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Injerencia estadounidense en acción

Fuentes: Rebelión

La estrategia de país Bolivia («Integrated Country Strategy» https://www.state.gov/documents/organization/284658.pdf), aprobada por el gobierno norteamericano en agosto de 2018, contiene una serie de elementos y proyecciones para las labores de su misión diplomática que conviene tomar en consideración, habida cuenta de la indudable voluntad de los EEUU por retomar el control de lo que entiende es […]

La estrategia de país Bolivia («Integrated Country Strategy» https://www.state.gov/documents/organization/284658.pdf), aprobada por el gobierno norteamericano en agosto de 2018, contiene una serie de elementos y proyecciones para las labores de su misión diplomática que conviene tomar en consideración, habida cuenta de la indudable voluntad de los EEUU por retomar el control de lo que entiende es su «patio trasero» (América Latina y el Caribe) en el cual Bolivia aparece como una singularidad indócil. La Doctrina Monroe está lejos de ser una pieza de museo; hay que tomar en cuenta que fue subrayada de manera explícita por John Kerry en 2013 y hace pocas semanas por John Bolton. A continuación una síntesis de los principales párrafos, con breves agregados a modo de comentarios.

En el acápite Prioridades del Jefe de Misión, el documento indica que a pesar de una relación diplomática de más de 170 años entre Bolivia y los EEUU, la situación se tensionó desde que el Presidente Evo Morales fue elegido en 2006 y comenzó con una política de hostilidad pública hacia los EEUU, su embajada, y las políticas económicas neoliberales. Señala que desmanteló elementos vitales de la relación bilateral (expulsión de USAID, la DEA, y el propio embajador norteamericano). Interesante ejemplo de una historia amañada, en la cual el imperio norteamericano funge como víctima.

Argumenta que las elecciones presidenciales para finales del 2019 serán un punto de inflexión en la historia boliviana, con independencia del ganador, aunque subraya que, contra lo que expresa la Constitución y un referendo de 2016, Morales se declaró candidato con la ayuda del Tribunal Constitucional. Manifiesta asimismo preocupación por la falta de independencia de diversas ramas del gobierno, así como por el cierre del espacio democrático (presiones del Ejecutivo sobre el Poder Judicial, aplicación selectiva de la ley para suprimir la oposición política y la crítica, y hostilidad contra los medios de comunicación independientes). No explica por qué otorga tanta importancia al proceso de elecciones generales del 2019, que en realidad es uno más en la vasta lista desde la recuperación de la democracia en 1982. Probablemente, en caso de que Evo Morales sea reelegido, esté anunciando el comienzo de otro tipo de acciones contra el único gobierno indócil de la región.

Sostiene que, más allá del resultado de las elecciones de 2019, la misión diplomática de EEUU pondrá el foco en la relación con el pueblo de Bolivia, para apoyar sus esfuerzos de fortalecimiento de la libertad de prensa, inclusión social, prosperidad, democracia y derechos humanos. Asimismo, señala que cooperará con gobiernos locales y subnacionales, ya que a pesar de la propaganda antinorteamericana del Presidente, los datos de Latinobarómetro 2017 muestran que casi la mitad de la población boliviana tiene una opinión favorable de los EEUU. Como consecuencia, manifiesta que la misión diplomática aprovechará cada oportunidad para mostrar a los bolivianos que la cooperación con el gobierno norteamericano conlleva beneficios, materializándolos en programas de intercambio educacional, comercial y profesional, a fin de que la ciudadanía conozca de primera mano a los EEUU y sus valores.

Economía y seguridad

Un escueto pantallazo aborda esos dos ámbitos. Con relación al primero, afirma que el importante esfuerzo de Evo Morales por elevar los ingresos per cápita es en realidad frágil, sobre todo debido al extendido ámbito de la economía informal (sostiene que un 62% de los trabajadores lo hace en rubros en las sombras, y selecciona como ejemplos la importación ilegal de textiles, el expendio de alimentos sin licencia, la minería aurífera, y la producción de narcóticos).

Con relación al segundo, explica que aunque los niveles de crimen son menores que el promedio regional, hay preocupación creciente por su aumento, en particular en Santa Cruz y el oriente en general. Si bien Bolivia no sufre altos niveles de narcoviolencia, subraya que es un productor destacado de coca, y conocido país de tránsito para cocaína y otras drogas ilícitas, frente a esfuerzos por combatirlos de escasa efectividad, por lo que se priorizará el trabajo con contrapartes internacionales (ONU, países sudamericanos vecinos, y países europeos de destino).

En el escueto panorama socioeconómico que describe, no deja de sorprender el reconocimiento de fortalezas objetivas y evidentes de la gestión del MAS-IPSP. Sin embargo, las menosprecia y subestima haciendo referencia a su supuesto carácter vulnerable y transitorio (no por casualidad, un tema recurrente en cierta prensa boliviana de oposición en la última década).

Objetivos de la misión diplomática

Para finalizar, señala que en el próximo cuatrienio se espera reavivar la relación bilateral con paso «lento pero firme». Para ello, dentro del marco estratégico de la misión, se trazan los siguientes objetivos:

1.Expandir oportunidades económicas y prosperidad para EEUU y Bolivia (Promover reformas económicas y de gobierno orientadas al mercado / Asegurar oportunidades comerciales para negocios de EEUU en Bolivia, e incrementar relaciones comerciales, empresariales y académicas).

2.Fortalecer la seguridad de EEUU y proteger a sus ciudadanos en Bolivia.

3.Animar la democracia y justicia en una Bolivia que considere a EEUU como un socio fundamental (Fortalecer la defensa de valores democráticos, derechos humanos y buena gobernanza enfocados en su crecimiento e impacto en una sociedad civil influyente / Contrarrestar el antiamericanismo oficial mostrando los valores y la cultura de EEUU, animando una opinión pública que respalde dichos valores).

El escrito concluye apuntando a incrementar la infraestructura y el personal de agencias norteamericanas en caso de que el gobierno «elegido democráticamente» en 2019 favorezca la colaboración con los EEUU.

Sin indicarlo expresamente, el documento revela la carta marcada que el gobierno norteamericano sacará de su manga en caso de que Morales resulte reelecto. En primer lugar, reservándose la potestad de decidir qué cosa es una elección democrática, y en segundo lugar enfatizando en los elementos señalados al comienzo, que estigmatizan su candidatura como ilegítima.

Lo expuesto resulta sobradamente transparente para extraer conclusiones y pistas útiles para las luchas populares en esta nueva etapa mundial, caracterizada por la relocalización del poder estratégico de los EEUU, su reposición geopolítica, y la consecuente desestabilización de Nuestramérica.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.