Dentro del «ecosistema» político estadounidense, además de los congresistas, senadores y demás políticos de profesión, podemos encontrar a los lobbies o grupos de presión; unas organizaciones que se dedican a ejercer influencia (y presión) sobre los poderes públicos para conseguir decisiones y legislaciones beneficiosas para los colectivos e intereses a los que representan. Organizaciones ecologistas, […]
Dentro del «ecosistema» político estadounidense, además de los congresistas, senadores y demás políticos de profesión, podemos encontrar a los lobbies o grupos de presión; unas organizaciones que se dedican a ejercer influencia (y presión) sobre los poderes públicos para conseguir decisiones y legislaciones beneficiosas para los colectivos e intereses a los que representan. Organizaciones ecologistas, sindicales, grupos industriales o la industria de los derechos de autor son algunos ejemplos de grupos de presión que podemos encontrar en Washington D.C (aunque también comienzan a verse en Bruselas ante la Unión Europea) y, aunque nos pueda parecer una práctica algo anticuada, también es algo que utilizan grandes empresas del sector tecnológico. Hablar de Google, en muchas ocasiones, es hablar de grandes cifras y números de récord, algo que parece que también se repite en el caso de la financiación de grupos de presión puesto que, en lo que llevamos de año, la compañía de Mountain View lleva invertidos más de 9 millones de dólares.
Si bien Google no es la entidad que más dinero lleva invertido este año en grupos de presión (el primer puesto lo ostenta la Cámara de Comercio de Estados Unidos con más de 55 millones de dólares), los de Mountain View ostentan el séptimo puesto de esta clasificación, siendo los segundos en el sector tecnológico tras los 10 millones empleados por AT&T. Si a esta cantidad le sumamos los más de 4 millones de dólares que piensan gastarse en este último trimestre de año, Google cerrará el 2012 con 13,13 millones de dólares empleados en su «actividad política».
¿Y en qué se traduce esta activiad política? ¿Es una forma de rodear su famoso Don’t be evil? Quizás nos pueda chocar este tipo de prácticas en empresas tecnológicas pero, en el seno de la política estadounidense, son algo de lo más normal (y más ahora que estamos en plena campaña electoral para las presidenciales de noviembre). Hace algunos meses ya comentamos que Google se había unido a Facebook, eBay y Amazon se habían unido para formar un grupo que tuviese como objetivo luchar por una red abierta y libre y hacer ver a los políticos que legislaciones como SOPA carecen de sentido y son un atraso.
Precisamente, en la lucha contra SOPA, se dice que Google llegó a emplear algo más de 5 millones de dólares en financiar a los grupos de presión y, la verdad, es que la inversión les salió redonda con la retirada del proyecto de ley.
Hay una frase que se atribuye al Presidente Kennedy que explica muy bien el funcionamiento, o al menos el objetivo de los grupos de presión y su influencia dentro del aparato político de Estados Unidos:
Los lobbistas me hacen entender un problema en 10 minutos mientras que mis colaboradores tardan tres días
Y, la verdad, viendo algunas de las decisiones que se han tomado alrededor de Internet (ACTA, SOPA, etc), no viene mal que exista algún grupo de presión afín a Internet que intente contrarrestar a los arcaicos lobbies de la industria de los contenidos. En cualquier caso, vale la pena echar un vistazo a las cantidades que emplean las empresas y organizaciones estadounidenses en este tipo de actividades porque, en mi opinión, hay cifras que dan bastante vértigo.