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Informalidad, modus vivendi del mexicano

Fuentes: Rebelilón

México es un país multicultural debido a lo que vivió tras la conquista española. En la actualidad, hay 112 millones 336 mil 538 habitantes según el Censo de Población y Vivienda 2010. De esa cantidad, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI); son 50 millones 693 mil 306 personas el total de […]

México es un país multicultural debido a lo que vivió tras la conquista española. En la actualidad, hay 112 millones 336 mil 538 habitantes según el Censo de Población y Vivienda 2010. De esa cantidad, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI); son 50 millones 693 mil 306 personas el total de la población económicamente activa en nuestro país.

En el INEGI se presenta que de esa cantidad total, 48 millones se encuentran ocupados; sin embargo, al salir a las calles del Distrito Federal y el Estado de México se puede observar que muchas personas se dedican a realizar trabajo informal en vez de formar parte de una empresa.

En el trabajo informal, como se señala en un trabajo de Juan Raso-Delgue, no hay un mínimo ni máximo de edad para ese trabajo (jubilación), hay variación en el dinero obtenido, carece de prestaciones y no se tiene seguro para enfermedades, accidentes o cualquier otro tipo de altercados.

Es un fenómeno que afecta a la mayoría de los países subdesarrollados y México no es la excepción por las condiciones sociales y económicas que presenta.

A través de la información de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), organizada por el INEGI, en el tercer trimestre de 2012 se sumaron 29.3 millones de personas que se dedican a este tipo de trabajo. De esa cantidad, 14.2 millones conformaban el sector informal, mientras que el resto se dividía entre amas de casa, gente dedicada a actividades agropecuarias, etc.

El trabajo informal no discrimina edad, sexo, ni escolaridad. «Ángel», como nos dijo que se llamaba el trabajador a quien se le hizo una entrevista, es egresado de la carrera de Comunicación y vende burritos.

«Mi peor error fue quererme comer al mundo al salir, pero no pude, el mundo me comió a mi», dice Ángel, quien da la recomendación de cumplir primero con todos los requisitos para titulación y posteriormente empezar desde el escalón más bajo en la profesión que se elija.

Las clases sociales que recurren más a este tipo de empleo son las bajas y medias por la pobreza y necesidades que tienen. Sin embargo, no sólo las personas que tienen la mayoría de edad ejecutan estos trabajos, sino también los descendientes de ellos, quienes muchas veces deben estudiar y trabajar al mismo tiempo para apoyar a sus padres.

En ocasiones la escolaridad que estas personas poseen no es superior, sino medio superior o inferior. En una nota publicada en Milenio, se señaló que el promedio de estudios en los informales es de 7.8 años, mientras que en los formales es de 11.7.

Además, esto se refleja en los hijos. «Alejandra», como se le llamará debido a su minoría de edad, comenta que «en cuanto pueda, a ella le gustaría estudiar algo de estilismo». Aparte, también se da el caso de querer simplemente aprender el negocio familiar.

Los compradores de los productos originados a partir de estos tipos de trabajos dicen que compran los bienes o servicios porque son «baratos y a veces son buenos». Lizbeth Porras, consumidora, dice que recurre a ellos porque, en el caso de frutas y verduras, son lo que le quedan más cerca, están frescos y son más baratos que en los supermercados.

Milenio señala que en estados como Oaxaca, Guerrero y Chiapas hay un alto índice de este tipo de trabajo. Tanto que se presume que 8 de cada 10 habitantes se dediquen a estas actividades. La solución que le ven a esto es a través de políticas públicas, como el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, le exigió a Carlos Navarrete, titular de la Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo, que elaborara para reducir esa problemática.

El periódico La Jornada publicó una cita de Carlos Navarrete Ruiz, en la cual señala que en muchas ocasiones se prefiere este tipo de empleos por la remuneración económica que se obtiene en contraste con muchos trabajos formales.

El problema del trabajo informal es algo que se debe atender desde todas las aristas. La inversión en educación y generación de empleos es lo que más urge en la sociedad mexicana para satisfacer una mayor cantidad de necesidades y erradicar este conflicto que es producto de las carencias que predominan en el país.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.