Asistimos a nuevos cambios en la situación política donde se destaca: el giro a la derecha del gobierno en su negociación con los acreedores y el FMI, la agudización de la interna peronista entre el duhaldismo y el kirchnerismo y un escenario de luchas de los trabajadores estatales. Con la propuesta a los acreedores y […]
Asistimos a nuevos cambios en la situación política donde se destaca: el giro a la derecha del gobierno en su negociación con los acreedores y el FMI, la agudización de la interna peronista entre el duhaldismo y el kirchnerismo y un escenario de luchas de los trabajadores estatales.
Con la propuesta a los acreedores y el envío de tropas a Haití, el gobierno kirchnerista confirma el giro a la derecha en sus negociaciones con el FMI. El gobierno ha logrado, con su oferta sobre la deuda en default, concitar la unidad del conjunto de las facciones de la burguesía y de la casta política. La «dignidad» frente a los «poderosos» -de la que se jacta K- es pura imagen para mantener cautiva a la opinión pública.
Pero para mantener su «encanto», Kirchner acompaña cada capitulación eligiendo un «enemigo» al que combatir. Así con gestos altisonantes apunta contra figuras o instituciones desprestigiadas o sin legitimidad frente a la población.
El gobierno denunció la existencia de un complot en su contra, donde estarían involucrados la derecha política y empresarial, los militares y los comisarios «depurados». Resulta paradojal que la derecha política y económica que Kirchner acusa, formen parte del coro que aplaude la actitud gubernamental frente al Fondo. Más allá de los elementos reales de conjura que pueda haber, queda claro que el alboroto en torno a la conspiración es una cortina de humo que tiene un doble objetivo: cubrir «por izquierda» la actual capitulación del gobierno frente al imperialismo y debilitar la oposición que por derecha levanta a Macri con el aval del duhaldismo.
Barrios de Pie (Patria Libre), Quebracho y el alcahuete Luis D’Elìa de la CTA, se hicieron eco de la denuncia kirchnerista y llamaron a unir filas tras el gobierno. Callan así que el que está complotando es el mismo Kirchner, junto a la gran patronal y el imperialismo, pero contra el interés nacional y las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo.
Tambores de guerra
Las discusiones con Felipe Solá en torno a los fondos de coparticipación federal que le corresponden a la provincia de Buenos Aires han generado un escenario de tensión en el Partido Justicialista. El gobierno cuenta con el apoyo del FMI contra el gobernador bonaerense y el duhaldismo, a quienes señalan como los responsables de que el Congreso no haya votado el envío de tropas a Haití y de trabar la Ley de Responsabilidad fiscal, que el imperialismo exige. Esta última ley acaba de ser reenviada al Parlamento fijando topes de gastos a las provincias como exigen desde el Fondo. Más allá de esta pelea puntual, Kirchner, Solá, Duhalde y los gobernadores coinciden en el pago de la deuda y la sumisión a los acreedores.
La discusión con el gobernador bonaerense es el conflicto visible, que prepara la pelea de fondo, entre Kirchner y su mentor Eduardo Duhalde y las huestes del aparato provincial.
De persistir este enfrentamiento, la burguesía teme que se ponga en riesgo la gobernabilidad, argumento que es agitado por el duhaldismo para echar sombras sobre las consecuencias de la actual ofensiva kirchnerista en la provincia. Lo cierto es que el futuro de Solá pende de un hilo. La provincia más importante del país y la de mayor población obrera será escenario de una crisis que puede tomar características convulsivas.
Tanto para Kirchner como para Duhalde esta es una batalla inevitable. El oficialismo quiere revertir -basado en su aún alta imagen en la opinión pública- su condición de gobierno sin poder ni fuerza propia. Con este fin ha trazado un acuerdo con el conjunto de los gobernadores peronistas en torno a la coparticipación -incluso con De la Sota y Obeid (hombre de Reutemann)- para dejar aislado a Solá. Hay que notar que el gobierno que dice que «no va a financiar a la burocracia política» recurre nada menos que a la ayuda de los caudillos provinciales del PJ, hasta ayer menemistas y/o duhaldistas.
Por otro lado, la discusión por los fondos encubre el intento del gobierno de utilizarlos a discreción para pasar por encima del aparato duhaldista, trabajándole la base de punteros para preparar el desembarco de la candidatura de su esposa, Cristina Fernández. La discusión es cómo lo harán, si dentro del PJ (negociando con Duhalde o mediante internas) o como Frente para la Victoria, que es el sello «transversal» de los kirchneristas.
Luchas estatales
Como marco de esta disputa y producto de las brechas abiertas asistimos a un extendido proceso de luchas de los trabajadores estatales, docentes y de la salud y en particular, a un estado de rebelión de los empleados públicos de la provincia de Buenos Aires.
La negativa del gobierno a otorgar el aumento de $250 a los trabajadores estatales ha colmado la bronca y más de un millón de trabajadores están encarando distintos conflictos. En la provincia de Buenos Aires -en algunos sectores- se pudo imponer la unidad más allá de las fronteras gremiales. Por su parte, los movimientos piqueteros están realizando su Semana Federal que culminará con una movilización el viernes 18 y preparan una marcha para el 26 contra la impunidad y en recuerdo de la masacre de Puente Pueyrredon.
Estas luchas, están mostrando un ánimo activo de la clase trabajadora para luchar por sus demandas. Pero también, señalan la necesidad de que junto a sus reclamos se ponga como norte la lucha contra el gobierno, el acuerdo con el Fondo y los acreedores, es decir que se postulen como luchas políticas. De esta manera se podrán aprovechar las brechas abiertas para desarrollar la movilización e imponer un paro activo nacional de todos los estatales.
Una política obrera independiente
De profundizarse la derechización del gobierno estará planteada una crisis entre kirchner y las expectativas que en él depositan importantes sectores de los trabajadores y las clases medias.
La interna del PJ es de difícil resolución y plantea la posibilidad de una crisis del peronismo con los trabajadores. La unidad del PJ es hoy una formalidad que une a distintas facciones de gobernadores, intendentes, punteros y arribistas de toda calaña. El duhaldismo representa los intereses de una mafia ilegítima y corrupta que mantiene su fuerza por el control que ejerce sobre el PJ y sus bancadas parlamentarias y que está viendo zozobrar sus posibilidades de supervivencia frente a la ofensiva kirchnerista. Pero del lado del presidente y los «transversales» no se encuentra ninguna fuerza renovadora ni popular. Sus hombres en la provincia de Buenos Aires son nada menos que los impresentables Hugo Curto y Díaz Bancalari y su política, continúa la senda marcada por el neoliberalismo de postración frente al Fondo y el imperialismo.
La clase trabajadora tiene planteado romper sus lealtades con el peronismo y con la peregrina idea de que los cambios solo son posibles «desde arriba». Es necesario que las organizaciones obreras combativas, los movimientos piqueteros, la izquierda que se reivindica clasista y los luchadores se postulen como una alternativa para las luchas en curso impulsando el rechazo al FMI y al pago de la deuda externa, y sentando las bases para plantear el combate por un movimiento político de los trabajadores, independiente del estado y los políticos patronales. Solo así se podrá capitalizar positivamente la actual crisis del PJ y evitar una nueva frustración centroizquierdista, como la que predican los «transversales» y las distintas variantes populistas que apoyan a Kirchner.
15/6/04