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Ideología, el campo de batalla

Fuentes: Rebelión

«Los hombres han sido siempre en política victimas necias del engaño de los demás y del engaño propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a discernir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase». Vladimir Lenin   La santa inquisición siempre se […]

«Los hombres han sido siempre en política victimas necias del engaño de los demás y del engaño propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a discernir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase».

Vladimir Lenin

 

La santa inquisición siempre se presenta cuando la estabilidad del orden es amenazada por nuevas formas de pensamiento o por ideas que cimbran todo el andamiaje cultural de la sociedad, así ha sido desde hace mucho tiempo, así hasta nuestros días. El orden establecido naturalmente busca la manera de reproducirse cada día y mantenerse siempre a flote, una veces adecuándose a la realidad siempre cambiante -sin perder su domino-, otras, utilizando todas sus herramientas para controlar a una parte de la sociedad que la contradice en intereses y en aspiraciones. Así lo ha demostrado la ola de represión que se ejerce contra el pueblo mexicano en los últimos años y en las últimas semanas, desde la matanza de Aguas Blancas en Guerrero, pasando por la desaparición de los 43 normalistas en Ayotzinapa, hasta la represión policial al movimiento popular en Nochixtlán, Oaxaca.

La herramienta para controlar a la sociedad, en última instancia, siempre ha sido la violencia y el miedo causado por ésta, desde una represión a las masas en marchas o concentraciones públicas, hasta la represión selectiva, que encarcela o desaparece a miembros claves del liderazgo social, la dinámica es la misma, ejercer violencia para erradicar a voces contestatarias o eliminar destellos revolucionarios.

A pesar del desarrollo de nuestra sociedad y del surgimiento de instituciones que velan por el cumplimiento de los derechos humanos, vemos cada día que éstas formas violenta de dominio social no disminuyen, sino incluso incrementan, podría parecer un fenómeno con desarrollo incongruente y en contrasentido -si sólo tuviéramos en cuenta el discurso trivial- pero no es así, esto que parece contradictorio es sumamente natural en una sociedad en la que coexisten diferentes clases sociales, cada uno con intereses propios y contrapuestos entre ellos. En todas las sociedades, la clase social que tiene el poder económico es el que se hace del poder político, y desde ahí garantiza su permanencia y reproducción, con todas las herramientas que el Estado le provea, es decir el Estado le sirve como instrumento de control político.

El Estado como instrumento al servicio de una clase social toma diversas formas, desde corporaciones policiacas, militares y judiciales, hasta medios de comunicación, educación e instituciones religiosas; así podemos entender que a pesar del avance de la humanidad en la creación de instituciones de derechos humanos, la represión violenta sigue en pie y se recrudece cuando la clase social que ostenta el poder político se ve amenazada en sus intereses económicos.

La violencia por parte del Estado prolonga el orden social, pero existe una herramienta mucho más poderosa, que garantiza el orden establecido sin accionar físicamente ningún arma, son los aparatos ideológicos del Estado, instrumentos como los medios de comunicación y escuelas que buscan la dominación ideológica de toda la sociedad, para favorecer así a la clase social que ostenta el Estado. Una parte de la sociedad controla a las demás imponiendo su forma de ver el mundo, enseñando como intereses de todos, los intereses de esa clase social, haciendo creer la inmutabilidad de su régimen y naturalizando todo lo que a su orden social conviene.

El poder ideológico es sin duda el arma más eficiente de la clase en el poder, porque se ejerce todos los días y en todas horas, en las escuelas, en los puestos de periódicos, en la televisión, en la radio, en el cine, en la iglesia, en la música, en todos lados. Esa gran influencia lo podemos ver hoy mismo en nuestra sociedad, y especialmente en ésta coyuntura política por la que pasamos en Oaxaca y en todos los estados de la república en donde el magisterio democrático se manifiesta contra la Reforma Educativa.

Siendo México un país capitalista donde la clase social burguesa pro imperialista [1] ejerce el poder del Estado, mediante la violencia física y la dominación ideológica hacia otras clases, como la obrera, la campesina, incluso la pequeña burguesía; la penetración de la cosmovisión de esa burguesía pro imperialista se da en todas las demás clases, esto en especial por la televisión mediante el duopolio Televisa-TvAzteca. Así tenemos compañeros, familiares y amigos que defienden sin saberlo los intereses de esa clase oligárquica, argumentando libre mercado, endiosando el Estado de Derecho y lo peor de todo, criticando ferozmente a miembros de su misma clase que han decidido alzar la voz contra el orden establecido por la clase oligárquica.

Podemos observar cómo Televisa justifica la represión en Nochixtlán, argumentando la peligrosidad «de los vándalos» «los violentos» «los maestros flojos», seguido de TvAzteca que señala día tras día el supuesto «desabasto» por las acciones de protesta que ha implementado el magisterio democrático. La constante y repetitiva emisión de mensajes ideológicos hacia el pueblo de México busca desclasar al obrero, al campesino, al estudiante, al pequeño empresario y ponerlos al servicio de esa burguesía minoritaria pero muy poderosa, que legisla y gobierna para buscar perpetuarse en el poder.

Ahora con la masificación del acceso al internet, ésta emisión de contenidos ideológicos se dispersa y encuentra resistencia y competencia, muchos personas ahora tienen la oportunidad de emitir sus pensamientos en uno u otro sentido y muchas más pueden leerlo, el monopolio del aparato ideológico del Estado se cimbra.

Las personas que estamos conscientes de ésta lucha ideológica o las que vayan tomando conciencia, tenemos la responsabilidad de dar la batalla donde sea y desenmascarar las mentiras que se dicen en contra de la lucha del magisterio, de la lucha de los mineros, de los estudiantes, del sector salud, de los campesinos, tenemos la responsabilidad de apoyar a nuestra clase en sus justas demandas, tenemos que darle en lo que más le preocupa a esa burguesía neoliberal, la organización y solidaridad entre sus agredidos.

Nota:

[1] Una burguesía pro imperialista (oligarquía neoliberal) beneficiada por inversiones extranjeras en nuestro país, burguesía que no garantiza ni el desarrollo de su misma burguesía nacional (medianos y pequeños empresarios).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.