Durante el año 2016, Bolivia enfrentó condiciones adversas que hicieron mella en algunos sectores económicos del país. En lo interno, la crudeza con que se dejó sentir el fenómeno de «El Niño» causó pérdidas en el sector agrícola de más de US$ 400 millones y al menos 3 millones de toneladas de alimentos[1]. El sector […]
Durante el año 2016, Bolivia enfrentó condiciones adversas que hicieron mella en algunos sectores económicos del país. En lo interno, la crudeza con que se dejó sentir el fenómeno de «El Niño» causó pérdidas en el sector agrícola de más de US$ 400 millones y al menos 3 millones de toneladas de alimentos[1]. El sector minero[2] también experimentó momentos difíciles ante la oposición de ciertos sectores mineros a la nueva legislación laboral aprobada, más proteccionista con los derechos de los asalariados. Por otro lado, en lo externo, continuó la baja de los precios de los commodities y la alta volatilidad del mercado energético, así como una creciente incertidumbre agudizada por diversos acontecimientos políticos en la región y el mundo.
A pesar de esto, Bolivia siguió liderando los datos de crecimiento económico de la región suramericana y combatiendo efectivamente la pobreza y la desigualdad. Pero un dato dejaba la insatisfacción entre los dirigentes del modelo económico boliviano, y es que, a pesar de que con el 4,1% la tasa de desempleo de Bolivia sigue siendo la más baja de toda América Latina, es la más alta alcanzada en el país desde el año 2008.
Por este motivo, el ejecutivo se propuso atender la problemática laboral sin demora. Hace dos semanas, el presidente Evo Morales hizo pública la creación de un Plan Nacional de Empleo Urgente con un propósito: reducir la tasa de desempleo hasta un 2,7%, sólo tres décimas por arriba del dato más bajo de desocupación registrado en Bolivia y que fue alcanzado durante la gestión de Morales entre 2012 y 2014 (2,3%).
Apuesta por la economía real
Con cinco ejes de acción como punto de partida, el Plan de Empleo Urgente prevé la creación de 60.600 nuevas plazas de trabajo repartidas entre todos los sectores económicos productivos, tanto de la iniciativa pública como privada. Para que se convierta en un hecho tangible, el ejecutivo ha dispuesto una inversión de US$ 146,4 millones que serán utilizados bajo un esquema de incentivos.
Eje 1: Infraestructura urbana
– Incluye proyectos en seis municipios del país: Cobija, La Paz, Oruro, Potosí, Riberalta y Sucre.
– Ahí se invertirán los primeros US$ 40 millones.
– Se proyecta la creación de 6.600 empleos.
Eje 2: programa de protección y habilitación de áreas productivas
– Tendrá mayor incidencia en Cochabamba y Santa Cruz.
– Con una inversión de US$ 40 millones se recuperarán tierras productivas.
– 5 mil puestos de trabajo en los primeros cuatro meses, como mínimo.
Eje 3: programa inserción laboral
– Se ejecutará en alianza con la empresa privada.
– Está previsto trabajar en empresas que pagan el salario mínimo.
– Contempla la contratación de obreros y nuevos profesionales.
– Ejecutivo ofrece incentivos sobre pago de beneficios sociales.
– Aplicación será por tiempo limitado, en dependencia del acuerdo al que se llegue con la compañía.
– El monto reservado para este programa es de US$ 57 millones.
– Previsto generar 45 mil empleos conjuntamente.
Sobre el esquema de incentivos a privados se establecieron tres modalidades:
1- El Estado cubrirá las Administradoras de Fondo de Pensiones (AFP), así como el seguro de salud.
2- La empresa pagará el 70% del salario mensual, mientras que el Estado cubrirá el otro 30% del salario más el importe a las AFP y caja de salud.
3- Referida a la incorporación de jóvenes con formación universitaria o técnica, para que puedan acceder a un salario más alto. La base del cálculo será de 4.000 bolivianos (US$ 575) dólares al mes. En este caso, el Estado también cubrirá las AFP y la caja de salud, mientras que el empresario deberá garantizar empleo por uno o dos años para el o la profesional.
Eje 4: incentivos a contrataciones públicas
– Las empresas que se presenten para adjudicarse alguna obra y proyecten una mayor cantidad de generación de empleo, obtendrán 5% de calificación.
Eje 5: fondo para el capital semilla.
– Establece la otorgación de créditos a micro y pequeñas empresas de reciente creación.
– Inversión será de US$ 9,4 millones.
– Fondo será administrado por el Banco de Desarrollo Productivo.
– Proyecta financiar 300 nuevos emprendimientos.
La implementación del Plan Nacional de Empleo arrancará con más de 4.000 empresas inscritas por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Previsión Social, portal donde ya existe un relevamiento de información sobre la oferta laboral y los interesados, empresas públicas y privadas, así como personas sin empleo, que a su vez pueden hacer su registro en las oficinas departamentales de trabajo. La intención es utilizar los perfiles de los inscritos a modo de insumo con los que jerarquizar los esfuerzos.
Bolivia demuestra una vez más que no sigue recetas económicas clásicas de fórmulas matemáticas incapaces de resolver los problemas de la economía real, y que apartados de medidas flexibilización del mercado de trabajo, las políticas en materia laboral siguen buscando crear más empleos, sí, pero también mejores condiciones para los trabajadores.
Notas:
[1] Lujano, C. (2017). Bolivia: El arte de saber invertir. http://www.celag.org/bolivia-el-arte-de-saber-invertir/
[2]Vollenweider, C. (2016). Bolivia: Violencia ante los cambios soberanos de la política minera. http://www.celag.org/bolivia-violencia-ante-los-cambios-soberanos-a-la-politica-minera/
Crismar Lujano, investigador de CELAG, @Clujan0
Fuente: http://www.celag.org/informe-expres-bolivia-plan-de-empleo-urgente/