Frente a las intenciones injerencistas y las hipócritas, arbitrarias, injustas, irresponsables y gravísimas declaraciones y calumnias que el gobierno de Donald Trump ha realizado en contra del Gobierno de México por supuestamente tener alianzas con organizaciones criminales, debemos, como mexicanas y mexicanos, estar orgullosos de la firmeza con que la primera presidenta en la historia de nuestro país ha afrontado uno de los contextos geopolíticos más complejos a nivel internacional.
Ha dejado claro que quienes son responsables en gran medida de la violencia de los grupos criminales que se dedican a pasar droga de México a los Estados Unidos (por la alta demanda que existe en ese país) han sido históricamente las corporaciones armamentistas estadounidenses, que venden armas de alto poder a estos grupos criminales y casualmente, financiaron la propia campaña del presidente Trump.
La presidenta, en su declaración, evidenció que el gobierno de México ha asegurado en cuatro meses más de 40 toneladas de drogas, incluyendo 20 millones de dosis de fentanilo, además de haber detenido a más de diez mil personas vinculadas a esos grupos criminales.
La alianza del trumpismo con la extrema derecha, con los sectores más ultraconservadores, racistas y xenófobos de la sociedad estadounidense, supone una amenaza para los derechos humanos y ha desencadenado ya muchos actos de agresión, hostigamiento y violencia en contra de los sectores más vulnerables de la sociedad.
Esta nueva ola global de la derecha busca acabar con el consenso de los derechos humanos, criminalizar a los migrantes, perseguir a la comunidad LGBTIQ+, continuar con la destrucción del medio ambiente y negar la existencia del cambio climático, así como seguir destruyendo los derechos de las y los trabajadores.
Estamos frente al inicio de una guerra comercial consecuencia de la decadencia del gobierno de los Estados Unidos, que ha venido perdiendo su hegemonía a nivel global, no ha podido pagar su deuda pública y ha venido fracasando en su intento por someter e imponer sus políticas a diversos pueblos del mundo.
Si bien no es con aranceles que se vayan a solucionar las diferencias entre los gobiernos, el Gobierno de México se ha mostrado a la altura imponiendo sanciones recíprocas a las importaciones de productos de fabricación estadounidense.
No cabe duda de que se vienen tiempos complejos y difíciles para México y el mundo, afortunadamente tenemos al frente del país a una estadista de la talla de Claudia.
Las ranas vuelven a pedir intervención en tiempos de la Cuarta Transformación: A vueltas con la derecha mexicana
Frente al llamado a la unidad nacional con el fin de hacer frente a las pretensiones trumpianas de extorsionar a nuestro país mediante la imposición de aranceles, vemos cómo, de nueva cuenta, la derecha mexicana (que sigue arrastrando el lastre del narco-estado que impulsó el gobierno de Felipe Calderón de la mano de Genaro García Luna, hoy preso por sus vínculos con el narcotráfico) aplaude las acciones injerencistas del gobierno de Estados Unidos.
El servilismo es tal que su discurso se desmorona.
Ayer paladines del TLC, hoy defensores de la imposición de aranceles.
Ayer demócratas estadounidenses, hoy acérrimos aliados republicanos.
En realidad, la traición a la patria y la miseria política es lo que los caracteriza.
Por eso, una vez más hay que decir:
¡Patria sí, intervencionismo, no!
¡Que viva nuestra soberanía nacional y nuestra cuarta transformación!
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