«Genocidio» es el término con el cual se conoce el asesinato en masa por pertenencia étnica, fue acuñada por Lemkim allá por 1944 (del griego geno, raza, tribu, y del latín, cidere, matar), constituyéndose en el primer texto de post guerra que consagra un crimen internacional, fue firmada en la Convención sobre Genocidio de la […]
«Genocidio» es el término con el cual se conoce el asesinato en masa por pertenencia étnica, fue acuñada por Lemkim allá por 1944 (del griego geno, raza, tribu, y del latín, cidere, matar), constituyéndose en el primer texto de post guerra que consagra un crimen internacional, fue firmada en la Convención sobre Genocidio de la ONU del 9 de diciembre de 1948, apenas acabada la segunda guerra mundial (Cf. Zaffaroni 2003:198)
El genocidio es considerado el crimen de extrema gravedad, el más horrendo en la historia de la humanidad, y su grado de reprochabilidad penal es la mayor en gran parte del planeta tierra, su persecución no admite reglas internas, porque estas pueden perjudicar la investigación, procesamiento, juzgamiento y ejecución de la sentencia, ello lo constituye en un crimen perseguible internacionalmente y juzgable del mismo modo.
Su relación con gran parte de las Convenciones sobre protección de los Derechos Humanos es vinculatoria para los Estados signatarios, esto constituye la inexcusabilidad de su aplicación por parte de los órganos estatales, Ejecutivo, Legislativo y muy preferentemente el Judicial, porque es el encargado del «Control de Convencionalidad». Dicho de otra forma, el Poder Judicial tiene en sus manos la aplicación estricta de las Convenciones Internacionales relativas a la protección de los Derechos Humanos, así que los Jueces tienen entre manos una enorme Responsabilidad Internacional de Justicia.
En este contexto, ¿Puede estar tranquilo el Sr. Leopoldo Fernández?, por supuesto que no.
¿Pueden estar tranquilos los prefectos Rubén Costas, Ernesto Suárez y Mario Cossio?, tampoco.
¿Pueden estar tranquilos los medios de comunicación que a través de la información distorsionada ocultaron la verdad, fabricaron imaginarios colectivos y anunciaron una campaña de guerra, alentando la masacre de los campesinos «masistas y/o collas», incurriendo en «genocidio mediático»? no, no pueden estar tranquilos.
La investigación de los hechos, sus autores materiales, sus autores intelectuales, el grado de complicidad de los medios de comunicación y periodistas, no pueden quedar impunes, aunque ello signifique la modificación de los sentidos doctrinales conservadores que hoy por hoy tienen algunos penalistas que aún creen ingenuamente en la libertad de prensa como excusa para la barbarie.
Ciertamente, no podemos ser indolentes ante la realidad, los acontecimientos de «El Porvenir» lesionan la dignidad de cualquier ser humano, cómo es posible que se haya asesinado a mujeres embarazadas, a sus niños indefensos, y todavía se hable de «enfrentamiento»…
¡¡¡¿Cómo es posible eso?!!!
No podemos, no debemos ser cómplices de ello, los acusados en este doloroso escenario no pueden ser solo y exclusivamente, los prefectos, los sicarios, los mercenarios, esos alcaldes de barrio privilegiado, sino y fundamentalmente los medios empresariales de comunicación, los periodistas que sin desparpajo se dan a la tarea de mentir por lo que dicen, por lo que callan y por lo que anuncian…
No pueden quedar en la impunidad, nada ni nadie, no se puede pasar por alto el terrible grado de complicidad de los Canales de televisión como UNITEL, RED UNO, CADENA «A», PAT; Medios impresos como LA RAZON, EL DEBER, EL MUNDO, CORREO DEL SUR y LA PATRIA; radioemisoras como PANAMERICANA y FIDES; de los periodistas ni hablar, la lista es demasiado larga a nivel nacional.
Los corifeos de la guerra tienen que estar donde les corresponde o al menos con su titulo profesional en suspensión definitiva al igual que los medios que los contrataron para esa tarea de sicarios de la verdad. Dados de baja por mal ejercicio profesional, por complicidad verbal y lenguaraz con el genocidio.
El 2008 se recuerda 60 años de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, 60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, 60 años de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, 40 años de la Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y los crímenes de lesa humanidad, 40 años de la Primera Conferencia Internacional de Derechos Humanos (Proclamación de Teherán), 30 años de la entrada en vigor de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y 20 años de la firma del Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Estos Instrumentos Internacionales de Derechos Humanos nos brindan suficiente base legal para lo planteado, Bolivia tiene la enorme oportunidad de proteger a los ciudadanos individual y colectivamente del terrorismo y genocidio mediáticos…
Ahora es la Corte Interamericana de Derechos Humanos quien tiene la palabra…