La historia de Bolivia es, de alguna manera, la confrontación permanente del aproximadamente 2 % de encomenderos y dueños de minas que fundaron la república frente al 98 % de indígenas, cholos y mestizos, que fueron excluidos. El tema sigue presente. Basta observar la guerra de insultos y críticas, desatada, a través de las redes […]
La historia de Bolivia es, de alguna manera, la confrontación permanente del aproximadamente 2 % de encomenderos y dueños de minas que fundaron la república frente al 98 % de indígenas, cholos y mestizos, que fueron excluidos. El tema sigue presente. Basta observar la guerra de insultos y críticas, desatada, a través de las redes sociales, a favor y en contra de los alteños que, teleféricos mediante, descolgaron su «apthapi» (merienda) hasta las inmediaciones del Megacenter, lujoso centro comercial del residencial barrio de Irpavi. Si a ello se suma las críticas del Viceministro de Culturas, Félix Cárdenas, al carnaval de Santa Cruz, los discursos aymarocentristas de Felipe Quispe y del canciller David Choquehuanca, así como la exigencia de la candidata a gobernadora del MAS, Felipa Huanca, de cambiar el nombre de la Plaza «Murillo» de esta ciudad, concluiremos que la confrontación anotada goza de entusiastas protagonistas.
El tema ha sido tratado con notable lucidez por Ximena Soruco Sologuren (XSS), en su libro «La Ciudad de los Cholos» («Plural», 2012), quien, siguiendo los planteamientos de Rossana Barragán, va describiendo los problemas del mestizaje y la colonialidad en Bolivia, en los siglos XIX y XX. Pero, a diferencia de la casi todos nuestros sociólogos, XSS no fundamenta su análisis en Bourdieu, Foulcault o Habermas, sino en las obras teatrales de Raúl Salmón de la Barra (RSB), escritas entre 1942 y 1985, las que fueron sepultadas por la crítica culta, que ignoró, por ejemplo, que una sola de ellas: «Conde Huyo» («La Calle del Pecado»), convocó, en cinco años, a dos millones de espectadores y que llegó tener 1623 representaciones.
De esta manera, la crítica letrada, que calificó a la obra de Salmón de chabacana, vulgar, baja y grosera (pero que destaca las culturas de 36 inexistentes naciones indígenas), creó un abismal desencuentro con el teatro popular. La chola, personaje central del original dramaturgo, es la bisagra de la sociedad boliviana y esencia de lo indo mestizo, ya que mantiene sus raíces indígenas, pero amplía su horizonte con la lengua castellana. La descomunal agresividad contra el mestizaje se encarna en «Pueblo Enfermo», de Alcides Arguedas, para quien el mestizo es la suma de defectos del indio y del blancoide.
RSB observó que después de la guerra del Chaco (1932-1935), un barrio casi marginal de La Paz, fue creciendo vertiginosamente con la migración aymara, hasta convertirse en la ciudad de El Alto, que hoy tiene más habitantes que la urbe paceña. Advirtió que mestizos, cholos y cholas fueron desplazando a los criollos de negocios muy rentables, como el transporte público y el comercio minorista primero y de importación de electrodomésticos después. RSB llevó al teatro los problemas de ascenso social, discriminación, prostitución y mendicidad que generan los traslados de contingentes humanos del campo a las ciudades, cuyos integrantes vieron reflejados en el teatro popular la crudeza de sus problemas.
XSS destaca, asimismo, que el fortalecimiento económico del cholaje se tradujo en la presencia de su folklore (la fiesta del «Señor del Gran Poder») y en una creciente importancia política. RSB ya fue alcalde de La Paz, pero su raigambre en el cholaje sirvió de antecedente para que el radialista Carlos Palenque fundara, en 1988, «Conciencia de Patria» (CONDEPA), que se convirtió en la tercera fuerza política más importante del país, y para que el «cervecero»Max Fernandez creara la Unión Cívica Solidaridad (UCS), que también jugó papel importante en la vida nacional. RSB, Palenque y Fernandez pavimentaron el camino para el advenimiento de Evo Morales, quien ha logrado que lo indomestizo se convirtiera en la fuerza política que ha concitado el apoyo de todas las regiones y ha neutralizado los riesgo de separatismo de la «Nación Camba» y del ultra indigenismo de Felipe Quispe.
Hoy, lo indo mestizo inunda a toda la sociedad. Otro candidato aymara a la gobernación paceña, Felix Patzi, al justificar su alianza electoral con Luís Revilla, candidato a la reelección a la alcaldía de esta ciudad, dijo que había llegado el momento de derribar las murallas étnicas que aún separan a indígenas y mestizos. Todo lo anterior refleja el triunfo de lo indo mestizo, como eje del «nosotros», que aglutine a la totalidad de los bolivianos. Es el triunfo, en fin, de Carlos Montenegro, el ideólogo de la Revolución de 1952.
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