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Sobre La Guerra contra el Pueblo

Imperialismo, recursos estratégicos y contrainsurgencia

Fuentes: Rebelión

 «Tampoco los muertos estarán a salvo del enemigo, si éste vence. Y este enemigo no ha cesado de vencer.» -Walter Benjamin Uno de los más importantes retos de la teoría política crítica y radical en la actualidad, es la compresión de los nuevos actores sociales que se presentan en las distintas escenas. Uno de estos […]

 «Tampoco los muertos estarán a salvo del enemigo, si éste vence. Y este enemigo no ha cesado de vencer.»

-Walter Benjamin

Uno de los más importantes retos de la teoría política crítica y radical en la actualidad, es la compresión de los nuevos actores sociales que se presentan en las distintas escenas. Uno de estos actores, es sin duda el sector social integrado por las organizaciones de narcotráfico y de paramilitarismo que se han consolidado con la actual estrategia de dominación imperialista para la región de México, Centroamérica y Colombia. El presente ensayo es tan solo una interpretación desde México que pretende analizar el proceso de la «guerra contra las drogas» integrado a una totalidad enmarcada en la crisis del capitalismo. El debate acerca del carácter de la guerra en México reune opiniones de todo tipo, esta opinión es una más para la discusión, ya que es importante tener bien claro cuál es Nuestro enemigo para empezar a ver cómo le hacemos para derrotarlo.

Breve relato de la mafia paramilitar

Digamos que esta historia [1] empieza a finales de los setentas. El negocio de la droga «funcionaba bien»: el ejército, la Policía Judicial Federal, la PGR y la Dirección Federal de seguridad administraban, controlaban y se enriquecían cobrando impuestos a la producción y al tráfico de drogas. Estas agencias también se encargaban de la represión durante la «guerra sucia», utilizando el dinero del narco para combatir, ejecutar y desaparecer guerrilleros y luchadores sociales. Los cárteles entonces se comprometieron a colaborar. Una decada después, con la revolución sandinista y el ascenso de la guerrilla colombiana, el narco mexicano pasó a tener una importancia central, debido a la cooperación de la CIA para traficar cargas masivas a través de aviones. El dinero generado por las millonarias transacciones servía como combustible para la contra-revolución en Nicaragua y la para-militarización en Colombia.

Los procesos revolucionarios en Centroamérica y Colombia fueron derrotados o contenidos, sin embargo en México empezaron a surgir importantes brotes guerrilleros, el más importante en Chiapas el primero de enero de 1994, con el EZLN, pero también la aparición del EPR en 1996. Para hacerle frente a estas amenazas, todavía no tan grandes, los poderosos implementaron una estrategia de Guerra de Baja Intensidad. Para esto se organizaron distintos grupos para-militares y especializados en contrainsurgencia con el fin de sofocar la rebeldía armada. En este contexto, militares mexicanos especializados en guerra «anti-narcóticos» fueron entrenados en los EEUUA. Entre 31 y 67 de ellos se incorporaría entre 1997 y 1998 al cártel del golfo para formar la guardia para-militar «Los Zetas». Desde 1996, 5000 militares ha sido entrenados en EEUUA, wikileaks señala que muchos de los soldados podrían estar involucrados con «Los Zetas».

A principios del nuevo milenio, las pugnas entre el Cártel del Golfo y la Federación de Sinaloa empezaron a aumentar [2]. Nuevo Laredo fue la manzana de la discordia. La participación de la AFI, apoyando a la Federación de Sinaloa, solo ocasionó la escalada de la violencia. Meses después de un enfrentamiento entre Zetas y AFIs en Acapulco, el gobierno federal declara el operativo «México Seguro» (precursor de los demás operativos de militarización) en Nuevo Laredo y ocupa policialmente la ciudad. Los Zetas, que ya habían reclutado a elementos de elite del ejército guatemalteco, conocidos como Kaibiles, se negaron a ceder el territorio y la masacre aún hoy en día continúa, sin que se vea que haya un ganador o un perdedor.

Al año siguiente, en 2006 la situación se tornó complicada. Las masivas movilizaciones en la capital de la república contra el desafuero y posteriormente, contra el fraude, así como la insurgencia civil de la APPO en Oaxaca, fueron acontecimientos que pusieron en guardia a las clases dominantes. Como política coyuntural, el gobierno de Calderón decidió emprender distintos operativos conjuntos en Michoacán, Chihuahua, entre otros. La presencia militar, como era de esperarse, solo incrementó la violencia, pese a esto, los cárteles en contienda, del Golfo y de Sinaloa, llegaron a un acuerdo. Esta situación duró hasta 2008, pues la alianza se fracturaría gracias a una especie de mal-entendido en la muerte del hijo de «El Chapo» Guzmán, que llevaría al cártel sinaloense a romper con los «Beltrán Leyva», con Los Zetas y con «La Línea».

La separación mafiosa polariza la situación y coincide con la entrada en vigor de la iniciativa Mérida, que trajo consigo el incremento de ejecuciones, desapariciones forzadas, desplazamientos forzados y demás violaciones a los derechos humanos, además de millones de dólares, armamento, equipo, policías y cuadros técnicos para la guerra imperialista, por supuesto. Esta nueva ofensiva neo-colonial, la Iniciativa Mérida, ha sido el instrumento de dominación política y de intervención de EEUUA en un contexto de crisis del capitalismo, para intentar garantizar la estabilidad, el acceso a los recursos estratégicos y una salida de la crisis a través de la economía ilegal y los «negocios de guerra».

El papel y los intereses del imperialismo en crisis

«Los gringos te hacen y los gringos te deshacen», dicen que esta es una de las frases más frecuentes de los narcotraficantes. Es una verdad sencilla. El equipo y el armamento, la producción y el tráfico, y el lavado de dinero de la droga, son las actividades fundamentales de un Cártel, las más lucrativas y las que cuentan con participación y apoyo de policías y agentes gringos y mexicanos:

    1. Los operativos orquestados por la Agencia para el control de Tábaco, bebidas y armas de fuego, conocidos como «Rapido y furioso» y «White Guns» (pistolas blancas), causaron un escándalo por la desición de los EEUUA de traficar miles de armas por la frontera para hacerselas llegar a los narcotraficantes. Sin embargo, Esta es apenas una pequeña cantidad comparada con los resultados de «Small Arms Survey», una ONG con sede en suiza, que asegura la existencia de 15 millones de armas de fuego en México, de las cuales, 12 millones 750 mil son ilegales. La mayoría proviene de los EEUUA, donde las armas de fuego son fácilmente adquiribles en tiendas especializadas, en incluso se pueden comprar cartuchos en supermercados como Wal-Mart. El tráfico de armas es un negocio bastante jugoso y más en tiempos de crisis.

    2. Con las ganancias del tráfico de drogas en aumento y pese a todo el discurso oficial, durante el sexenio, la erradicación de cultivos ilegales se ha reducido en un 44 por ciento, mientras que para el 2009, se calcula que la superficie cultivada había incrementado hasta en un 200 por ciento (notas de Gustavo Castillo en La Jornada, 15 de febrero de 2009 y 12 de septiembre de 2010). Al mismo tiempo «El consumo de drogas ilegales en Estados Unidos aumentó en 2009 hasta 8.7%, el nivel más alto en casi una década […]» [3] y reconoce el propio Calderón que en 2010 «hay casi un millón de nuevos consumidores de mariguana y un millón 350 mil más de adictos a la cocaína, cuyas edades oscilan entre los 14 y 21 años.» [4]. Los funcionarios, capos, políticos, empresarios y banqueros, se han enriquecido como nunca con las drogas.

    3. Pero el paso más importante es el lavado de las ganancias. Aquí es donde el capital financiero internacional interviene. Miles de millones de dólares de todo tipo de actividad criminal e ilegal pasan por las arcas de los bancos para limpiarse la sangre, los narco-dólares mexicanos no son la excepción. De hecho, el capital que aportan es vital, ya que equivale a los ingresos más importantes de estados como México. Desde la DEA, hasta los bancos de prestigio, han lavado el dinero de los cárteles, contribuyendo al sostenimiento y a la consolidación de los mismos. El caso del banco «Wachovia» es esclarecedor, pues fue descubierto en sus transacciones financieras con la organización de «El Chapo» y sancionado con una multa de 110 millones de dólares, cifra equivalente al 2% de los 12,300 que ganó el banco en 2009 con los negocios del narco, según El Economista (4 de abril, 2011).

Como dice Slavoj Zizek en su artículo, «la revuelta de la burguesía asalariada», la explotación de los los recursos naturales «es una de las fuentes principales de renta en el mundo. Lo que viene después, es una lucha permanente por quién recibe la renta: los ciudadanos del Tercer Mundo o las corporaciones occidentales.» A esto responde en gran parte la estrategia de militarización y para-militarización de la Iniciativa Mérida. Ante la crisis del capitalismo, los recursos estratégicos para su sobrevivencia son en México:

    A. Las reservas de gas natural recientemente descubiertas en Tamaulipas, que aumentarían la extracción de este energético de 4 a 5 veces, convirtiendo a PEMEX en la empresa petrolera más grande del mundo, poseedora de un combustible estratégico para EEUUA, cuya extracción ha ocasionado una devastación ambiental fatal en territorio estadounidense [5]. Por otro lado, en el Golfo de México, en el «Hoyo de la Dona» se encuentran grandes reservas de petróleo, pero en «aguas profundas» [6] por lo que su explotación es todavía un proyecto, con antecedentes terribles y desastrozos. Esta riqueza potencial representa cerca de un tercio de la producción petrolera y un quinto de la producción de gas en los EEUUA. La intervención imperialista con el pretexto del narco sería la forma más segura de garantizar la explotación de estos recursos.

    B. La tierra y las riquezas naturales que le pertenecen a los pueblos y al conjunto de la sociedad. Las mineras canadienses, que tienen concesionadas 51 millones 994 mil 312.7 hectáreas de México, más de una cuarta parte del territorio nacional (contralínea, 22 de enero, 2012), los megaproyectos que despojan la tierra de los pueblos como las presas La Parota y El Zapotillo en Guerrero y Jalisco, el saqueo de las riquezas de los bosques, como en la Meseta Purepecha y el control del territorio de pueblos enteros, como en el Valle de Juárez, son actividades que extraen riqueza vital para el imperialismo, apoyándose en el para-militarismo, el desplazamiento forzado y demás métodos terroristas.

Cabe destacar que un importante flujo de mercancías industriales y agrarias que se consumen en los EEUUA, provienen de las Maquilas y las Agroindustrias de México y Centroamérica. La relación Norte-Sur es compleja, ya que existe una «inter-dependencia» socioeconómica. Esto se expresa en la subordinación del ejército mexicano a las políticas y a la agenda de las fuerzas armadas y agencias imperialistas. En la actual guerra, policías estadounidenses y mexicanos engrosan las filas de las organizaciones narco-paramilitares, con el pretexto de «infiltración». A su vez, según Proceso, para el 1 de septiembre de 2010, 34 mil 897 soldados habían desertado, el 17% del total de los elementos del ejército. El Gran Cártel queda desnudo, compuesto por policías y militares y comandado por altos burócratas estadounidenses, la guerra se define en dos bandos: Los cuerpos policiaco-militares del imperialismo contra el pueblo desarmado.

La guerra en concreto

Con la crisis del capitalismo, miles de jóvenes perdieron su empleo y otros miles no pudieron encontrar ninguno. La descomposición de la sociedad originada por los métodos de explotación neoliberal (Maquilas y agroindustrias), generó la necesidad de que una parte de la población «sobrante», «estructuralmente desempleada», se incorporara a los cárteles de la droga o a la delincuencia desorganizada. Los enfrentamientos entre bandas rivales, las masacres en los centros de rehabilitación, los asesinatos de roba-carros y de otros delincuentes menores, así como los ataques a los bares, entre otras cosas, son expresiones de una misma política «juvenicida» que impone un estado de terror.

Las ejecuciones extra-judiciales, la desaparición-detención en campos clandestinos de los para-militares o de las corporaciones del estado [7], la violación, la tortura, el secuestro, son otros métodos aplicados al conjunto de la sociedad y en especial a los sectores más oprimidos y marginados en prácticamente todo el país donde se vive en guerra. La extorsión y el desplazamiento forzado obligan a miles de familias a huir hacia la incertidumbre. La población se encuentra atrapada entre dos fuegos que apuntan hacia el pueblo. Este constante hostigamiento, amedrenta y descompone a comunidades, pueblos y barrios. El miedo se ha vuelto el medio para generar consenso y la violencia para solucionar problemas políticos.

La Iniciativa Mérida se ha consolidado y su balance es positivo para las clases dominantes. La estrategia en México puede cambiar en formas y en técnicas, como utilizar más la «inteligencia militar», cambiar al ejército por la Policía Federal o unificar la policía. Lo cierto es que pese al posterior desarrollo de la estrategia, por ahora podemos subrayar tres aspectos claves de la situación:

    X) La suspensión de las garantías y los derechos que permiten una defensa jurídica del pueblo frente al estado. La población se haya aterrorizada por la acción de los para-militares y sometida mediante métodos policiales, desorganizada y limitada en sus luchas democráticas. Ideológicamente, no hay un rechazo explícito a la «guerra contra el narco», sino a sus formas. Esto permite una justificación política de la violencia ante el imperialismo, la oligarquía e importantes sectores medios y populares convencidos de que solo con violencia se puede «combatir al narcotráfico». Además, la situación de terror se aprovecha para imponer leyes, aumentos de impuestos y todo tipo de agresión contra la clase trabajadora y el pueblo.

    Y) La criminalización de las y los jovenes, los sectores oprimidos y marginados y las víctimas así como de la protesta y la lucha social. Esto permite al estado implementar políticas e institucionalizar prácticas represivas, así como ampliar el marco legal para disciplinar a los sectores «problemáticos» para el capital. La reforma a la Ley de Seguridad Nacional es un ejemplo al respecto. Las cárceles, importantes bastiones de los cárteles, se llenan de gente inocente o acusada de robar cualquier mercancía mientras que fuera, la policía reprime fuertemente a manifestantes acusados de «delinquir».

    Z) La prevención y la represión de todo brote de resistencia popular, aunque no cuestione ni ponga en peligro al estado. Tal es el caso de defensoras y activistas por los derechos humanos, abogados del pueblo, familiares de víctimas que exigen justicia y periodistas que critican, o no, la actual estrategia de guerra: sufren persecusión, hostigamiento, desaparición forzada o son simplemente ejecutados, como Marisela Escobedo, Susana Chávez, Josefina Reyes y su familia, Norma Andrade, entre muchas otras y otros. La represión a los movimientos sociales, como el Movimiento Por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD), con los asesinatos y las desapariciones de sus integrantes (Trinidad de la Cruz, Nepomuceno Moreno y los campesinos ecologistas Eva Fe Alarcón y Marcial Bautista) demuestra claramente el papel represivo y contrainsurgente de los grupos para-militares, a tal grado que se habla de una nueva «guerra sucia» o su continuación.

En conclusión, la estrategia de intervención imperialista en la región de México-Centroamérica-Colombia, en la actualidad y desde hace décadas, es la de la «Guerra contra las drogas». Las organizaciones que producen y trafican droga y que cuentan con verdaderos ejércitos para-militares, son organizadas, financiadas, entrenadas y armadas por las agencias y corporaciones estadounidenses y mexicanas. Las ganancias del narcotráfico y de la guerra (tráfico de armas), las disfruta el capital financiero, junto a sus funcionarios, burócratas, empresarios y capos. Estas ganancias son un vitales para el capitalismo en crisis, pero más importantes son los recursos naturales estratégicos y demás riquezas que se encuentran sin explotar o que pertenecen a los pueblos y a la sociedad. Para intentar salir de la crisis capitalista y prevenir cualquier estallido social, en una región profundamente dependiente y, por tanto, desigual e injusta, se ha implementado un estado policiaco-militar que gobierna a través de cuerpos para-militares y que responde a los intereses de la oligarquía y el imperialismo. Así, la contrainsurgencia se ha vuelto una realidad cotidiana en la región mencionada, donde la criminalización y el terrorismo de estado se han convertido en la política de la clase dominante.

Esta es mi interpretación de la guerra contra el pueblo. Espero que sirva para el debate y, lo que es más importante, para la discusión estratégica y la unidad del movimiento popular y democrático.

Notas:

[1] Fuente: Capítulo «Cría Cuervos», páginas 117, 148, Anabel Hernández, Los Señores del Narco, Grijalvo, México, 2010)

[2] Capítulo «La Guerra de los Narcos» Páginas 397, 465, Anabel Hernández, Los señores…

[3] CNN México, versión digital, viernes 17 de septiembre de 2010.

[4] Proceso, versión digital, 25 de Junio del 2010.

[5] Para conocer las consecuencias del «fracking» (extracción de gas mediante el uso de químicos venenosos) ver el documental «GasLand» http://www.gaslandthemovie.com/whats-fracking

[6] Ver Norberto Emmerich, De la Iniciativa Mérida a la Guerra Contrainsurgente: Estados Unidos cambia su política contra el narcotráfico en Méxicohttp://es.scribd.com/doc/71750816/Cambio-en-la-politica-exterior-norteamericana-sobre-narcotrafico

[7] Ver el artículo «Centros clandestinos de detención» de Sanjuana Martínez, en Sinembargo.mx, octubre 3 de 2011, http://www.sinembargo.mx/opinion/03-10-2011/2374

Lucio Rivera – Militante de la Liga de Unidad Socialista

blog del autor www.contrailusiones.blogspot.com

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.