Cuando a las 20,30 hs. del domingo 28 de octubre, un numeroso grupo de mujeres en una escuela de la Plata comenzó a golpear palmas y a exigir a los gritos que los presidentes de mesa les firmaran el documento para retirarse sin votar, estaban sacando a la luz lo que debería haberse transformado en […]
Cuando a las 20,30 hs. del domingo 28 de octubre, un numeroso grupo de mujeres en una escuela de la Plata comenzó a golpear palmas y a exigir a los gritos que los presidentes de mesa les firmaran el documento para retirarse sin votar, estaban sacando a la luz lo que debería haberse transformado en una radiografía del escandaloso fraude electoral kirchnerista.
¿El kirchnerismo se hizo abstencionista?
El kirchnerismo perdió en La Plata, aunque esta contingencia, también era conocida por el oficialismo desde antes del cierre de los comicios. Era menester entonces, desalentar a los electores en la ciudad natal de la actual presidenta que se mostraba tan profundamente hostiles a la continuidad del «cambio que recién se inicia». Es preferible – sostuvieron los funcionarios- que los ciudadanos no voten, para que la suma de votos positivos opositores no logren provocar porcentajes que oscurezcan el triunfo oficialista o, en el peor de los casos, una fatal segunda vuelta.
Cerca de las 18 hs. en la mayoría de las escuelas, largas colas de electores pugnaban por la emisión de su sufragio, cosa que, a esa altura del partido aparecía como una tarea épica. Los demócratas más consecuentes lo lograron cerca de las 20 o 21 horas; el resto, acuciado por la desesperanza ya se había retirado más temprano sin votar y terminó leyendo las tendencias nacionales por televisión, sospechando que algo raro estaba pasando.
Rehén de los aparatos y la patota
El rol de la oposición, rehenes del fraude
«Acá no pasó nada». La crisis que se avecina que obligará al aumento de tarifas, al congelamiento de salarios, a un incremento de la inflación, el recorte del gasto público y otras medidas antipopulares, ha logrado disciplinar a la oposición en un frente único con el fraude.
La candidata, hoy presidente de los argentinos, alcanzó la aceptación de los principales representantes del capitalismo internacional para asegurar su futura gestión. A cambio de tan importante apoyo, el kirchnerismo prometió que sus futuros pasos, con respecto al FMI, el Club de Bancos, las privatizadas, etc. tendrán la moderación del colonizado. De las elecciones debería surgir un gobierno semi plebiscitado para realizar estas ingratas tareas.
La única garantía, para que este programa de crisis tenga la anuencia ciudadana, pasa por robustecer el hasta hoy enclenque pacto social. Ni Carrió, ni el resto de candidatos burgueses, por más que se autoproclamen como alternativa al futuro, están en condiciones de denunciar esta política porque la comparten. La denuncia del fraude y una campaña consecuente en ese sentido, debilitaría las posiciones ganadas por el kristinismo y pondrían en peligro la futura gobernabilidad.
Las elecciones del domingo último aunque dejen mucha tela por cortar, muestran dos aspectos fundamentales que no se pueden dejar de tener en cuenta a la hora de realizar un análisis. En principio, han herido de muerte la ilusión progresista de un kirchnerismo transversal alejado de la vieja política; mientras que, por otro lado, dejaron al descubierto al propio sistema representativo: «el más perfecto de todos los sistemas creados por el hombre para gobernarse», como un simple sistema de manipulación en beneficio de los poderosos.