M.H.: Hay un proyecto de Ley “Alejo” que busca protección ante la violencia contra los varones. Un proyecto que apoya Gabriela Lena, una legisladora entrerriana y Gustavo Hein que acompaña esta presentación. Se lo denominó “Alejo” en referencia a Alejo Oroño un joven de 22 años asesinado hace pocos días por la madre de su hijo en la localidad de Hurlingham. Es en función de este caso, que quienes impulsan el proyecto plantean que existe una estigmatización para las violencias que sufren los varones de parte de mujeres que los lleva a no denunciar por vergüenza. Además, entienden que la propia Ley Micaela, cuyos alcances este proyecto busca ampliar, habla de la necesidad de capacitar al personal del Estado sobre violencia desde la perspectiva de diversidad de géneros y no solo de las mujeres. Es una noticia que está circulando. ¿Qué reflexión te merece?
A.G.: Creo que el tema de la violencia de género es tal cual, evidentemente los femicidios son mayoría absoluta. Yo he atendido a varones muy maltratados, golpeados y ninguneados. Creo que es un tema cultural. No creo que la violencia contra el varón sea compensatoria, ni vengativa ni nada por el estilo. Es tan genuina como la otra. No sé si hay muchos casos de mujeres que matan varones. No creo. Lo que sí creo es que no se arregla con leyes, yo creo que esta especie de cosa enfermiza de las leyes que abre la justicia me parece que es un dislate.
Este es un tema cultural, incluso distractivo, porque fíjate todas las leyes que se han hecho, las marchas, las contramarchas, etc. Por ejemplo, el otro día escuchaba que antes se hablaba de crimen pasional y ahora de femicidio. Yo pregunto ¿a cuántas mujeres dejaron de asesinar porque en vez de crimen pasional se dice femicidio? Ninguna. Hay toda una especie de ofensiva del lenguaje encubridor que incluye lo legal, que realmente no solo no resuelve el problema, sino que eventualmente lo agrava. Porque la cuestión de los conflictos vinculares, familiares y de pareja, cuya solución sea el exterminio de cualquiera de los dos, o la eliminación psicofísica, no se arregla con leyes. Debe haber leyes contra la tortura.
Sin embargo, la mayoría de las cosas por las que peleamos son delitos. No querían la Ley del aborto, abortos hubo antes y los va a haber después. La Ley del aborto, para mí, tenía importancia por el cuidado de la mujer, no porque favoreciera o retrasara la cantidad de abortos. Entonces, desde ese lugar me parece que es un dislate, plantearlo en esos términos. Y creo que forma parte de este democratismo superficial, berreta. Como si hubiera una independencia del Poder judicial, además. Imaginate las causas que llegan a juicio después tienen tratamientos muy disímiles. Quién va preso, quién no, a quién se le pone preventiva, a quién no. Es todo tan arbitrario. Está lleno de causas armadas. Hay casos de falsas denuncias de abusos para quedarse con los hijos, y eso no tiene nada que ver con que yo acuerde con el Síndrome de Alienación Parental, porque no es un síndrome.
Eso no implica que no haya conductas que un cónyuge, como hombres que han denunciado a la mujer de prostitución para poder quedarse con los chicos. Quizás por el colapso del Ejecutivo, el Legislativo, las iglesias, los partidos políticos, todo, y queda la ley. La ley lo máximo que puede hacer es determinar que tal conducta es un delito. Pero prevención del delito cero. Castigo al delito cero. Este caso de la chica de Villa La Angostura sin que nadie pudiera parar a este energúmeno, la mata con un cuchillo. Porque no le tira desde 500 metros con una mira telescópica. La mata con un Tramontina. La piba corriendo sin ninguna posibilidad de defenderse, ni de recurrir a ningún lugar, por Villa La Angostura un lugar bastante poblado.
¿Y lo vas a solucionar con una perimetral? Hay pibas asesinadas que tenían la perimetral en el bolsillo o el brazalete antipánico. No les importa nada. No sirve. Pero tampoco sirven estas campañas contra la violencia. Hace más de 21 años escribí “Odio luego existo” ahí hablo de la violencia de género, y afirmo que cuando estás en contra de la violencia de género estás en contra de la violencia. Yo hablo de crueldad de género. Y la única manera de enfrentar la crueldad de cualquier género sobre el otro género, es la violencia, no la ley. Cuando se dice “todos los asesinatos fueron precedidos por equis cantidad de denuncias, tales hechos…”, para qué seguir denunciando, si a la tercera denuncia no pasa nada, para qué seguir. Comprate un bate de béisbol, contratá un sicario. Lo dicen como si estuviera bien, hacer cincuenta denuncias, está mal hecho, hace una o dos, después no hagas más.
M.H.: Lamentablemente es así. Es fuerte lo que estás diciendo. Esta semana te he leído cosas como “En el cambalache de los presos políticos de hoy se insulta, se prostituye, se denigra lo heroico de los presos políticos de ayer”. Esto que planteás es muy fuerte, yo coincido plenamente, siempre lo he planteado y he tenido muchas críticas, respecto de estos temas de violencia de género, para mí se corta de la manera que vos lo planteaste.
A.G.: Es una locura, en la historia se terminó así esto. Es como hacerle algún tipo de reclamo al señor feudal. Es una locura política esta. Una vez, gracias a Luciana Péker pude publicar en un espacio que ella tiene en Página 12, un trabajo en el que planteaba, el “ni una menos” ¿a quién se lo dicen? ¿A los victimarios, a los que están de acuerdo? Es como decirles a los nazis “ni un judío más”. Eso te pone más indefenso que el victimario. Se ha creado la paradoja, por un lado hay casi un femicidio por día y, por otro lado, cualquier denuncia no necesita prueba, con la sola denuncia ya hay condena. Sin pruebas. Se preguntan, cómo probas que no la violó ¿y cómo probás que la violó? Hay cosas que son muy elementales, pero son cuestiones políticas. Una cosa es el “chineo” y otra es una piba de Barrio Norte que se la pasa levantando tipos con guita y a uno un día se le va la mano. Todo va en la misma bolsa y es injusto. Absurdo.
M.H.: Por eso los presos políticos de hoy no son los de ayer.
A.G.: En una solicitada, aparecía como firmante, como preso político Jaime. ¿Es una joda? Además, los presos políticos siempre fueron los que enfrentaron al Estado, no los que desde adentro del Estado posteriormente fueron acusados por enriquecimiento ilícito o lo que fuera. Fueron luchadores, combatientes, guerrilleros, militantes. Es la gente que liberó Righi en el 73, décadas después lo echaron para que no investigue. A Righi que era el único camporista en serio, había sido su ministro del Interior. En ese quilombo, qué van a hablar de leyes y decretos, es un tema cultural fuerte.
El otro día tuve que fumarme un video de Lalo Mir en el que afirma que ser varón es ser un potencial femicida. Una mina que interpelaba “qué hacen ustedes varones” ¿qué querés que haga, que salga a matar femicidas? Ser varón es ser machista, ser machista es ser femicida. Todos igual. Eso es lo que hicimos los varones tantas veces, si era zarpada era puta. Están haciendo lo mismo.
Yo creo que tengo más que rasgos machistas, pero jamás violé ni maté a ninguna mujer, estoy en contra absolutamente del manoseo cultural, físico y emocional de parte de los hombres poderosos a las mujeres. Por qué yo me tengo que hacer cargo de un femicidio como si yo como varón tuviera algo que ver. Una locura. Yo tengo una frase, que puede ser mala o buena “el patriarcado no tiene género”. Y en algunas organizaciones de lesbianas, gays y travestis hay un patriarcado fuertísimo.
M.H.: Aprovecho que marcaste uno de los aforismos implicados y veo que has publicado un libro que lo saca Red Eco Alternativo como un folletín semanal ¿Qué vamos a encontrar ahí?
A.G.: Yo quería sacarlo en papel, habíamos seleccionado unos 400, después vino la pandemia y como en soporte digital se puede hacer más fácil hay muchos más, muchos se descartan, no todos son tan originales ni tan buenos. Está publicado en el portal de Herramienta, en Contrahegemonía, en la agencia Pelota de Trapo, en mi web y Red Eco se entusiasmó, me preguntó y por supuesto lo habilité. Tengo ganas de darle mayor despliegue a eso.
M.H.: Me encantó el final que le das al artículo “Y si un día no vuelvo, hagan mierda todo” donde vos citás la serie “Vikingos” porque me ha llamado poderosamente la atención esa serie, particularmente el rol de las mujeres en esa sociedad. Lo que me ha llevado incluso a bajar varios libros de la historia de los vikingos, allí vemos un papel prácticamente a la par del hombre.
A.G.: Se llamaban doncellas guerreras, pero tenían una concepción de la lucha diferente. Los vikingos eran un pueblo conquistador, pero lo que me fascinó es ese posicionamiento combativo. Y creo que hay algo importantísimo, que es que una de las cosas que más me preocupan que la ley, la denuncia, el brazalete y la cautelar, mantienen a la mujer en un lugar de víctima. Víctima en el sentido de pasiva. Y eso es terrible. Porque si hay un derecho humano, es el derecho a defenderse. Individual, grupal y colectivamente.