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Hambre y criminalidad oficial

Fuentes: Rebelión

Según informa la prensa, el balance que del año 2014 elaboró el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, sostiene que: -El ingreso en los hogares mexicanos, ha permanecido sin aumento desde 1992: -La pobreza no disminuye, pese a los muchos planes presupuestales; – Baja calidad en proyectos y acciones del gobierno […]

Según informa la prensa, el balance que del año 2014 elaboró el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, sostiene que:

-El ingreso en los hogares mexicanos, ha permanecido sin aumento desde 1992:

-La pobreza no disminuye, pese a los muchos planes presupuestales;

– Baja calidad en proyectos y acciones del gobierno federal, como el seguro popular y la educación;

-Programas de desarrollo social, dispersos; los productivos, sin resultados;

– Desde hace 23 años el ingreso de los hogares es bajo, las percepciones laborales han perdido poder adquisitivo en relación con el valor de la canasta alimentaria. Tan sólo desde 2007 el precio de los alimentos se ha elevado más que la inflación promedio, y desde 2000 el salario mínimo ha estado prácticamente sin cambio.

De todo ello, se puede decir en pocas palabras, que en México sólo se incrementan el hambre y la criminalidad oficial.

El horrendo crimen de Ayotzinapa sigue provocando la movilización de importantes sectores de nuestra población. Según reporta La Jornada, «El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en voz del Subcomandante Moisés, anunció que acompañará a los padres y familiares de los 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, en la lucha por encontrarlos y en búsqueda por la verdad y la justicia. Los zapatistas no perdemos de vista ni cerramos los oídos al dolor y la pena de los padres de Ayotzinapa; todos debemos acompañar en su búsqueda de la verdad y la justicia, simple y sencillamente porque ese es el deber de cualquiera que sea de abajo y de la izquierda, dijo en el contexto del 21 aniversario del levantamiento armado del EZLN»…Los padres de los estudiantes narraron el calvario que han vivido desde el 27 de septiembre de 2014, cuando se enteraron de la desaparición de sus hijos. Mario César González Contreras, padre de César Manuel González Hernández, dijo que a más de tres meses de la desaparición de sus hijos «el gobierno sólo se ha burlado de ellos al difundir diversas versiones sobre lo acontecido y su desaparición. La primera vez los mataron, los destazaron; la segunda vez nos los entregaron quemados, la tercera ahogados y ahora, la cuarta vez, nos los quieren entregar incinerados; la cuarta versión se les está cayendo otra vez, por eso nosotros hemos decidido luchar hasta encontrarlos; nuestros hijos tienen que aparecer aunque en ello nos vaya la vida, manifestó. Dijo que les han ofrecido dinero, pero nuestros hijos no tienen precio, no se venden, nuestros hijos es lo más sagrado que tenemos como pobres y no vamos a parar hasta encontrarlos y vengan las consecuencias que vengan, así perdamos nuestras vidas; si nos quieren matar no nos importa, ahora sabemos la porquería de gobierno que tenemos. El Subcomandante Insurgente Moisés pidió a los pueblos originarios del Congreso Nacional Indígena (CNI) que abracen también la lucha de los padres de los jóvenes y los reciban en sus territorios; «formemos un remolino de viento para que regresen nuestros desaparecidos; formemos una sola ola y envolvamos a estos malos gobiernos que tanto daño han hecho; hay que organizarnos».

Por mi parte, debo decir que no hace falta acudir a las estadísticas oficiales para acreditar, en los hechos, que los ingresos económicos no han aumentado en los hogares mexicanos desde hace más de 20 años, que lo que se incrementa es la pobreza, al grado de que una buena parte de la población sufre de hambruna. La práctica, que es el único criterio de verdad, demuestra que las promesas de prosperidad general que nos hicieron los neoliberales, resultaron falsas y demagógicas. También se incrementa el despojo a la superficie del territorio nacional y a las riquezas del subsuelo, al grado de que la Nación mexicana se ha quedado como «La Magnifica», sin cosa alguna.

Los crímenes de Estado, desde Acteal hasta Ayotzinapa, pasando por Aguas Blancas, la Guerra de Calderón, Atenco, Pasta de Conchos y Tlatlaya, aumentan pavorosamente, al grado de que, cualitativamente, se han convertido en un genocidio monstruoso, del que ningún mexicano pobre, pueda quedar a salvo.

Los de abajo, los proletarios, tenemos que unirnos para luchar por lo más elemental, como es el derecho a la vida. Formar un frente único, independientemente de nuestras distintas experiencias y concepciones políticas e ideológicas, para defendernos de un Estado asesino, que ya promueve las reformas a nuestra Constitución para transformar en delitos las garantías individuales y sociales, y constituirse en un Estado Fascista de Derecho.

Unidos los de abajo, los trabajadores, los proletarios, en la lucha contra el fascismo, debemos intentar alcanzar juntos, objetivos más avanzados. Recuperar, al menos, aquellas demandas históricas que nos planteamos los mexicanos en la Guerra de Independencia, en la Reforma y en la Revolución Mexicana, que por hoy se han vuelto inalcanzables. Para ello, resulta indispensable abolir la barbarie en que se ha convertido el capitalismo y construir un nuevo orden social en lo económico, en lo político y en lo cultural. O como dice la Juventud Comunista de México: «Sólo en el socialismo otro mundo es posible»

Las organizaciones políticas que se plantean honestamente la necesidad de cambios sociales de carácter revolucionario, difieren sin embargo, en las formas de lucha. Algunos insisten en participar en las elecciones- y no me refiero a quienes las ven como un negocio, ni como una forma que aparte al pueblo de la verdadera lucha de clases- sino a revolucionarios honrados que se localizan principalmente en las bases de los partidos registrados. Otros prefieren la lucha armada. Otros más le apuestan a la lucha revolucionaria de las masas. Hay quienes, como los zapatistas, que siendo un ejército armado, practican formas pacificas del cambio, como el desarrollo de sus autonomías, política, económica y social, respecto del «Mal Gobierno», al que pretenden aislar en sus palacios, mientras el pueblo busca formas nuevas de convivencia. El Partido de los Comunistas reconoce en las resistencias y en los adherentes de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, la organización más seria y consecuente en la lucha revolucionaria de nuestra Nación.

Pienso que en nuestro país, tal vez por el momento, sean válidas todas las formas de lucha y que los revolucionarios deben impulsarlas, hasta donde puedan, según sus modos y sus experiencias, a condición de que no se agredan entre si, y que, por el contrario, intercambien resultados y experiencias. La dialéctica revolucionaria los unirá en otro momento, en un solo ejército, dotado de una sola línea estratégica y táctica y de un solo mando.

De una cosa estoy seguro: La revolución tomará del pueblo los elementos para formar sus propios dirigentes, cuadros, militantes y soldados, al tiempo que determinará la táctica, según lo indiquen las circunstancias de cada fase del proceso.

Salvador Castañeda O’Connor es el Director de la revista Unidad Comunista

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.