La corporación suiza Glencore, una de las mayores comerciantes de minerales, petróleo y granos a escala mundial, se ha buscado un adversario infrecuente: Bolivia. El pasado 22 de junio el Gobierno boliviano les nacionalizó la mina de zinc y estaño de Colquiri. Sinchi Wayra, subsidiaria boliviana de Glencore, opera cinco minas en el país, en […]
La corporación suiza Glencore, una de las mayores comerciantes de minerales, petróleo y granos a escala mundial, se ha buscado un adversario infrecuente: Bolivia. El pasado 22 de junio el Gobierno boliviano les nacionalizó la mina de zinc y estaño de Colquiri.
Sinchi Wayra, subsidiaria boliviana de Glencore, opera cinco minas en el país, en los departamentos de Oruro y Potosí. Colquiri es la mayor de las cinco y es la tercera operadora de Glencore en ser nacionalizada por Bolivia en los últimos cinco años. En 2007, el Gobierno tomó el control de una fundición de estaño de la compañía. Bolivia es el cuarto productor mundial de estaño.
Glencore es un verdadero gigante corporativo. Tiene 50 oficinas en 40 países en Europa, las Américas, la ex-Unión Soviética, Asia, Australia, África y el Oriente Medio. Según su página web, Glencore emplea sobre 58 mil personas en 33 países.
En mayo de 2011, Glencore comenzó a vender acciones en la bolsa de Londres, para lo cual se requiere que publique datos previamente confidenciales en un documento conocido como prospectus. Según el prospectus de la compañía, que tiene mil 637 páginas, Glencore controla sobre la mitad del comercio mundial de zinc y cobre, es una de las principales exportadoras de grano, con alrededor de 9% del mercado mundial, y maneja «3% del consumo petrolero global para clientes que van desde compañías estatales en Brasil y la India hasta multinacionales estadounidenses como ExxonMobil y Chevron», reporta el periodista Ken Silverstein.
En sus negocios globales esta corporación tiende a valerse de intermediarios turbios y de reputación dudosa para ganarse la buena fe de gobiernos de países ricos en recursos naturales, como la República Democrática del Congo y Kazajstán. Glencore es dueña de la gigantesca corporación minera Prodeco, acusada de reprimir a sus trabajadores en Colombia con la ayuda de paramilitares.
«Corporaciones masivas como Glencore, que es la mayor comerciante de commodities del mundo, y la privada y altamente secretiva Cargill, que es la mayor comerciante de commodities agrícolas, se mueven para consolidar más aun su control sobre los mercados mundiales de grano e integrar verticalmente sus cadenas de abastecimiento globales para crear una nueva forma de imperialismo alimentario diseñado para lucrarse de la miseria global», según el periodista Christian Parenti. «Mientras que el pan activaba guerra y revolución en el Oriente Medio, Glencore se hizo de ganancias de la subida en precios de grano. Y mientras más cara sea nuestra libra de pan, más ganancias hay para firmas de dinero como Glencore y Cargill.»
Organizaciones No Gubernamentales como Grain y la Oficina del Relator Especial de Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación han señalado la especulación con commodities agrícolas como una de las principales causas del alza de los precios de los alimentos.
Sostiene Silverstein que «siendo ya el intermediario más grande del mundo, (Glencore) ahora quiere control de toda la cadena empresarial, desde minas y fundiciones hasta instalaciones de almacenaje para productos terminados, y desde bombear petróleo hasta transportarlo a refinerías, y, mientras tanto, comerciando y amortiguando sus apuestas a lo largo de todo el proceso, dicen expertos de la industria.»
La alta gerencia de Glencore actualmente procura una fusión con la minera Xstrata. Ambas corporaciones juntas formarían la cuarta corporación minera del mundo.
Demanda compensación
Glencore ha protestado enérgicamente contra la expropiación de Colquiri y demanda compensación. En una declaración pública, la compañía dice que «protesta fuertemente contra la acción tomada por el Gobierno de Bolivia y se reserva el derecho a buscar justa compensación en concordancia con todos los remedios domésticos e internacionales». La compañía alega haber invertido $250 millones en el sector minero boliviano y $22 millones en Colquiri.
Pero el Gobierno boliviano lo ve de otro modo. «Los opositores nos dicen ‘no tienen política minera’, porque para ellos la minería es entregar todo a los extranjeros. Pero la política minera es ésta: Estado, sistema cooperativo, inversión privada nacional y extranjera (…), la propia Constitución lo manda», declaró Álvaro García Linera, vicepresidente de la República.
En el mes de octubre el Gobierno de Bolivia determinará qué compensación se le deberá dar a Glencore.
Carmelo Ruiz Marrero es Periodista puertorriqueño
Blog del autor: http://carmeloruiz.blogspot.