¿Cómo se mantiene de pie un gobierno que tiene el respaldo de todos menos el más importante, que es el respaldo del pueblo? Con el control del Ejército, de los medios de información, de una clase política corrupta y de las estructuras, todas, que hacen de México una República. El gobierno es el culpable, claro […]
¿Cómo se mantiene de pie un gobierno que tiene el respaldo de todos menos el más importante, que es el respaldo del pueblo? Con el control del Ejército, de los medios de información, de una clase política corrupta y de las estructuras, todas, que hacen de México una República.
El gobierno es el culpable, claro está, de la desaparición de los 43 jóvenes y es su responsabilidad lo que pase con ellos. Debería de ser vergonzoso para el mal gobierno, que el pueblo humilde tenga que acudir a organizaciones internacionales. Sin embargo, los familiares de las víctimas de este crimen de Estado entienden que en un país donde no hay justicia para los pobres, y donde obviamente el Estado no se va a investigar a sí mismo, pedir auxilio al exterior es justo y necesario.
Una de las críticas generales sobre el hecho de Iguala, Guerrero, es que el gobierno mexicano ha sido incapaz de parar el problema de las desapariciones forzadas. Pero cómo esperamos que el gobierno, autor material e intelectual de esta y otras desapariciones masivas, aclare o detenga dicho problema; quién espera que la justicia se obtendrá por iniciativa de un gobierno mafioso y miserable; cómo la gente podría confiar en una policía que de día es corrupta y de noche asesina; cómo poder confiar en unas Fuerzas Armadas que obedecen las órdenes de un chiste de comandante en jefe; cómo poder confiar en una mayoría antipatriótica en Senado y Congreso; cómo acudir en búsqueda de la justicia, a unas instituciones mexicanas que están secuestradas por la podredumbre; cómo poder confiar en un gobierno que no sólo permite la corrupción, sino que la administra, la promueve y vive de ella.
Hoy vemos a unos padres y madres de victimas del Estado criminal, que luchan contra el olvido, que claman justicia, verdad y devolución; vemos al pueblo haciendo política, un pueblo aguerrido y guerrero. Y, por otro lado, vemos a un gobierno tan miserable como de costumbre -lo miserable es parte de la cultura del pequeño círculo donde se mueven-.
En México no hay una institución, ni una sola, capaz de investigar al Estado por haber cometido crímenes contra la humanidad. Por eso, los familiares de las víctimas de Iguala/Ayotzinapa, por vías legales, le están apostando a la llamada comunidad internacional. Las organizaciones internacionales pueden al menos meter más presión y, de esa forma, dar apoyo al pueblo mexicano, quien es el demandante y quien busca poner al descubierto la maquinaria de simulación de un gobierno asesino.
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