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Un informe alerta sobre inseguridad y terrorismo en Argentina. No es la primera vez que Estados Unidos vincula a la Triple Frotera con el terrorismo y los peligros de las protestas callejeras

Informe de EEUU apunta sobre terrorismo y piqueteros

Fuentes: Agencia Periodística del Mercosur

Un informe del Departamento de Estado alerta a los turistas norteamericanos sobre algunos peligros a tener en cuenta a la hora de visitar Argentina. En tal sentido una serie de contingencias tan disímiles como el terrorismo en la Triple Frontera y los problemas de tránsito; atentados con bombas caseras, el peligro de no estar en […]

Un informe del Departamento de Estado alerta a los turistas norteamericanos sobre algunos peligros a tener en cuenta a la hora de visitar Argentina. En tal sentido una serie de contingencias tan disímiles como el terrorismo en la Triple Frontera y los problemas de tránsito; atentados con bombas caseras, el peligro de no estar en regla con los estándares internacionales de seguridad aérea, y las protestas piqueteras forman parte de un documento oficial actualizado recientemente.

El trabajo reitera el alerta sobre «individuos y organizaciones con lazos con grupos extremistas» ubicados en la zona de la Triple Frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay. Si bien el documento destaca que no hay evidencias de que haya organizaciones terroristas o grupos violentos en Argentina que apunten específicamente a turistas estadounidenses, tampoco descarta la existencias de estas bandas.

La zona fronteriza fue un importante foco de atención para el Pentágono luego de los ataques terroristas del 11 de Septiembre de 2001. El gobierno norteamericano reavivó viejas acusaciones en torno a la supuesta presencia de células del grupo palestino Hamas y del libanés Hezbollah en la zona. La Triple Frontera, punto tripartito compartido por Argentina, Brasil y Paraguay, posee ciertas características que la distingen de otras zonas limítrofes, conserva una gran riqueza de recursos naturales y a su vez es uno de los mercados negros más activos a nivel mundial.

En el libro Bajo la Mirada del Halcón (Claudio Fuentes, FLACSO-Chile, 2004) el especialista en Relaciones Internacionales Ignacio Labaqui sostiene que «la preocupación por la gobernabilidad y por las áreas sin ley constituye el principal elemento de la agenda de seguridad entre el MERCOSUR y Estados Unidos. El concepto de áreas sin ley (ungoverned areas) ha sido crecientemente utilizado por el Comando Sur y por el Departamento de Defensa en los últimos años».

Dentro de las llamadas áreas sin ley al menos dos de ellas se encuentran dentro del territorio latinoamericano, la Triple Frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay y la zona de Leticia-Tabatinga entre la frontera de Brasil y Colombia.

Pese a la obstinación por parte de Estados Unidos de estigmatizarla una y otra vez como una zona vinculada al terrorismo internacional, los gobiernos de los países partes de la Triple Frotera ya vigilaban e intercambiaban información sobre esta área desde 1998, cuando crearon el Comité Tripartito para la Triple Frontera. Luego de los atentados del 11-S, representantes de Argentina, Brasil y Paraguay se reunieron en diversas oportunidades para fortalecer el intercambio de información y analizar la cooperación en temas como el lavado de dinero, tráfico de armas y controles aduaneros y migratorios.

Esta cooperación derivó en un esquema de colaboración «3+1» para la vigilancia de la zona, incorporando a Estados Unidos al mecanismo de vigilancia que los países partes de la Triple Frontera venían llevando a cabo.

El informe recientemente publicado por el Departamento de Estado también alerta a turistas nortamericanos de los piqueteros y su modo de cortar las calles. Aunque afirma que las manifestaciones no son violentas, advierte sobre cierta confrontación con la Policía, muchas veces frente a la Embajada de Estados Unidos, como también frente a compañías norteamericanas como McDonald`s.

La preocupación del gobierno estadounidense por el movimiento piquetero tuvo un elevado cruce diplomático en julio de 2004 cuando un funcionario de la Casa Blanca realizó declaraciones off the record a medios argentinos, preocupado por la escalada de los piqueteros y el aumento de los hechos de violencia.

El entredicho estalló cuando el canciller argentino Rafael Bielsa respondio que el Gobierno estaba harto de las intromisiones del funcionario en asuntos internos y no dudó en señalar a Roger Noriega, secretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, como el responsable de las declaraciones en reserva. Días después el entredicho se fue diluyendo, Noriega no dio marcha atrás sobre los dichos del funcionario y aunque aseguró que su Gobierno apoyaba al presidente Néstor Kirchner en su relación con los grupos piqueteros destacó que le preocupaba las agreciones contra los locales de McDonald`s.

Tanto las declaraciones del funcionario norteamericano en 2004 como el alerta sobre los piqueteros en el reciente informe del Departamento de Estado forman parte de reiterados guiños desde Washington expresando deseos encubiertos de menor tolerancia a los cortes de ruta o tomas de plantas industriales abandonadas.

El especialista en temas de seguridad Khatchik Derghougassian destaca en un trabajo titulado «La protesta social en la agenda de seguridad internacional» que son indiscutibles los esfuerzos de considerar a los piqueteros argentinos, los cocaleros bolivianos, los Sin Tierra de Brasil, los Círculos Bolivarianos, distintas organizaciones de pueblos indígenas en Ecuador y campesinos en Paraguay como movimientos que el terrorismo global podría explotar.

Derghougassian sostiene que existen dos «nuevas amenazas» que por iniciativa de Washington forman parte de la agenda de la seguridad internacional, el narcotráfico y el terrorismo. Aunque por el momento la protesta social no ha ingresado en la agenda de la seguridad internacional existen indicios en discursos oficiales y no oficiales que «sugieren semejanzas con los procesos que terminaron haciendo del narcotráfico y del terrorismo amenazas globales».

Para Derghougassian estos indicios se reflejan en distintos aspectos de la política estadounidense como una «creciente militarización de las funciones policiales y la extraterritorialización de la jurisdicción estadounidense junto con la exportación de los modelos de seguridad allí aplicados», y el «creciente protagonismo político de los jefes militares de los cinco Comandos de las fuerzas armadas estadounidenses actuando como verdaderos procónsules en el mundo y cuidando intereses corporativos en su país».

El canciller Rafael Bielsa dijo en una conferencia de prensa en la Casa Rosada que el informe no se ajustaba a la realidad argentina y que perjudicaba al turismo. «Entendemos la preocupación del Departamento de Estado» para resguardar a los ciudadanos de su país, dijo el Canciller argentino, pero advirtió que «no es aceptable la falsedad de ciertos datos objetivos».

El gobierno argentino se mostró molesto con el informe del Departamento de Estado y por órden expresa del presidente Néstor Kirchner, Bielsa convocó a una reunión al embajador de Estados Unidos, Lino Gutierrez, para expresarle la sorpresa del gobierno argentino y reclamarle que se reviertan «inexactitudes». En la reunión, Gutierrez se comprometió a llevar a su gobierno un informe que Bielsa le alcanzará con datos y estadísticas sobre turismo y seguridad en Argentina.

El mismo Bielsa había desestimado que las relaciones con Washington se resentirían por el entredicho diplomático. Un día antes que los medios dieran a conocer el contenido del informe del Departamento de Estado, la embajada de Estados Unidos entregó a las fuerzas de seguridad argentinas once vehículos destinados a operativos antidrogas para la Policía Federal y Gendarmería en el marco de sucesivos acuerdos de cooperación celebrados entre ambos países desde el año 2000.