionamiento explotador capitalista. En particular, aunque estos grupúsculos sean los encargados de liderar las diferentes movilizaciones contra la lógica sistemática, en realidad su protesta se encamina a la erosión gradual de su posición económica (y políticamente) privilegiada. Dicho en términos de nuestro autor, no se trata de protestas propiamente del proletariado, sino movilizaciones contra la amenaza de verse reducidos a un estatus proletario de esta clase político-social.

Los movimientos generados en 2011, según el análisis de Zizek, han fracasado en sus reivindicaciones pero lo que han provocado es hacer evidente la fractura existente en la estructura capitalista. No se tratan de quejas, como las progresistas, que reclaman (re)ajustes del capital, pero que en ningún momento problematizan la circulación del mismo, sino que, por el contrario, su crítica pretende eliminar la existencia de esta autopoiética regulación de capital. No se trata de redistribuir la riqueza, sino que los que estos elementos disidentes exhuman es la injusticia estructural del sistema.

Estos estallidos emancipatorios radicales, como apunta Zizek, deben ser analizados como parte del futuro utópico, cuyo potencial yace oculto en el presente. Dichas señales de porvenir no son constitutivas, sino regulativas y, por ende, mediadas subjetivamente y discernibles únicamente desde una posición comprometida (políticamente). Seguirlos implica, siguiendo a Pascal, una verdadera apuesta existencial.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.