Los indicios acumulados hasta el momento señalan que la región de Tres Barracas, cerca del municipio de Porvenir, ubicado a 30 kilómetros de Cobija, fue el escenario donde grupos armados dispararon contra campesinos y normalistas que sólo portaban palos, platos, cucharas y vasos. Según las conclusiones, los campesinos fueron emboscados y frente a esa arremetida, a fin de salvar sus vidas, huyeron al monte y otros se lanzaron al río Tahuamanu donde fueron acribillados.
Informes de Derechos Humanos y Defensor del Pueblo, autopsias de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), la declaración del principal acusado ante un Juez y testimonios de las víctimas, confirmaron que el 11 de septiembre en Pando ocurrió una masacre planificada y ejecutada, y no un enfrentamiento.
Los elementos e indicios acumulados hasta el momento señalan que en la región de Tres Barracas, muy cerca del municipio de Porvenir, ubicado a 30 kilómetros de Cobija, fue escenario donde grupos armados dispararon contra campesinos y normalistas que sólo portaban palos, platos, cucharas y vasos.
Tras esos acontecimientos luctuosos, misiones humanitarias, de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia (APDHB), Defensor del Pueblo, Cruz Roja, militares, parlamentarios, Iglesia Católica, Fundación Jubileo, investigadores de la FELCC y fiscales, entre otros, se constituyeron en las poblaciones de conflicto para recoger evidencias de esos hechos sangrientos.
Hasta la fecha no hubo un informe oficial conjunto de estos organismos, pero todos coincidieron en que hubo una masacre de campesinos desarmados, además, evidenciaron que los muertos y heridos se produjeron por impactos de bala y en otros casos los indígenas fueron torturados.
La masacre campesina más cruenta de la historia democrática fue ejecutada por sicarios promovidos por la Prefectura de Pando, y cobró al menos 18 muertos, decenas de heridos y desaparecidos, producto de la emboscada en la localidad de Tres Barracas, del municipio del Porvenir.
Ese saldo luctuoso dejó al ahora ex prefecto Leopoldo Fernández, detenido en la cárcel de San Pedro, bajo acusaciones de asesinato, genocidio, asociación delictuosa, terrorismo, desaparición forzada, tentativa de asesinato, vejaciones, privación de libertad y torturas.
A esas acusaciones en las siguientes horas se sumará otra denuncia por delitos económicos, una vez que se constató el manejo discrecional que hizo Fernández de los recursos del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) para beneficiar a familiares, amigos y afines políticos.
La magnitud de la masacre ocurrida en Porvenir, según el Gobierno, supera en proporcionalidad por densidad población, lo que fue la masacre de octubre de 2003 en El Alto, donde hubo 60 muertos, ordenada por el ahora prófugo de la justicia, Gonzalo Sánchez de Lozada.
Las evidencias señalan que en un puente ubicado a siete kilómetros del Porvenir, por donde cientos de campesinos marchaban hacia Cobija en protesta de la violencia impulsada por el prefecto Leopoldo Fernández, fue el escenario de la masacre. Los testimonios e indicios señalan que paramilitares entrenados y financiados por Fernández, el «cacique» pandino, desataron el jueves 11 contra gente indefensa.
Derechos Humanos
Representantes de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia viajaron al lugar de los hechos y tras recoger evidencias determinaron que la masacre en Pando fue ejecutada por funcionarios de la Prefectura, cívicos y sicarios brasileños, peruanos y bolivianos, contra campesinos desarmados que sólo llevaban consigo platos, cucharas y vasos.
«Estos funcionarios y sicarios se dieron a la cobarde acción de ametrallar a los campesinos, mujeres, niños, ancianos y a los estudiantes normalistas con asiento en Filadelfia», señala el informe de APDHB. Esa entidad defensora de los derechos constató que en la carretera entre el puente de Cachuelita y Filadelfia, la maquinaria pesada del Servicio Departamental de Caminos cavó una zanja de 2 metros de profundidad con el fin de obstaculizar el paso de los campesinos.
De acuerdo a las conclusiones, en el sector los campesinos fueron emboscados y frente a esa arremetida, a fin de salvar sus vidas, huyeron al monte y otros se lanzaron al río Tahuamanu donde fueron acribillados. Además, señala que los campesinos que no lograron adentrarse al monte, ni lanzarse al río fueron aprehendidos por los funcionarios prefecturales de Fernández y cruelmente golpeados con palos y chicotes.
Este acto de violencia no discriminó a mujeres embarazadas, ancianos y niños. Los testimonios desgarradores dan cuenta de asesinatos públicos como muestra de escarmiento. También asegura que la convocatoria a ese ampliado departamental de campesinos expresamente solicitaba a los participantes llevar cuchara, plato y caneco (vaso).
«El temario y los testimonios dan cuenta que en ningún caso la temática del llamado implicaba llevar consigo armamento de ninguna naturaleza por parte de los campesinos», señala el informe que Derechos Humanos.
Defensor del Pueblo
Por su parte, el Defensor del Pueblo evidenció que el 11 de septiembre ocurrió en Pando una masacre armada de campesinos y no un enfrentamiento, como se pretende mostrar en algunos medios de comunicación afines a la denominada «medialuna». «Haciendo una reconstrucción mental de la visita que realicé a Pando, puedo decir que he constatado que en Porvenir no hubo enfrentamiento sino masacre de grupos con armas automáticas que masacraron y acribillaron a los indefensos hermanos campesinos», afirmó este miércoles el Defensor del Pueblo, Waldo Albarracín.
Aclaró que un enfrentamiento se da cuando ambos lados están en igualdad de condiciones, pero en este caso, los indefensos indígenas, campesinos y normalistas fueron emboscados por mucha gente armada. «Cuál es el concepto básico que nos induce a hablar de masacre, la desproporcionalidad, es decir, no se puede comparar a la gente desarmada que está escapando con aquellos grupos que tenían armas automáticas», enfatizó.
Según el Defensor del Pueblo, los testimonios de las víctimas sostienen que estos grupos llegaron no para buscar una solución pacífica, sino exclusivamente para ejecutar lo que tenían ordenado: «matar personas».
Exhumaciones y autopsias
Otro elemento que contundentemente confirma que hubo masacre de campesinos, son las autopsias que efectuaron peritos de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) en la ciudad de Cobija. Establecieron que los campesinos y estudiantes de la Normal de Filadelfia, victimados en la región de Tres Barracas, muy cerca de Porvenir, fueron golpeados, baleados y estrangulados.
El jefe de la División de Homicidios de la FELCC, My. Jaldibeck Escóbar, presentó al director Departamental de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen, Cnl. Gonzalo Macagua, el informe de la comisión de expertos que viajó a Cobija para efectuar exhumaciones y autopsias de los restos de campesinos asesinados en el sector de Tres Barracas, cerca de Porvenir.
Como responsable de la misión de peritos de la FELCC participó en dos exhumaciones y autopsias de campesinos; uno de ellos presentaba un disparo de arma de fuego en el rostro y golpes, el otro también tenía signos de que fue golpeado con palo en la cara y después estrangulado.
En La Paz, el My. Jaldibeck también participó en la autopsia que se practicó a los cuerpos de los estudiantes de la Normal Superior Puerto Rico, con asiento en el municipio de Filadelfia, Wilson Castillo Quispe (19), Jhonny Cari Sarsuri (25) y Alfonso Cruz Quispe (20). El examen forense confirmó que Wilson Castillo Quispe, recibió un impacto de bala certero en la cabeza. Entre tanto Cari Sarsuri recibió un impacto de similar característica, pero en el pecho. Mientras que Cruz Quispe fue estrangulado y falleció por asfixia.
Jaldibeck fue enfático al señalar que en este caso sigue la investigación porque expertos del Instituto de Investigación Forense (IDIF) y de balística de la Academia Nacional de Policías (Anapol), hicieron también su apreciación sobre las armas utilizadas.
Fernández mandó hombres armados
De su parte, el juez Quinto de Instrucción en lo Penal, Williams Dávila Salcedo, reveló que Leopoldo Fernández ordenó el uso de vehículos de la Prefectura para que gente armada vaya en dos camiones a reprimir a los campesinos, que realizaban una marcha que pretendía llegar a Cobija supuestamente para generar disturbios.
«Fernández asumió que tenía conocimiento de que se estaba preparando un enfrentamiento entre campesinos y funcionarios de la Prefectura, y pese a ello ha cooperado en mandar dos camionetas con gente armada para enfrentar a los campesinos», afirmó el juez Dávila.
Además, dijo que no es permisible que una autoridad en el ejercicio de sus funciones pueda disponer las movilidades para que gente armada vaya a enfrentar a campesinos, cuando el Prefecto podía apelar a la Policía si pretendía evitar que los campesinos lleguen a Cobija.
En ese marco, el Juez aseguró que de ninguna manera está arrepentido de su decisión de remitir al ex Prefecto de Pando al penal de San Pedro, porque fundamentó su resolución de acuerdo con los datos que le presentaron los fiscales Félix Peralta y Manuel Morales, la parte querellante, la defensa e incluso la declaración del propio imputado, Leopoldo Fernández, que aceptó su participación en los hechos sangrientos.
Testimonios
Testimonios desgarradores de varios sobrevivientes y víctimas de la masacre coincidieron en que fue una masacre armada y planificada.
Una mujer indígena de 44 años, de nombre Rosa, de la comunidad rural Santos Mercado, que sobrevivió milagrosamente a la masacre de campesinos del 11 de septiembre, relató que tuvo que caminar 12 horas para llegar al lugar de la pesadilla, porque lo que conecta a su poblado sólo son sendas y no caminos para las movilidades, además debe mantener a ocho hijos y siete entenados (hijastros).
«Nunca en mi vida pensé ver tantas escenas de horror y menos imaginé que había gente tan cruel para matar a niños, mujeres y ancianos. Salvé la vida milagrosamente porque logré lanzarme a una cuneta y me tapé con bolsas, llantas y basura para que no me descubrieran», testimonió.
Vio como al ingeniero de la Prefectura que yacía muerto al chocar un vehículo de Sedcam con un camión, los propios sicarios le dieron un disparo en la cabeza, aparentemente para culpar a los campesinos y luego afirmar que se trató de un enfrentamiento. «Nosotros llevamos palos, canecos y platos, además muchas mujeres cargaban a sus hijos porque debían darles de lactar», afirmó Rosa.
Cristian Rodríguez: «Hemos acompañado a nuestros compañeros en movilidades desde Las Piedras hasta Puerto Rico. Nos acusan que nosotros hemos llevado armas, pero ninguno tenía siquiera un cortaúñas, no hemos matado a nadie, pero sí hemos golpeado para defendernos», dijo.
«El primer muerto ha sido ocasionado porque entre ellos se chocaron entre una movilidad que venía desde el bloqueo y otra que llegaba a las 08.30 aproximadamente, y uno de ellos saca (un arma) y mata a un ingeniero, ese es el primer muerto y ellos mismos lo matan, pueden comprobarlo con la balística de que debe ser un arma corta».
Rodrigo Medina Alipaz: «Quiero denunciar que este hecho nunca antes en la historia campesina se dio. Nosotros íbamos a un ampliado campesino, después del ampliado íbamos a hacer una marcha de protesta por las calles de Cobija, pero desgraciadamente nos encontramos con la emboscada en Porvenir.
«Como siempre lo hemos hecho, traíamos niños y mujeres. El responsable de esta acción es el señor Leopoldo Fernández como prefecto de Pando, porque hemos visto utilizar las movilidades (vehículos) de la Prefectura, en cada uno de ellos más de 30 hombres armados con fusiles, metralletas y revólveres. A mí me pegaron dos tiros y gracias a Dios pasaron junto a mi cabeza, pero a mi compañero de lado lo hirieron de frente en el vientre».
Claudia Alpire: «Cuando nosotros llegamos a Porvenir, ellos (sicarios, trabajadores de la Prefectura y los cívicos) nos dijeron un ratito y nuestros hijos lloraban, nosotros pedíamos agua a esa gente y nadie nos quería dar agua».
«La policía nos decía esperen un ratito, ahorita vamos a solucionar su problema y van a pasar, y cuando ese hombre al que lo teníamos como rehén nos dijo lárguennos esos niños están llorando de hambre y nosotros ahorita vamos a traer comida. Ahí fue cuando corríamos a todos lados, cuando los tiros salían por todos lados, pedíamos a las casas que nos den ayuda y nadie nos quería abrir las puertas, nos cerraban las puertas y esos niños como lloraban».
Rosa Lucia Alpire: «La Policía decía ahorita van a pasar, pero había sido que ellos mismos (Policía) nos estaban tendiendo una trampa entreteniéndonos ahí para que los demás lleguen armados. Cuando sus familiares se llevaron a los seis rehenes que teníamos empezaron a arañar (disparar) bala. ¿Qué hizo la Policía? La Policía se escondió en vez de intervenir. Ha sido doloroso todo lo que hemos vivido, porque nos han humillado, torturado, matado, la cárcel para Leopoldo Fernández no nos va a devolver a nuestros seres queridos».