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Algunos factores que causan la inflación

Hay más dinero pero no se invierte en producción; los más afectados son los trabajadores

Fuentes: CEDLA

El incremento de precios en el país no es solamente un problema monetario, es básicamente un tema de incapacidad productiva para garantizar los productos básicos de la alimentación de la población. Es decir que la economía está orientada a priorizar el mercado externo y no a reactivar el aparato productivo, principalmente en aquellos sectores que […]

El incremento de precios en el país no es solamente un problema monetario, es básicamente un tema de incapacidad productiva para garantizar los productos básicos de la alimentación de la población. Es decir que la economía está orientada a priorizar el mercado externo y no a reactivar el aparato productivo, principalmente en aquellos sectores que producen para el mercado interno. Esto repercute en el bolsillo de los trabajadores y en la baja generación de empleo.

Si bien es cierto que existe una reducción en la producción por el fenómeno de El Niño, hay que señalar que la oferta nacional de estos productos durante el periodo neoliberal se ha tornado insuficiente, situación que se ha venido compensando con su importación desde países vecinos. Asimismo, la baja productividad de las labores agrícolas tradicionales, agravada por las políticas neoliberales de apertura externa irrestricta, desplaza a importantes segmentos campesinos de la producción de alimentos.

Actualmente, la construcción y la minería atraviesan un boom y están demandado mano de obra poco calificada, lo que provoca no sólo el abandono de las labores agrícolas y una posible disminución en la producción sino, también, el que estos mismos trabajadores, desde las ciudades y centros mineros, incrementen la demanda de dichos productos. 

Los datos del Ministerio de Desarrollo Rural, Agropecuario y Medio Ambiente revelan una reducción en la producción de alimentos. En el caso del trigo, que si bien alcanzó una producción de más de 148 mil toneladas métricas el año 2006, se tuvo que importar casi 334 mil. La producción de maíz, que entre el 2004 y 2005 fue de más de 800 mil toneladas, para el 2006 la misma se redujo a 780 mil; mientras que el Gobierno tuvo que importar más de 2 mil toneladas de este producto. En el caso del arroz, si el 2005 se producía aproximadamente 500 mil toneladas, para el 2006 ésta llegó apenas a 425 mil toneladas; en tanto que su consumo interno ya bordeaba las 634 mil toneladas. 

No hay inversión para cubrir el mercado interno  

Como es de conocimiento público, hace algunas semanas el Gobierno volvió a ratificar su decisión de que el Decreto Supremo 21060 continúe guiando los destinos de la economía, es decir, que sea la «mano invisible» del mercado mediante la libre oferta y demanda la que fije los precios de las mercancías (El Deber.12-07-2007).

En concordancia con ello, la «revolución agraria» es una continuación de la ley INRA, implementada por Gonzalo Sánchez de Lozada, en la que se privilegia a los terratenientes capitalistas con visión exportadora en desmedro de la economía campesina, por lo que la producción de alimentos queda relegada a un segundo plano.  

En este mismo sentido, la inversión nacional y extranjera se destina exclusivamente a actividades orientadas a la exportación de productos hidrocarburíferos, mineros, agrícolas (soya, café, cacao, castaña),  manufactureros (textiles, joyería, cuero, madera), descuidando la producción destinada al mercado interno. Así, vemos que el crecimiento económico se da en sectores de alta rentabilidad en los cuales los precios internacionales están subiendo, como es el caso de algunas materias primas.

El beneficio, entonces, es para las empresas en desmedro del pueblo boliviano, lo que evidencia que se sigue profundizando el patrón primario exportador de nuestra economía. Según informes del Instituto Nacional de Estadísticas, la Balanza Comercial para este primer semestre arroja un superávit en términos absolutos de 528 millones de dólares; siendo las principales exportaciones: hidrocarburos, minerales y soya.

Sin embargo, es evidente que la tasa de crecimiento de las importaciones fue mayor a la de las exportaciones en un 8,9% y que existe un déficit en el rubro de alimentos elaborados, por lo que tuvimos que importar un total de 73 millones de dólares en cereales, productos lácteos, azúcar y sus derivados, café, té, cacao y comestibles enlatados. En los últimos cinco años, la importación de alimentos se incrementó en 18,23%,  pues si para el año 2002 ésta era de 166,7 millones de dólares, para el 2006 llegó a 197,2 millones de dólares.  

Hay más dinero, crece la demanda, suben los precios  

El alza de precios, en el último año, hay que analizarlo en dos sentidos. Por el lado de la demanda de mercancías -aspecto monetario en el que redundaron analistas, Gobierno y oposición? aparentemente hay un exceso de liquidez en poder de los consumidores, esto porque subieron los precios de las materias primas en el mercado internacional incrementando significativamente los ingresos por exportaciones del país. 

Adicionalmente hubo un incremento de las remesas que envían los emigrantes, crecimiento en la economía de la coca,  donaciones y un ahorro fiscal en las prefecturas y municipios; todo ello provocó el aumento en las reservas internacionales del Banco Central de Bolivia (BCB) lo que se tradujo en un incremento sustancial de la base monetaria que, supuestamente, al llegar a manos de la población en forma de dinero le permitió incrementar su demanda por mercancías, ocasionando la elevación de precios. 

Sin embargo, es importante señalar que el BCB hace meses controla esta situación disminuyendo el crédito interno -principalmente al sector público? apreciando el boliviano respecto al dólar, modificando los requerimientos del encaje legal y, paralelamente, realizando Operaciones de Mercado Abierto (OMAs) lo que permite «esterilizar» o retirar dinero de la economía. Esto impide, parcialmente, que las personas tengan exceso de dinero y puedan presionar sobre los precios. Lo delicado es que, como admite Johnny Suxo, director del Instituto Nacional de Estadística (INE), cuando suben los precios de las mercancías es difícil que puedan disminuir o retornar a su nivel inicial. 

No alcanza la plata    

Es así que los bolsillos de los trabajadores son los que se vacían antes de que el mes concluya. Si se analiza el aspecto real, por el lado de la oferta, las mercancías cuyos precios han subido se concentran en productos de primera necesidad: pan, arroz, azúcar, aceites, carnes, cereales, verduras y legumbres, debido a la escasez relativa de los mismos. 

Para analizar el tema de la inflación, otro aspecto que debe ser tomado en cuenta es el relacionado con la diferencia porcentual de gastos en el consumo de alimentos entre el quintil más pobre y el más rico de la población urbana. Es así que el primer grupo concentra el 41,8% de sus gastos en el consumo de alimentos, en tanto que el segundo sólo destina a este rubro el 14%. En este sentido una elevación de los precios de la canasta alimentaria, si bien tendrá un impacto en el conjunto de la población, tendrá mayor incidencia entre los hogares pobres que destinan una mayor parte de su gasto en alimentación.

Es también necesario destacar que los hogares más pobres están conformados por un mayor número de miembros, por lo menos seis personas; en tanto que los de mayores ingresos sólo tienen a tres miembros en cada hogar, siendo que su nivel de ingresos es cinco veces mayor.  Un segundo aspecto para tomarse en cuenta es el de la concentración del alza de precios en productos de primera necesidad, como el pan, cereales, legumbres y hortalizas. Entre los hogares pobres el consumo de estos productos significa el 21,34% del total de sus gastos; en el caso de los hogares con mayores recursos es solamente de 4,44%. 

Menos pan para los pobres  

Considerando que los hogares de menores recursos económicos están constituidos por seis miembros, que cada uno de ellos consume en promedio dos panes diarios y que el precio de cada unidad de este producto era de 0,30 bolivianos, el gasto mensual por hogar era de 360 bolivianos.

La reciente subida del precio del pan a 0,60 bolivianos implica compensar dicho incremento con un ingreso adicional de 105 bolivianos, reducir el consumo de cualquier otro producto de la canasta familiar en dicho monto o, finalmente, racionar su consumo entre la familia.  De esta manera vemos, contrariamente, que ante la danza de cifras sobre un escenario económico «próspero» (incremento de ingresos por exportaciones de materias primas, remesas, superávit fiscal, entre otros.) los hogares de los trabajadores deben enfrentar el desempleo, bajos salarios e ingresos, condiciones laborales precarias que atentan contra sus condiciones de existencia. 

No hay perspectivas de solución  

Desde el punto de vista monetario, las reservas internacionales del BCB seguirán creciendo debido a que se mantendrán elevados los niveles de demanda de minerales por parte de China, India, Rusia, Japón, además de otras economías que crecerán a niveles mayores al promedio mundial, en un escenario de crisis energética. Por ende continuarán presionando al alza de los precios de las materias primas, hecho que permitirá un alto nivel de ingresos por exportaciones. 

Asimismo, las remesas continuarán en ascenso y el crecimiento de los déficits gemelos de EE.UU. obligará a este país a abaratar su moneda lo que muestra una tendencia a la inflación mundial. Es decir, se mantendrán las presiones sobre la emisión de dinero, lo que reducirá paulatinamente la eficacia de las políticas monetarias y cambiarias orientadas al control de la inflación, afectando negativamente en el empleo y el crecimiento.  

Desde el punto de vista de la producción real, el primer aspecto que se debe señalar es el relacionado a la tendencia al incremento en el precio del pan, que se mantendrá debido a que el 85% del trigo que se consume en Bolivia es importado, y en el mercado internacional el precio de este producto está subiendo.

Azúcar y trigo para combustibles  

Todo ello se debe a la crisis energética mundial que está obligando a la búsqueda de sustitutos a los energéticos fósiles para poder garantizar niveles de acumulación expectables para las empresas transnacionales, razón por la que el trigo, caña de azúcar, soya y otros granos de los cuales se obtiene azúcar se están destinando a la producción de biocombustibles. Lo que provocó que entre julio de 2005 y julio de 2007 el precio del trigo en el mercado internacional suba en 80%, de 122 a 220 dólares la tonelada. 

Recordemos que el 2006 Bolivia importó aproximadamente 285 mil toneladas de trigo y harina a un costo de 53 millones de dólares, el precio promedio fue de 189 dólares la tonelada. (Alvarado, Julio. El Diario 14-07-2007) y que los insumos (alimento balanceado) para la cría de pollos tuvieran un alza importante puesto que el precio del sorgo, en el último año, subió de 45 a 135 dólares la tonelada; en tanto que el maíz se elevara de 90 a 150 dólares la tonelada (Martínez, Juan Pablo. El Deber 17-07-2007). Por lo que podemos inferir que los precios de los granos y sus derivados continuarán subiendo, lo mismo que los productos avícolas y los aceites. 

Este incremento en los precios de los alimentos es un fenómeno mundial. Debido al incremento de la demanda de etanol en Canadá y la Unión Europea la cotización internacional del trigo en la Bolsa de Chicago a diciembre 2007 está calculada en 228 dólares la tonelada, en tanto que a marzo 2008 subirá a 230 dólares. 

Mientras esto ocurre, la tendencia creciente de la demanda de biocombustibles en los países desarrollados se mantiene en un escenario de disminución de las existencias de trigo en relación a su utilización -según la FAO el promedio existencias/utilización de la primera mitad del decenio fue de 34%, para el 2008 se estima que será de 23%? (Alvarado, Julio, El Diario 14-07-2007).

Esto está acelerando la subida de los precios de los alimentos en Europa, China, India y EE.UU. La «agroflación» -inflación de los productos agrícolas- en EE.UU. fue de 2,5% en 2006 y llegará a 4% este año. Como casi todo el maíz está destinado a la producción de etanol el precio del pollo subió en 30% en los últimos 12 meses, y la leche subirá en 14% este año. En Europa, la mantequilla ya está un 40% más cara. En México, hubo movilizaciones populares contra el aumento del 60% en el precio de las tortillas de maíz, grano que ahora importan en grandes proporciones desde EE.UU. gracias al NAFTA. En Brasil, la población pagó tres veces más por los alimentos en el primer semestre de este año, que en el mismo periodo de 2006 (Bolpress 18-07-2007). 

Bolivia también importa inflación  

Como Bolivia no es una isla y la inflación es un fenómeno regional, el nivel de precios interno aumenta vía inflación importada hecho que reduce considerablemente el ingreso de los trabajadores. Es decir, como el incremento en los precios internacionales de los commoditys está beneficiando a toda la región las economías vecinas también presentan problemas de inflación y aprecian sus monedas respecto al dólar, pero como nuestro nivel de precios es menor al regional y nuestro tipo de cambio más alto, al importar mercancías importamos la inflación de esas economías, el caso de las leches en polvo, condensada, evaporada o  del trigo, del tomate, y las conservas o enlatadas son un ejemplo. 

Otro elemento importante a tener en cuenta es que, producto de la política exportadora del sector hidrocarburífero, mismo que va en desmedro del abastecimiento interno, continuará la escasez de gas natural y GLP en el mercado interno y, dado que existe una política de precios internacionales para el mercado interno en el marco de la Ley 3058 -que  tiende a igualar los precios del mercado interno con los que rigen en el mercado internacional? habrá presión para que suban los preciso de los combustibles y, como estos son insumos esenciales para la producción y el trasporte, su encarecimiento relativo será transmitido mediante los costos de producción a los precios de las mercancías que consumimos.  

Crisis de acumulación de capital  

Sabemos que el proceso inflacionario de la década de 1980 tuvo su detonante central en el elevado déficit fiscal que obligó a la emisión inorgánica de dinero y que, contrariamente, en la actualidad se tiene un superávit fiscal, crecimiento y estabilidad. Sin embargo, antes de mencionar algunos elementos internos a tomar en cuenta, hay que señalar que en ambos casos se trata de una crisis en la acumulación de capital en las economías desarrolladas, fundamentalmente en los EE.UU. que nos transfieren el costo de dichas crisis mediante mecanismos propios del sistema capitalista, en este caso mediante la inflación.  

En cuanto a los aspectos internos, en principio nos permite señalar que la inflación no es provocada por el incremento de salarios -en realidad los aumentos en el salario nominal van arrastrados por la subida de los precios? dado que el incremento del salario mínimo nacional del 5% para 2007 en el sector público en realidad fue una reposición a la pérdida del poder adquisitivo que sufrió el salario de los trabajadores por la inflación de 2006, que alcanzó el 4,95%.

Por su parte estas reposiciones a la capacidad de compra del salario en el sector privado que produce para el mercado interno, siempre fueron menores a los establecidos para el sector público y, siendo menores al mínimo nacional, se han mantenido siempre en el rango de la estructura de costos por lo que no debieron afectar a los precios de venta. Lo que muestra que en lo que va del año el salario real de los trabajadores ha disminuido en casi 4%, puesto que la inflación acumulada de enero a junio es de 3,66%. 

En segundo lugar, el peligro de los ingresos extraordinarios por exportaciones en economías como la nuestra -que  no tienen un aparato productivo diversificado y consolidado que garantice el abastecimiento de su mercado interno? está en que un manejo ortodoxo de la política monetaria y cambiaria, que a fin de controlar la inflación acelere la devaluación del dólar, puede provocar la reducción de las exportaciones no tradicionales y manufacturadas y, a la vez, una mayor contracción del incipiente sector productivo interno. Esto porque un dólar mas barato encarece nuestras exportaciones y abarata las importaciones lo que hace que los consumidores prefieran mercancías importadas a las nacionales, disminuyendo más aún nuestra capacidad productiva.