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García Linera y un Estado continente plurinacional

Fuentes: Rebelión

Al participar en el foro «La República en Tiempos de Integración Latinoamericana», realizado en el Senado argentino, el Vicepresidente Álvaro García Linera (AGL) llamó a forjar el Estado Continente Plurinacional («Cambio», 06-10-12). Desde luego que es importante que AGL defienda la unidad de América Latina, aunque sin entender sus fundamentos. En su disertación, el mandatario […]

Al participar en el foro «La República en Tiempos de Integración Latinoamericana», realizado en el Senado argentino, el Vicepresidente Álvaro García Linera (AGL) llamó a forjar el Estado Continente Plurinacional («Cambio», 06-10-12). Desde luego que es importante que AGL defienda la unidad de América Latina, aunque sin entender sus fundamentos. En su disertación, el mandatario dijo: «Creo que como nunca es posible soñar en estos 100 años que vienen en un Estado regional. Hay un investigador sociólogo que hablaba que el Siglo XXI va a ser de los Estados continente».

Ese «investigador sociólogo» al que alude AGL, es la vigorosa corriente intelectual de la «Generación del 900», llamada así porque nació con el Siglo XX. Sus figuras más representativas son el uruguayo José Enrique Rodó, el argentino Manuel Ugarte y el mexicano José Vasconcelos, cuya obra fue continuada en las últimas décadas principalmente por el peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, el uruguayo Alberto Methol Ferré, el chileno Felipe Herrera y el argentino Jorge Abelardo Ramos.

La crisis de los Estados nacionales y el inevitable advenimiento de los Estados continentales fue advertida a fines del Siglo XIX por el geógrafo alemán Federico Ratzel, quien llegó a esa conclusión al visitar EEUU, que estaba en camino de convertirse en el primer Estado Continental industrial del mundo.

La «Generación del 900», al rescatar el legado bolivariano de la Patria Grande, coincidió en que América Latina quedaría reducida a eco distorsionado de las grandes potencias sino lograba su integración. Que AGL hubiera escuchado campanas sin saber su procedencia explica el por qué insistió en el reconocimiento constitucional de 36 naciones indígenas, entre las que se hallan la nación Pacahuara, con 25 habitantes, la Guasugwe, con 31, o la Moré, con 101.

Lo contradictorio del caso reside en que acaba de publicar el libro «Geopolítica de la Amazonia», en el que acusa al nacionalismo revolucionario de una «renovada obsesión colonial de homogeneizar a los dominados… a fin de enterrar la vigorosa cultura, raíz social y auto identificación de los pueblos originarios». La búsqueda de antagonismos entre indígenas y mestizos, en lugar de postular la identidad indo mestiza, llevó a AGL a advertir que si los pueblos originarios no detienen los esfuerzos unitarios sufrirán «otros 500 años de silencio y oscuridad» («La Razón», 30-12-11).

En forma previa, se negó a aceptar que en las ciudades más pobladas del país, en las que habita el 70 % de la población nacional, existen acelerados procesos interculturales. Sobre el particular, prefirió asegurar que las identidades aborígenes se mantienen estáticas, lo que no resiste ninguna constatación empírica. Como consecuencia de lo anterior, el vicepresidente sigue vetando la opción mestizo del próximo censo, lo que causa enorme perjuicio a la consolidación de la conciencia nacional.

AGL denuncia, en el mismo texto, que las ONGs, propiciadoras del Estado plurinacional, «no son Organizaciones NO Gubernamentales, sino Organizaciones de oros gobiernos en territorio boliviano»… las que se han constituido en «un poder extranjero dentro del territorio nacional». Destaca que la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), que, según el periódico oficialista «Cambio», del 03-10-12, es la precursora de la Asamblea Constituyente y de la plurinacionalidad, fue estructurada con financiamiento directo de USAID y la Ford Fundation.

Si se usan los parámetros de la CIDOB, que, en forma previa, logró que surgieran 298 Tierras Comunitarias de Origen (TCO), con sus fronteras ancestrales, autodeterminación y justicias comunitarias de igual jerarquía que la justicia ordinaria, América del Sur debería reconocer como naciones a 512 comunidades precolombinas. Si AGL cree que ese es el camino para alcanzar la unidad de América Latina, habrá que admitir que ha caído en incoherencias insalvables.

América Latina, con el surgimiento del MERCOSUR, la CAN, la UNASUR, el ALBA y la CELAC, ha avanzado en estructurar su Estado continental. Celebremos, una vez más, que AGL esté en la posición correcta, la que ojala lo lleve a entender que los pilares de Bolivia para intervenir en los procesos integradores son el indigenismo y sus tradiciones nacionales y populares.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.