Se consolida mi hipótesis del litio-golpe en Bolivia, que dicho sea con humildad de rigor (https://bit.ly/3VUNYI7), fui de los primeros en revelar (El litio-golpe de Bolivia con Bendición de OEA y Estados Unidos, https://bit.ly/3XbvwMv).
Matt Kennard (MK), presidente de Declassified UK (https://bit.ly/3GrnYi0), revela en DailyMaverick (https://bit.ly/3jTRPrH), de Sudáfrica, con base en supuestos documentos de Gran Bretaña, cuya cancillería “parece haber pagado a una empresa con sede en Oxford para optimizar la explotación (sic) de los depósitos del litio de Bolivia el mes después de que (Evo) Morales huyó del país”. Se revela el papel estratégico de Satellite Applications Catapult, de Oxford, para optimizar la exploración y explotación de las fuentes de litio en los salares de Coipasa y Pastos Grandes en colaboración con el Banco Interamericano de Desarrollo (¡megasic!).
La embajada británica “actuó como ‘socio estratégico’ del régimen golpista y organizó un evento internacional de minería en Bolivia cuatro meses después del derrocamiento de su democracia”.
La británica Watchman, fundada por un veterano de guerra del ejército, Christopher Goodwin-Hudson, ex director de seguridad global de Goldman Sachs (¡megasic!), con su asociado Gabriel Carter, miembro del Special Forces Club, “‘ofreció sus servicios’ (sic) a las empresas mineras” cuando ocho meses antes del golpe militar, la embajada británica llevó a una empresa de ciberseguridad con estrechos lazos con la CIA a Bolivia.
En forma perturbadora, la embajada británica proveyó datos al hoy desacreditado reporte internacional usado para justificar (sic) el golpe de 2019. Tampoco hay que asombrarse cuando arrecia la guerra del litio de Estados Unidos contra China desde Sudamérica hasta México (https://bit.ly/3io8xPq) en el mayor depósito del mundo: Bacadéhuachi, Sonora (https://bit.ly/3Ixa945; https://bit.ly/3CywieB). Y no hay nada nuevo en la filtración de espías anglosajones a la empresa estatal YLB.
Para proteger (sic) sus sistemas del cibercrimen, la Bolsa de Valores de Bolivia, en forma cómplice o ingenua, en coordinación con los bancos bolivianos, adquirieron los servicios de la británica empresa de ciberseguridad Darktrace, vinculada con los servicios de espionaje de Gran Bretaña.
Algo sucedió para que el avión del muy inquieto presidente Evo Morales haya sido obligado a aterrizar en Austria en 2013 (sic) cuando las agencias de espionaje de Estados Unidos sospecharon que transportaba a Snowden (https://bbc.in/3ZvlJ62). ¡Ni James Bond!
La herejía de Evo, seis años antes del litio-golpe, radica en que se alió a China y Alemania para la explotación del mineral y el lanzamiento de un carro eléctrico en Cochabamba. Lo demás viene en Wikileaks (https://bit.ly/3GqAPRj). ¡De milagro está vivo Evo!
MK devela que la embajada británica proveyó los datos del desacreditado reporte de la OEA (https://nyti.ms/3QppRjz), donde mercenarias ONG recibieron alrededor de 10 mil dólares por sus posturas patrióticas, entre ellos el entrenamiento de 30 periodistas (sic) bolivianos que recibieron otros 10 mil dólares de Thomson Reuters Foundation. Dejo de lado las conexiones de Gran Bretaña con el alcalde de Santa Cruz (Bolivia), que explica las veleidades secesionistas y la presente confrontación.
Se trata de un ajuste de política y un reajuste de cuentas cuando arde Perú (https://bit.ly/3iipScP), con importantes yacimientos de litio, al unísono del triángulo del litio de Bolivia/Argentina/Chile proyectados a formar parte del London Metal Exchange –el centro mundial del mercadeo industrial de metales–, según el documento de marras.
Estas filtraciones de documentos desclasificados es una práctica muy común de Gran Bretaña –bajo la filosofía del vizconde Palmerston, de que los intereses nacionales priman cualquier consideración– cuando, como consecuencia de la crisis energética global que detonó con la guerra en Ucrania, la dupla anglosajona de Estados Unidos y Gran Bretaña empieza a arrojar bajo el autobús a sus desechables vasallos: Añez en Bolivia, por el litio, y Guaidó en Venezuela, quien ni siquiera valió un barril de petróleo.
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2023/01/08/opinion/014o1pol