Apareció hace poco, como un gran logro del actual Gobierno, la noticia que la empresa francesa Bolloré aceptaría que Bolivia sea la socia mayoritaria en una futura fábrica de baterías de litio, mientras tanto dicha empresa se llevará a Francia aproximadamente 18 toneladas de salmuera para realizar investigaciones en laboratorios de ese país sobre los […]
Apareció hace poco, como un gran logro del actual Gobierno, la noticia que la empresa francesa Bolloré aceptaría que Bolivia sea la socia mayoritaria en una futura fábrica de baterías de litio, mientras tanto dicha empresa se llevará a Francia aproximadamente 18 toneladas de salmuera para realizar investigaciones en laboratorios de ese país sobre los procesos de producción de carbonato de litio y una vez que los identifiquen, podrán registrar la patente en todo el mundo, excepto en Bolivia y los países de la Comunidad Andina.
La noticia es impactante, pero no por el logro conseguido, sino por la enorme estupidez que han cometido los técnicos del Gobierno al aceptar de Bolloré tan desfavorable acuerdo para Bolivia, ya que podría suceder que Bolloré descubra una tecnología para procesar el litio que comercialmente sea la única rentable y por lo tanto la precisa forma de procesar comercialmente el litio del salar de Uyuni será con la tecnología que descubrió Bolloré y nadie podrá explotar el litio (porque no será rentable) si no le paga a dicha transnacional sus derechos, que en el futuro, por la escasez de fuentes de energía, valdrán cientos de millones de dólares. En el extremo, lo que podría suceder es que nos quedemos con el Salar inexplotado hasta que Bolloré decida a quién y cuándo vender su tecnología, quedándole a Bolivia, como única opción, exportar el litio como materia prima y dejar que otros países lo procesen, llevándose por lo tanto, la mayor parte de la torta. En pocas palabras, Bolivia negoció el candado (que ya lo tenía) y entregó la llave a las calumniadas transnacionales. Una negociación tan insensata es sólo comparable con la que se hizo para entregar el litoral por una vía férrea hace ya más de 100 años.
Unos diez años atrás sucedió algo parecido, pero que en magnitud e importancia, comparado con el tema del litio, es infinitamente más pequeño. El hecho surgió cuando en Estados Unidos patentaron los procedimientos genéricos para procesar la quinua y sus derivados -obviamente sin el permiso boliviano- de tal manera que prácticamente cualquier cosa que se haga con la quinua, ya está patentado afuera y se deberá pagar derechos a los dueños de esas patentes.
El tema de las patentes es algo que cada vez se pone más peliagudo para los países en vías de desarrollo y en particular para Bolivia, que tiene muchos recursos naturales pero prácticamente ninguna investigación científica, aspecto que es crucial para los países desarrollados y que explica por qué sólo les interesa de nosotros los recursos naturales. Así es que nosotros terminamos exportando gas, petróleo, estaño, castaña, cobre, hierro, carne, etc., y nos lo devuelven diez veces más caro (con valor agregado, dizque), bajo la forma de gasolina, diesel, plásticos, alambre, conductores eléctricos, carne enlatada, chocolate con castaña, automóviles, y un sinfín de bienes industriales.
Otro ejemplo de la inexperiencia negociadora del MAS con las transnacionales es lo relacionado con la política energética y que se origina con lo que se conoce como «la guerra del gas». En esos momentos el MAS utilizó dos argumentos para oponerse a la exportación del hidrocarburo. El primero fue que había que industrializar el gas en Bolivia y no exportarlo como materia prima, y el segundo fue que no se podía permitir que el gas salga por territorio chileno. A estas alturas, el MAS se ha dado cuenta que ambas estrategias eran las más económicas y eficientes, ya que se estaba buscando mercados que fueran alternativos al monopolio comprador que ejercen Brasil y Argentina, situación que hoy en día ya es abiertamente favorable a ambos países y que será aún más desfavorable para Bolivia en la medida que se acerque la fecha de extinción del contrato de compra venta con Brasil (2019).
En efecto, para ese tiempo, el escenario será el siguiente: Brasil, llegado el momento de negociar una extensión del actual contrato, y sabiendo que la mayor parte de los ingresos fiscales bolivianos así como la producción de gasolina y diesel para el mercado nacional dependen que produzcamos gas húmedo -al cual se le saca los líquidos para luego exportar el gas seco a dicho país- esperará hasta el último momento para lograr que Bolivia esté al borde de una crisis energética con el objetivo de conseguir que Bolivia entregue su gas a «precio de gallina muerta» teniendo además en ese tiempo dos ventajas adicionales que son el haber desarrollado sus mega yacimientos de petróleo y gas recientemente descubiertos en la cuenca de Santos y a lo que se le añadirá el tener terminales de LNG que le permitirán almacenar reservas de gas natural por un par de meses, lo cual le quitará el temor que se paralice la industria de San Pablo si es que Bolivia, en una maniobra desesperada para conseguir mejores precios, decidiera parar el suministro de gas a Brasil. Esta situación fue la que el Gobierno del MAS aprovechó para «nacionalizar» las refinerías que poseía Petrobras en nuestro país y que hizo que Brasil se mostrara «comprensivo y deseoso de negociar», ya que lo que estaba en juego era muchísimo más importante: el suministro de gas a San Pablo, porque existía el serio temor de que la inexperiencia negociadora del Gobierno masista le llevara a cortar el suministro de gas a Brasil con lo que el MAS habría hundido ya no sólo a Sánchez de Lozada sino también a Lula.
Lo que queda esperar para resolver estos entuertos es que en el caso de las salmueras que se quiere llevar Bolloré, no se permita que salgan de Bolivia hasta que se logre un acuerdo que haga participar a nuestro país de los beneficios que darán las patentes de las tecnologías diseñadas, o sea, queremos tener un «porcentaje» de la llave además del candado.
Respecto a los hidrocarburos, el único que puede arreglar el serio problema energético que se avecina -y tiene que ser lo más pronto posible- es el propio MAS, ya que será necesario cambiar la Constitución Política del Estado y para ello, sólo el poder y apoyo que tiene Evo Morales podrá enfrentar la enorme complicación que significará el reconocer que el partido de gobierno se equivocó en su estrategia de desarrollo energético.
Homero Alfaro