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Hacia un nuevo orden político, económico y social en Bolivia y Sudamérica

Fuentes: Rebelión

El Perdón Político (Gregorio Iriarte) La política del perdón o el perdón político es de absoluta necesidad en todos los países y en todas las situaciones de la vida, pero lo vemos como una urgencia a corto plazo en el escenario político de la Bolivia actual. El verdadero perdón abarca tres áreas: la espiritual, la […]

El Perdón Político (Gregorio Iriarte)

La política del perdón o el perdón político es de absoluta necesidad en todos los países y en todas las situaciones de la vida, pero lo vemos como una urgencia a corto plazo en el escenario político de la Bolivia actual. El verdadero perdón abarca tres áreas: la espiritual, la psicológica y la socio-política. Esta última es la más difícil y, en nuestro caso, la más necesaria.

Todo buen político sabe que tiene que perdonar a sus adversarios. Es consciente de que tiene que ser un constructor de unidad y que, para lograr una unidad estable, es necesario el perdón político. La paz de un país se basa fundamentalmente en la justicia, pero no hay justicia, ni auténtica reconciliación, sin perdón.

Para lograr una reconciliación nacional es necesario que el Gobierno, los pueblos, las regiones y las distintas fracciones políticas desarrollen sentimientos de perdón. El perdón llega allí donde no llega la justicia. El perdón trata de superar los resentimientos, los odios, las envidias, los instintos de venganza. La justicia, cuando llega, se queda dentro de la normatividad jurídica. El perdón logra la sanación del corazón y de los sentimientos heridos.

Tenemos en la historia política de nuestros días un ejemplar perdón socio-político. Es el caso de Nelson Mandela. Mandela nació en una etnia sudafricana. Fue un incansable activista en contra de la segregación racial a la que estaba sometida toda su raza negra a través del «apartheid».

Sin embargo, Mandela no hizo bandera política de su largo y doloroso encarcelamiento y tampoco quiso que la terrible injusticia de la que había sido víctima fuera arma de lucha y confrontación entre blancos y negros. Su actitud humanitaria de perdón para sus enemigos políticos fue muy valorada no sólo dentro de su país sino a nivel internacional. En el año 1993, se le otorgó el Premio Nóbel de Paz con unánime aprobación de la comunidad mundial. Por eso, la paz es obra de justicia pero un componente esencial para lograrla es el perdón.

Un Orden Económico Nuevo (Joel Harvey)

A mediano plazo, Bolivia y Sudamérica necesitan un nuevo orden económico para respaldar un nuevo orden político. Aunque hay nuevas iniciativas como el Banco del Sur como parte de un futuro ANASUR (Asociación de Naciones del Sur), hay conflictos económicos que amenacen la unión de Sudamérica. Por ejemplo, Brasil apoya el uso de caña para la fabricación de etanol mientras Venezuela y Bolivia favorecen el dominio de petróleo y gas como fuentes de energía. Además, confrontaciones como la de Argentina y Uruguay sobre la industria de madera en el Río Uruguay, que ha sido derribado a la Corte Internacional de Justicia a pesar de ser un asunto técnico en vez de diplomático, reflejan una posible debilidad de la futura unión.

Sin embargo, el esfuerzo de forjar una integración energética es una señal de esperanza para el futuro de la unión de Sudamérica, que tiene que ser económica si va a prosperar, y en este esfuerzo Bolivia tiene un papel principal. En enero de 2007, Erbol, una agencia Católica de noticias en Bolivia, publicó un artículo que citaba un nuevo estudio de NASA basada en imágenes satélites que indicaban que el país podría tener una de las reservas más grandes del petróleo y del gas, además de minerales estratégicos, en el mundo, concentrados principalmente en los departamentos de Tarija, Potosí, y Oruro. De todos modos, si esta potencial de Bolivia para contribuir a la integración de Sudamérica va a ser realizada, el país tiene que superar sus conflictos económicos y políticos. Una nueva cooperación sería necesaria a nivel local, regional, y nacional, basada en la ayuda mutua en vez de la defensa de intereses propios.

Por otro lado, si no existe esta cooperación tanto dentro de Bolivia como en países vecinos, hay el peligro de que la región siga a EEUU en una recesión económica provocado por el alto precio de petróleo y la inestabilidad del dólar. Lula ha dicho en los últimos meses que es inconcebible que Sudamérica tenga apagones eléctricos teniendo unas de las reservas de hidrocarburos mas grandes del mundo, y ha pedido una política regional para reforzar la integración energética del continente. ¿ Sin embargo, Brasil acaba de descubrir una nueva reserva gigantesca de hidrocarburos afuera de la costa de Río de Janeiro que, junto con otras reservas nuevas, podría bajar la dependencia del país en el gas Boliviano, y que va a ser la política hacia la integración energética después de que estas reservas están explotadas?

Finalmente, los factores que podrían obligar a Bolivia y los otros países de Sudamérica a cooperar no son solamente las escaseces energéticas y la inestabilidad financiera que se acercan pero también el peligro del acercamiento del cambio precipitado del clima. La carencia de la coordinación de las necesidades energéticas del mundo con tentativas de controlar el calentamiento global está causando un número de puntos críticos ser alcanzado. El hecho de que vivimos en una aldea global en términos de la comunicación está a punto de ser traídonos a casa en el área ambiental. En conclusión, estamos obligados a reconocer que solamente un nuevo orden con nuevas reglas y nuevo comportamiento puede dar lugar al bienestar del planeta en su totalidad. ¡Así, aun en el área económico, el egoísmo verdadero en un nuevo orden estaría basada en la consideración del otro!

¿Qué Se Entiende por Reformación de Valores? (Gregorio Iriarte)

Para que haya un nuevo orden político y económico a corto y mediano plazo tiene que haber a largo plazo una reformación de valores morales. Nos hallamos, hoy en día, ante una distinta escala de valores. Los valores son patrimonio de la propia cultura y son ellos quienes orientan todas nuestras relaciones. Sin embargo, constatamos que en nuestro ambiente hay una pérdida progresiva del valor normativo de la ética como medio para regular los comportamientos de las personas y de los grupos sociales.

A pesar de esto, vemos también que están presentes en nuestro ambiente nuevos valores y que gran parte de los valores tradicionales son aceptados pero desde una perspectiva distinta. Sin embargo, el balance entre los nuevos valores que aporta la post-modernidad y los valores tradicionales que hemos perdido es profundamente negativo para nuestra sociedad. Es más lo que hemos perdido que lo que hemos ganado. No obstante, lo nuevo que nos llega no puede constituirse en enemigo de lo tradicional. Debe llegarse a una complementariedad y a una articulación entre lo de ahora y lo de siempre, entre la modernidad y la tradición.

Es de absoluta necesidad, por lo tanto, una reacción desde todos los sectores de la sociedad para encontrar esa urgente integración como respuesta a la crisis de valores que nos afecta. Debemos reconocer que en las culturas ancestrales de América Latina todavía subyacen profundas e importantes reservas morales. Es urgente el valorarlas y revitalizarlas a través de todos los medios a nuestra disposición. Se debe desarrollar la autoestima, tanto en lo cultural, como personal.

Es evidente que la crisis de valores afecta directamente a la esencia misma de la nacionalidad ya que se pierde el sentido de patria y el de pertenencia a ella. Por lo tanto, tiene que abordarse desde el propio Gobierno y todos los partidos ya que afecta a su misma praxis política. Tiene que darse una respuesta alternativa a este desafío desde toda la sociedad en su conjunto. Hay que desarrollar la capacidad de respuesta, fortaleciendo lo local, lo propio y todo lo nuestro. Por eso, el Gobierno debe elaborar programas a nivel nacional que se constituyan como tema esencial la educación cívica como base de un nuevo orden político, económico, y social.