Recomiendo:
0

Entrevista a Soledad Jarquín, periodista y activista por los derechos de la mujer

«¿Hasta dónde va a resistir la sociedad mexicana esta impunidad?»

Fuentes: SEMlac/Pie de Páginas

Soledad Jarquín Edgar emprendió una gira por varios estados de la Unión Europea con dos ideas en mente. La primera, visibilizar la violencia feminicida que se vive en México. La segunda, abrir un proceso internacional que procure justicia a su hija María del Sol, asesinada en Oaxaca la madrugada del 2 de junio de 2018.

«Todo esto se deriva a partir de que, en cuatro años, las autoridades han sido omisas y negligentes; después de que hemos descubierto actos de corrupción de la Fiscalía y del Tribunal de Oaxaca. De darnos cuenta que saquearon el expediente a lo largo de todo este tiempo», dice la periodista y activista por los derechos de la mujer.

Jarquín se encuentra en Madrid, la última ciudad europea que visita antes de retornar a México, tras 23 días de verse con miembros del parlamento, representantes de organizaciones no gubernamentales, periodistas, autoridades y miembros del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (Cedaw) en cinco países.

En su ejercicio periodístico con enfoque de género, Soledad Jarquín posee una visión amplia y profunda del fenómeno de la violencia que vive el país. Pero los encuentros que ha sostenido las últimas semanas, a pesar del vértigo, le han dotado de una perspectiva que hasta hoy le era desconocida: la de ver la realidad mexicana a través de la mirada extranjera.

«No recuerdo bien quién fue, pero era una europarlamentaria que nos dijo: México es el país al que más llamamientos hacemos por violación a los derechos humanos de mujeres y periodistas», dice.

«A la gente que vive en Europa le cuesta trabajo entender lo que sucede en México. Les cuesta entender y hasta siento un grado de incredulidad en ellos sobre lo que vivimos».

Su hija María del Sol fue asesinada con 10 disparos. En el mismo ataque murió Pamela Terán Pineda, entonces candidata a segunda concejal de Juchitán, y el chofer Adelfo Guerra. María del Sol fue asignada contra su voluntad a cubrir la campaña por Francisco Javier Montero, su jefe y titular de la Secretaría de Asuntos Indígenas, donde ella era jefa del área de comunicación social. Tenía 27 años.

La muerte de su hija es una trama de corrupción política que permitió aberraciones judiciales como la invención de testigos, presuntos culpables, suplantación de pruebas balísticas, manipulación institucional para obstaculizar la atracción federal. Una secuencia imposible de exponer como parte de un proceso limpio. El caso fue sobreseído de manera parcial en noviembre de 2021.

Tocar puertas que no se abren

Una semanas después, cuenta Jarquín, el Colectivo Madres Contra el Feminicidio y la Impunidad, el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio y Consorcio Oaxaca, establecieron un Tribunal contra el feminicidio, al que convocaron a cinco expertas en derecho que previamente habían tomado parte del caso Digna Ochoa y el Campo Algodonero. El veredicto fue contundente.

«En el caso de María del Sol dicen que ya no hay nada que hacer en el ámbito de la competencia mexicana, tanto del estado de Oaxaca como del gobierno federal y que esto debe llevarse al ámbito internacional», cuenta la periodista sobre ese episodio.

Con ello, quedaban par de cartas para seguir. La primera con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). La segunda con el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (Cedaw). Con la primera, el proceso podía alargarse 10 años; con la segunda, un máximo de cinco. Decidió por esta última.

«La verdad es que yo fui quien tomó la decisión de irme por la Cedaw, porque es hiper desgastante vivir tocando puertas que no se abren», agrega.

Los preparativos para emprender la gira europea comienzan entonces. El Consorcio Oaxaca, que patrocina el viaje, se encarga de cabildear durante medio año para que Jarquín pueda entrar a las reuniones del comité, tomar la palabra en sala frente a la relatora especial de Naciones Unidas y miembros del Parlamento.

Nadie atiende. Nadie responde

Su visita ocurre casi a la par que el de la senadora Olga Sánchez Cordero, exsecretaria de Gobernación, cuenta la periodista. A la senadora, Jarquín la ha señalado como parte del gabinete que simuló interés en el caso de su hija y en el de miles de víctimas de feminicidio.

«Me llama mucho la atención [la coincidencia] porque estamos viviendo una política de simulación», dice Soledad Jarquín. «Olga Sánchez Cordero viene, y esto lo sé porque nos lo platicaron algunos de los miembros del Parlamento, viene y ella les explica cómo se atienden las violencias contra las mujeres y periodistas en México. En el caso de la violencia contra las mujeres ella responsabiliza a los estados en relación con las diferentes formas en las que se ha tipificado el feminicidio, lo que termina por dificultar el acceso a la justicia. Yo diría que eso no es una razón concreta. Es una de las razones, pero no es todo. Siento que vino y dijo: Nosotros estamos trabajando».

Durante sus encuentros y entrevistas de estas semanas, la periodista tuvo tiempo para reflexionar sobre la postura del gobierno ante esta crisis.
Yo diría que tenemos un grave problema de violencia generalizada que se cruza con un sistema que, en el caso de las mujeres, no atiende y no le importa atender. Eso me queda claro, a mí y a cientos de madres. Podemos estar miles de horas paradas frente a las puertas de una oficina exigiendo justicia y nadie atiende. Nadie te responde».

Jarquín es consciente de la sobrecarga que se tiene en las fiscalías, no de ahora, sino de hace años. Y del atraso enorme en materia de investigación científica que, al unirse con la corrupción, abren los campos de la desolación.

«El caso de Oaxaca es uno de ellos. Nosotras le decíamos al fiscal: ‘Oiga, de los siete casos de feminicidio hay cuatro señalados. Las familias han investigado y saben dónde los pueden encontrar’. Y nos respondió el fiscal Arturo Peimbert Calvo: ‘Bueno, el problema es que la gente paga para no ser detenida’. ¿Y a quién le paga? Pues a los investigadores».