«Es obligacion nuestra encontrar de un nuevo proyecto, una nueva forma de militancia, que sea un buen motivo para vivir, y por el cual morir si es necesario» Germán Abdala Germán Abdala es la voz que aún nos interpela, la visión de futuro que tuvo la misión de alumbrar en los tiempos y en los […]
«Es obligacion nuestra encontrar de un
nuevo proyecto, una nueva forma de militancia,
que sea un buen motivo para vivir,
y por el cual morir si es necesario»
Germán Abdala
Germán Abdala es la voz que aún nos interpela, la visión de futuro que tuvo la misión de alumbrar en los tiempos y en los lugares más oscuros. Por suerte para la Argentina, para la patria, no fue el único sindicalista que representó con claridad, con total integridad, con su lucha militante de todos los días, a sus compañeros de clase. Entre sus hermanos podríamos nombrar a Agustín Tosco, Jorge Di Pascuale, René Salamanca, Raimundo Ongaro, Marina Vilte, Jorge Weis, Leandro Fote, Andrés Framini, Atilio López, y tantos más, y a los miles de delegados de sección y de fábrica que dieron sus vidas por la causa de la justicia social. Su oratoria clara en defensa de la patria y de los trabajadores se había nutrido de sus profundas lecturas de John William Cook, Frantz Fanon, el General Perón, Jauretche, Hernández Arregui, Lenin y Marx, que se desdoblaban en un lenguaje comprensible, pero no paternalista, sobre la situación laboral, salarial, pero también de la realidad política, económica, social y cultural argentina, nuestroamericana, y mundial. Era un peronista que traspasó los límites meramente partidarios, para comvertirse en un militante popular, y de esa forma volver a los orígenes y a la esencia del peronismo. Un militante popular, revolucionario y patriota que dignificó, con el ejemplo de su vida, el significado de llamarse peronista, cuando éste sufrió el escarnio y la vejación de la era menemista. José Martí decía de hombres como Abdala, lo siguiente: «Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana».
Fundador y arquitecto de innumerables proyectos sindicales y políticos en defensa de los trabajadores, de la patria, y del Estado como herramienta movilizadora vital para la liberación nacional y la emancipación de la clase trabajadora. En su último mensaje, durante su participación en el Congreso fundacional de la CTA (Central de Trabajadores de la Argentina) realizado en noviembre de 1992 en Buenos Aires, le dijo a sus compañeros: «A mí no me va a matar el cancer, me mataría, eso sí, la tristeza, si no logramos dar forma organizativa y presencia a este maravilloso fervor militante». Uno de sus biógrafos Jorge Giles dice: «Y ese día no había tristeza en sus ojos, porque las utopías no son tristes, las utopías encienden pequeñas fogatas dentro de cada uno, luces que nos reconcilian con la vida y que le ponen al futuro cara de milagro compartido. En su profunda mirada, la última a todos juntos, se acunaba la utopía como una botella en el mar». Luchó contra la entrega del patrimonio nacional, durante la orgía neoliberal de los 90s menemistas, contra el plan para el olvido al genocidio cometido por la dictadura cívico-militar, en complicidad con el facho-sindicalismo y la cúpula eclesiástica, que pregonizaba esa época de traidores del menemismo. Siempre junto a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, y a los demás organismos de DD.HH. que luchaban por juicio y castigo a los culpables, y Memoria, Verdad y Justicia.
«Acá la disyuntiva no es estatizar o privatizar, acá es encontrar un proyecto político y económico para que este Estado sirva, que es lo que los sectores liberales no quieren. Un Estado en un país dependiente, que sirve, que cumple su rol, que planifica, que fiscaliza, que dirige, que da asistencia, ubica al liberalismo fuera de contexto, porque entonces el liberalismo no puede desarrollar su viejo proceso de acumulación en base a la competencia despiadada, a la política monopólica». Una voz en el desierto, como son siempre la voces de los profetas.
A solo tres años de su muerte y con dolores físicos que hubieran quebrado al más aguerrido, recorrió el país para aglutinar a la militancia en defensa del patrimonio nacional. En la provincia de Córdoba interpela a los compañeros con estas palabras, «las ideas no han muerto, nuestra memoria no está pisoteada, nuestro pasado nos da orgullo y nuestro presente es de transformación. No vamos a permitir que la amnesia de quienes se salvan dentro de esta sociedad nos mancille y nos olvide, porque somos los herederos de todos los héroes y mártires que dieron sus vidas por un país distinto».
El 6 de julio del año 2000, a siete años de su desaparición física, la Sala de reuniones de la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Diputados de la Nación fue designada con el nombre de Germán Abdala, a partir de una iniciativa de la por entonces diputada Marcela Bordenave, quien fue su compañera en las luchas, y de la vida. En la sesión de homenaje, la por entonces diputada nacional y actual presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, expresó las siguientes palabras sobre Germán: » normalmente no acostumbro a rendir homenajes porque considero que a la gente se la homenajea con las conductas y con los compromisos más que con los discursos. De todas maneras, recordar a Germán Abdala en esta etapa tan particular de la vida política argentina puede ayudarnos a formular nuevas ideas y nuevos teoremas. Hay una frase de Germán Abdala que siempre me impresionó mucho. El decía que había que vivir como se piensa y actuar como se habla. Pero no sólo lo decía, sino que, lo que es más importante en política, lo hacía: era absolutamente coherente con lo que pensaba en los discursos y en la práctica. No conoció de conversiones ni de adaptaciones riesgosas. En épocas donde todo parece estar en duda, donde florecen teorías acerca de la real politique y donde debemos analizar cómo comportarnos opositores y oficialistas, creo que el mejor homenaje a Germán Abdala sería reconocer su teorema, que sostiene que hay que vivir como se piensa y actuar como se habla».
Los paradigmas que enarbolara Abdala en los 70s, 80s, y 90s, como el rol del Estado, el modelo distributivo de la riqueza nacional, la integración nuestroamericana, el de un nuevo modelo de desarrollo, socialmente justo y solidario, están hoy en la Argentina del 2014 más vigentes que nunca. Su discusión se tensa y el punto de inflexión dialéctica en la lucha de la correlación de fuerzas, ponen cada día más en claro quiénes están sirviendo a los intereses de la patria y del pueblo y quiénes los traicionan. Quiénes hacen de la política un acto militante y una herramienta para la transformación en favor de las mayorías, y quiénes son políticos de pantalla televisiva, del show que degrada y embrutece, del circo que hace al analfabeta político más analfabeta. Aquellos que desenmascaran al poder financiero global, y aquellos que por su condición de cipayos, quieren convertir a todo un pueblo a su misma condición.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.