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Incendios

Fuentes: Rebelión

El incendio ocurrido en un irregular local textil en el barrio bonaerense de Caballito el 30 de marzo, no sólo dejó dos muertos y varios heridos, sino una llama encendida en el corazón de la comunidad boliviana en Argentina, en la comunidad argentina y en la relación de ambos gobiernos, que están llevando a cabo […]

El incendio ocurrido en un irregular local textil en el barrio bonaerense de Caballito el 30 de marzo, no sólo dejó dos muertos y varios heridos, sino una llama encendida en el corazón de la comunidad boliviana en Argentina, en la comunidad argentina y en la relación de ambos gobiernos, que están llevando a cabo tratativas para que el incendio producido no se extienda más allá de la geografía y el tiempo en que se produjo. La clausura de locales irregulares en la Capital y el gran Buenos Aires, regentados por fabricantes de varias nacionalidades, entre ellos bolivianos, que ya suma varias decenas, juega como una bomba de tiempo para las administraciones de uno y otro país. Para la Argentina, por el hecho odioso, aunque justo, de que se deban cerrar fuentes de trabajo donde se nutre un proletariado explotado y paupérrimo que, aunque se homologa con los esquilmados en los albores del capitalismo, necesita sobrevivir. Para la boliviana, por la posibilidad de un regreso en masa de ciudadanos que, de no poder seguir radicados aquí, podrían volcar su furia hacia uno y otro lado de la frontera.

La posible solución del problema suscitado a través del convenio Patria Grande, ideado para los inmigrantes del Mercosur que vienen hacia Argentina, y sus modificaciones actuales que tienden a hacer más fáciles las radicaciones de indocumentados en el país, será sólo un paliativo si no se vislumbran soluciones de fondo, que comprenden una mirada mas profunda sobre lo sucedido en el marco de las presiones al gobierno boliviano que, desde distintos ángulos, están llamadas a quebrar su derrotero antiimperialista y popular y obligarlo a rumbear hacia la transa y la entrega. Y al argentino, para que abra un nuevo frente de confrontación con un país hermano, como sucede hoy con el Uruguay.

Coincidencias

Una semana antes de producirse el incendio de Caballito, el flamante titular del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Hans Hartmann Rivera, que comprende a cámaras empresariales del oriente y otras geografías, se quejaba de que el gran flujo de remesas del exterior a Bolivia (fundamentalmente Argentina) que oscilaba entre 400 y 800 millones de dólares anuales tenía como contrapartida un «altísimo costo social que implica: disgregación familiar, situaciones de abuso laboral, además de la pérdida de capital humano, un ‘pecado capital’para cualquier economía». (Boletín IBCE digital, 24 de marzo del 2006). El titular del organismo exportador- fundado en 1986, cuando el inicio del neoliberalismo y sus malformaciones impulsó la migración de miles de documentados e indocumentados bolivianos hacia Argentina y otros países- se lamentó en su exposición del 24 de marzo «que ante la falta de empleo tanta gente abandone el país». Acto seguido, indicó que el «sector exportador podría ser un excelente aliado del gobierno» en función de los «mercados preferenciales ya negociados» como los de la CAN (hoy boicoteados por EE.UU. y Colombia) y el de EE.UU (TLC) en cuanto a «los textiles, joyería, marroquinería y otras manufacturas».

Cabe destacar que el mercado de EE.UU., para los productos manufacturados bolivianos, sólo comprende el 14% de las exportaciones totales del país, y que además, según la Organización Mundial del Comercio (OMC) la producción textil china e india prácticamente coparían el mercado del norte de América, rezagando de un 17% a un 5% el saldo exportable de toda América Latina. Sin embargo, el ejecutivo de Ametex, Marcos Iberkleid, empresa textil ubicada en El Alto (donde en el 2005 más de 5.000 trabajadores del sector, azuzados por los empresarios, se movilizaron para que se firmara un TLC con EE.UU.) consideró que un convenio aperturista bilateral con Norteamérica era «irreemplazable». Lo mismo había opinado el 3 de marzo Cóver Paz Quiroga, Presidente de la Cámara Nacional Exportadora de Bolivia (CANEB), quien en ese momento se quejó porque Bolivia era sólo «observador» en las negociaciones con EE.UU. en cuanto al TLC y abogó por su suscripción con la potencia del norte por cuanto, según él, «era la principal plaza para las manufacturas bolivianas». Gabriel Dabdoub, titular de CAINCO, entre otros, opinó de la misma manera. (Boletín IBCE, digital).

Aniversario

«… para Bolivia ha resultado por demás dificultoso avanzar hacia la firma de un Tratado de Libre Comercio con los EE.UU. dada la poca seriedad con que el gobierno nacional viene manejando el tema de las inversiones extranjeras, particularmente las vinculadas con el sector hidrocarburífero. Aparentemente las autoridades nacionales no han tomado cabal conciencia de que si no firmamos un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, el daño para los exportadores bolivianos que han encontrado mercados en ese país será irreparable»- sostuvo Branco Marincovic, Presidente de la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz en la conmemoración del 20 aniversario de la fundación del IBCE. (Boletín digital). Similares `recomendaciones’ hizo Hartmann Rivera aquel día memorable. Ese 30 de marzo, conmemorativo del vigésimo aniversario de la creación del IBCE, mientras estas y otras palabras fluían de los labios de la oligarquía cruceña hecha Institución, en Buenos Aires ardían cuerpos de humildes trabajadores textiles bolivianos…

Una semana más tarde del incendio, y cuando las llamas amenazaban expandirse hacia uno y otro lado de la frontera en el marco de declaraciones, marchas y protestas, Hartmann Rivera volvía a emitir sus quejas por la situación de los migrantes bolivianos a Argentina «que han preferido pasar de la pobreza a la casi esclavitud por causa del desempleo en el país» y repetía por tercera vez en un mismo discurso lo imprescindible que resultaba firmar un TLC con EE.UU. en el «campo textil y de confecciones».

Siniestros

Finalizaba marzo cuando un terrorista norteamericano y su esposa dinamitaron dos hoteles en La Paz, causando 2 muertos y 19 heridos. Al ser aprendido el terrorista, se descubrió que había sido detenido en julio del pasado año en Argentina por volar un cajero automático en La Quiaca y saquearlo. Apresado, pocos meses duró su castigo…una vez liberado en diciembre, cruzó la frontera e instaló una empresa en Potosí que mercaba dinamita, la misma que fue utilizada para destruir vidas y bienes en La Paz.

Pocos días mas tarde, un incendio aparentemente casual se cobró dos vidas y heridos bolivianos en la capital argentina. ¿Intercambio de figuritas del terror? ¿Intentos desestabilizadores de los conocidos de siempre hacia gobiernos que tienden a integrarse en el sur del continente para hacer frente a la embestida del «norte siniestro y brutal»? ¿Mensajes de la mafia legalizada hacia aquellos que quieren saltar el cerco de la indignidad, la expoliación y la dependencia, golpeando sobre sus puntos flojos?

Un paro de transportistas nacidos y crecidos de «golpe» que declara luchar por la «liberación» de Bolivia frente a su supuesta «cubanización». Paros cívicos en el oriente y rotura de ductos de combustible que, imposibilitados de repararse por efectos del paro, impiden exportar gas boliviano a países limítrofes en el marco de negociaciones para lograr precios mas justos del fluido. Interpelaciones a ministros, motines de la Justicia corrupta hacia el Parlamento y el Ejecutivo. Sabotajes de los poderosos locales a la alfabetización y los planes de salud para los pobres. Posibles regresos masivos de migrantes hacia un país destruido por esos mismos que ahora se rasgan las vestiduras por los que debieron migrar hacia el exterior. Aprontes para nuevas movilizaciones y paros contrarios al gobierno. Todo en el marco de presiones de la gran burguesía boliviana y el imperialismo norteamericano para que Bolivia se subordine al instrumento colonial del TLC y se aparte del camino de la democracia, la descolonización, la reconquista cultural y material, sus aliados más cercanos y más lejanos, el socialismo, parece signar al país altiplánico en vísperas de su refundación .

Los piromaníacos de los pueblos pretenden volver, como siempre, a sus andadas.