Si los 43 estudiantes que fueron desaparecidos por la policía hubieran sido venezolanos en Venezuela o cubanos en Cuba, iraníes en Irán o norcoreanos en Norte de Corea, la garra estadounidense enseguida hubiese apretado con fuerza, el imperio yanqui ya estuviera haciendo berrinches, llamando a derrocar «malos gobiernos», vociferando sobre «justicia», «democracia» y «libertad». Sin […]
Si los 43 estudiantes que fueron desaparecidos por la policía hubieran sido venezolanos en Venezuela o cubanos en Cuba, iraníes en Irán o norcoreanos en Norte de Corea, la garra estadounidense enseguida hubiese apretado con fuerza, el imperio yanqui ya estuviera haciendo berrinches, llamando a derrocar «malos gobiernos», vociferando sobre «justicia», «democracia» y «libertad». Sin embargo, los «campeones de la libertad», al ver que estos sucesos ocurren en México, país (por ahora) bajo su bota imperial, ni se inmutan, pareciera que gusto les diera la matanza/desaparición de los jóvenes estudiantes.
Si sobre los acontecimientos de Iguala, Guerrero (26 y 27 de septiembre de 2014), se sigue la tira de complicidades, nos toparíamos con el grupito de oligarcas que controla la política y la economía, estos a su vez, entregados en cuerpo y alma a fuerzas superiores y exteriores, empezando por el capital monopolista yanqui.
La clase política mexicana, bien merecidamente, está siendo marcada por Iguala/Ayotzinapa. Sin duda, la historia los juzgará, sin embargo, al igual que en los sucesos de octubre de 1968 (entre muchos otros), la ley se sigue viendo sobrepasada por los señores del dinero. ¿Será el pueblo, esta vez, capaz de ajusticiarlos en vida antes de que mueran sin pagar el daño que han hecho, empezando por el usurpador en turno y pasando por gobernadores, alcaldes, altos funcionarios, grandes empresarios, oligarcas, extranjeros entrometidos…? Yo deseo con todo mi corazón que así sea. La tarea es grande.
Por la caída del Estado putrefacto. Por una refundación nacional. Por una justicia verdadera. Por una patria libre. Por un proyecto de nación que trascienda no los años, sino los siglos. Porque la sangre de los buenos mexicanos (desde los más reconocidos hasta los anónimos) que se ha derramado a través de cientos de años no sea en vano. Porque regresen vivos a los 43 estudiantes rurales de Ayotzinapa, desaparecidos por la policía.
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