El gobierno nacional aparece aún golpeado por el resultado de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) y sin claridad sobre cuál será el rumbo cierto para el logro de por lo menos una atenuación del revés sufrido en las generales del 14 de noviembre.
Dado el poco tiempo disponible, no parecería que las medidas que se toman llegaran con rapidez suficiente. Pensar en proyectos para convertir planes sociales en “trabajo genuino” por ejemplo, requiere un plazo de maduración incompatible con el lapso de unas pocas semanas. De todas maneras un proyecto en ese sentido fue presentado en la Cámara de Diputados, es probable que con la esperanza de que el solo anuncio genere alguna corriente favorable a las políticas del gobierno.
Otro anticipo es el de la formación de comisiones mixtas (sindicatos, empresarios, Estado) en las empresas medianas y grandes, para resolver temas de prevención, higiene y salubridad. Tendrá las consabidas críticas de empresarios que no quieren ver a representantes sindicales ni autoridades laborales en ningún resquicio de su toma de decisiones. Y aunque prospere, es asimismo una medida para el mediano plazo.
En el poder económico se percibe una actitud muy dura frente al gobierno, cuya debilidad actual es un aspecto de la realidad que celebran. Cualquier restricción a sus movimientos de capitales o al comercio exterior es presentada por ellos como un “supercepo” y objeto de un furioso lobby en su contra. El proyecto de ley de “etiquetado frontal” de los envases de alimentos sufrió arremetidas similares y por ahora quedó postergada.
A veces meros enunciados genéricos producen airadas reacciones. Bastó que el ministro de Agricultura Julián Domínguez se pronunciase por una administración inteligente de las exportaciones para que dirigentes de la Mesa de Enlace rechazaran de plano y en el ámbito público el “intervencionismo” albergado en la idea de que el Estado vaya a “administrar” su actividad económica.
Hacia adentro del gobierno grandes empresarios, economistas del establishment y los medios que suelen ser voceros de unos y otros, alientan a media voz la permanencia y el accionar de los ministros “racionales, con el titular de Economía Martín Guzmán al frente. La búsqueda del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, en las condiciones que sea, y una política fiscal más o menos “austera” son los beneficios que esperan de esa gestión.
Representantes de los factores de poder ya hacen especulaciones acerca de qué pasará con el gobierno después de los comicios. Algunxs apuestan sin tapujos por un gobierno vencido por un margen aún mayor, en minoría en ambas cámaras y forzado por la debilidad extrema a seguir políticas “racionales”, léase subordinación absoluta a los dictados de los poderes fácticos. De tal situación esperan también una clásica ventaja de río revuelto: Una devaluación drástica que favorezca sus réditos por exportaciones y perjudique aún más los salarios de lxs trabajadores.
En el terreno de la política partidaria el deseo de los opositores por derecha apunta a la concreción de un viejo anhelo; el ocaso de Cristina Fernández de Kirchner y con ella de sus seguidores más fieles, ese colectivo sintetizado en la demonización de “La Cámpora”.
En la vereda de enfrente, en lo que respecta a la movilización popular ya hace algún tiempo que las protestas callejeras son de nuevo una presencia constante en las calles céntricas de Buenos Aires. Los motivos van desde pedidos urgentes de alimentos o planes sociales hasta temas de alcance estructural como el cuestionamiento del pago de la deuda. De todos modos no se percibe una marcada agudización de las luchas ni una convergencia en acciones coordinadas.
Algunos sindicatos y organizaciones sociales aparecen más preocupados por el futuro electoral. Se planea una gran movilización para conmemorar el 17 de octubre, en la búsqueda de tonificar la carga identitaria peronista que hoy parece alicaída. Puede dar una cierta sensación de obscenidad que agrupaciones que no emplean todos sus recursos para luchar por los intereses de sus representados pongan “toda la carne en el asador” con una finalidad electoral de corto alcance. Las críticas circunstancias actuales tornan aún más cuestionable esa actitud.
Quizás sea hora de que las agrupaciones de todo tipo que se sitúan con claridad a la izquierda de “la grieta” piensen y actúen con mayor continuidad e imaginación. El horizonte aparece nublado para las mayorías populares, discurrir sobre cómo contribuir a despejarlo es una necesidad urgente.
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