En Bolivia «trabajan» activamente varias agencias que se encargan de ejecutar los planes injerencistas. Esas agencias son financiadas por el gobierno de Estados Unidos. La CIA, DEA, la Agencia de Asuntos Narcóticos (NAS) actúan a través de varias ONGs que, públicamente, aparecen como defensoras de las democracias y de los derechos humanos. La USAID es […]
En Bolivia «trabajan» activamente varias agencias que se encargan de ejecutar los planes injerencistas. Esas agencias son financiadas por el gobierno de Estados Unidos. La CIA, DEA, la Agencia de Asuntos Narcóticos (NAS) actúan a través de varias ONGs que, públicamente, aparecen como defensoras de las democracias y de los derechos humanos.
La USAID es la agencia oficial de ayuda y cooperación de Estados Unidos y que se encarga de repartir millones de dólares en programas de inocente apariencia y hasta conmovedores en su exterior fachada, cuando en realidad es una agencia de penetración imperial. Cuando no le conviene mostrarse públicamente, actúa por intermedio de otras agencias para «desarrollar la democracia y defender los derechos de los pueblos». La CIA tiene como una de sus fachadas a la USAID y ésta, a su vez, actúa con la NED, con la NDI y OTI.
La USAID, en el presente proceso electoral boliviano ha intervenido con la financiación y entrega de cuantiosos recursos económicos a las fuerzas de oposición. Así mismo, la USAID mantiene convenios de cooperación técnica y financiera con varias organizaciones no gubernamentales que intervienen en proyectos políticos de las derechas económicas y oligárquicas, siempre, bajo la careta de apoyar y trabajar por la democracia y los derechos de los pueblos, sin que falten ONGs que, con cinismo, dicen trabajar en favor de los derechos civiles y políticos, económicos, sociales y culturales de los pueblos indígenas, a los que mienten, engañan y soliviantan con absoluta mala fe. Con principios de noble apariencia, la USAID enmascara las intencionalidades políticas e injerencistas del imperio. Otra agencia estadounidense injerencista es la llamada National Endowment for Democracy (NED) -Fundación Nacional para la Democracia- Esta es una organización sin fines de lucro que aparentemente funciona de forma autónoma y privada, pero al mismo tiempo es financiada por el Congreso de los Estados Unidos, La NED fue fundada durante el gobierno de Ronald Reagan (1982), con inclinaciones republicanas en sus visiones y objetivos a lo largo de sus años de operación. Esta fundación actúa canalizando fondos a través de cuatro instituciones: Center for International Private Enterprise (Centro para Iniciativas Privadas Internacionales); National Democratic Institute (Instituto Democrático Nacional); International Republican Institute (Instituto Republicano Internacional); American Center for International Labor Solidarity (Centro Americano para la Solidaridad Laboral Internacional), sostiene Bolpress en su análisis. La NED a lo largo de los años ha financiado las actividades de diferentes partidos de las derechas económicas y políticas de nuestra América Latina y estuvo involucrada directa o indirectamente en el golpe de Estado perpetrado contra el coronel Hugo Chávez en el 2002. Según un estudio divulgado por agencias bolivianas de información, la NED, en 1984 concedió fondos a un candidato presidencial panameño respaldado por el dictador Manuel Noriega y la CIA (Agencia Central de Inteligencia, por sus siglas en inglés). Esta acción derivó en una ley del Congreso norteamericano que prohíbe a la NED financiar campañas de partidos políticos con fondos públicos. Esta Ley de nada ha servido porque la NED continúa ejecutando políticas intervencionistas en Bolivia, Nicaragua, Venezuela y otros países como Haití al financiar al candidato derechista Marc Bazin, con varios millones de dólares. Entre 1990 y 1992, la NED donó más de un cuarto de millón de dólares a la Fundación Nacional Cubano Americana, férrea opositora al gobierno cubano. En 2004, documentos desclasificados demostraron que la NED financió a grupos violentos opositores al gobierno de Venezuela, como también encuestas que luego sirvieron como pretexto para violentas protestas en el mismo país.
La NED, para ejecutar sus proyectos, generalmente, seleccionan «líderes potenciales» de ciertos partidos políticos y grupos cívicos que son vistos como no violentos, democráticos y progresistas, a quienes promueve y financia. De esta manera, con fondos públicos norteamericanos, se adoctrina en áreas y temas claves para los EE.UU a jóvenes que ya, de por sí, pertenecen a partidos tradicionales y de derecha.
La Office of Transition Initiatives (OTI) – Oficina de Iniciativas Transitorias «depende de USAID (Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, por sus siglas en inglés) y está especialmente diseñada para trabajar en países con un grado de inestabilidad política que pueden llevar a un significativo cambio en las políticas y relaciones con los Estados Unidos. Su objetivo es asegurarse de que permanezcan en el gobierno sectores políticos moderados y proclives a los intereses y políticas de los Estados Unidos. En el actual proceso electoral boliviano ha promovido con la USAID el apoyo económico «equitativo y proporcional» según estimaciones de triunfo electoral a los partidos de oposición, con la fallida esperanza de debilitar políticamente al Presidente Evo Morales.
La intencionalidad de Estados Unidos es ganar las elecciones para el Parlamento boliviano con los candidatos de las derechas Manfred Reyes Villa y Samuel Doria Medina. Los cálculos políticos del imperio se centran en las candidaturas parlamentarias, razón por la que apuestan y apoyan a los candidatos de la oposición para captar el mayor número de votos y obtener la mayoría en el Senado, por ejemplo, en el que, eventualmente, aspiran a detener las nuevas políticas y las nuevas decisiones de Evo Morales tendientes a consolidar el Socialismo del Siglo XXI, que tanto asusta a Washington. El gobierno de Estados Unidos y sus agencias saben que Evo Morales será reelegido abrumadoramente, pero no quieren perder poder e influencia en el Senado, último reducto que les quedaría para bloquear y obstaculizar al nuevo gobierno que presidirá el líder E. Morales que desde el año 2001 fue declarado enemigo de Estados Unidos, a pesar del acuerdo al que arribaron el gobierno y los cocaleros el 21 de noviembre de 2001 bajo la facilitación de la Iglesia Católica, el Defensor del Pueblo y el Congreso, luego de que efectivos policiales y militares golpearan al Representante de Derechos Humanos del Chapare, atacaran la sede de esta institución en Eterazama (13 y 14 de noviembre de 2001) y dejaran decenas de heridos durante la represión a los productores de hoja coca. El compromiso manifestaba la intención de las partes de ir a una cumbre sobre la coca en la que se resuelva de manera estructural los problemas del Chapare. Durante el conflicto, el entonces diputado Evo Morales Ayma, fue sitiado en la población de Eterazama por el ejército, quebrantando sus derechos constitucionales, con la orden de no permitir su salida, que fue sólo posible para la negociación del 21 de noviembre.
Ante la solución del conflicto a través del diálogo, la Embajada de los Estados Unidos consideraba que en vez de negociar: «… una respuesta firme y continua habría debilitado la base política de Evo Morales aún más». Desde entonces, Evo Morales está en la mira del imperio, situación que se ha convertido en objetivo prioritario dada la contundencia de su liderazgo político. Ya en el año 2002, el ex embajador de los Estados Unidos en Bolivia, Manuel Rocha, en una clara injerencia política en asuntos internos de Bolivia manifestó que el dirigente campesino Felipe Quispe y el diputado Evo Morales eran «terroristas» y que se encontraban en la «lista negra» de los Estados Unidos. El 26 de junio de 2002, cuatro días antes de la elección presidencial, dijo: «el electorado boliviano debe considerar las consecuencias de escoger líderes de alguna manera ligados al narcotráfico y el terrorismo». Este es un irrebatible ejemplo de injerencia política, situación que no ha variado en las elecciones de este año 2009. La Casa Blanca y su Departamento de Estado mantienen su preocupación en torno a un tema fundamental: el surgimiento de partidos «anti-sistema» en el parlamento, después de casi 17 años de hegemonía de los partidos tradicionales neoliberales y proclives a Washington. El partido que mayor preocupación provocaba en la Embajada de los Estados Unidos era el Movimiento Al Socialismo (MAS), que no daba espacio a cooperación ni acercamiento alguno. Evo Morales fue motejado como un «agitador de la coca ilegal». Según el documento citado, Estados Unidos considera que la democracia en Bolivia está en peligro por el simple hecho de que representantes de las organizaciones sociales y de los sectores populares triunfarán en las elecciones con Evo Morales en la Presidencia de Bolivia. El MAS es la clara opción de poder político que reemplazará a la obediente oligarquía boliviana y los partidos tradicionales, para decirlo en palabras de los autores del análisis en comento. Estados Unidos con la USAID, NED y otras agencias intervienen y actúan en la política boliviana. La descarada injerencia imperial es un insulto y un atentado contra la soberanía del pueblo boliviano, único facultado para decidir qué tipo de partidos políticos gobiernan. Estados Unidos, en franca desesperación ante el incontenible avance de las fuerzas populares lideradas por Evo Morales y otros dirigentes indígenas y de las bases del pueblo boliviano, por intermedio del NDI ha ejecutado una serie de proyectos encaminados a capacitar a los cuadros jóvenes de las derechas tradicionales inscritas en los partidos políticos tradicionales como NFR, ADN, MIR y MNR en interesantes temas que se relacionan con «inclusión de grupos excluidos», «reformas partidarias», «trabajo en equipo», «negociación», «comunicación», «expansión política» y otros.
En el documento difundido por Bolpress se afirma que uno de los proyectos de la National Democratic Institute for International Affairs (NDI) denominado Proyecto de Reforma a los Partidos Políticos de Bolivia, tuvo un presupuesto anual de US$ 75.245 en Bolivia (sin contar los gastos en los Estados Unidos para los talleres) y planteaba que: «Durante los últimos 20 años, elecciones libres y la pacífica transferencia del poder entre partidos rivales habían caracterizado la democracia Boliviana. A pesar de esta estabilidad, las últimas elecciones muestran la desaparición de varios partidos tradicionales y el aumento en la popularidad de partidos inexpertos, antisistema, y neopopulistas.» Argumento que para un proyecto de una agencia extranjera, constituye una flagrante injerencia en política interna. El proyecto continúa planteando que el colapso de partidos como ADN, CONDEPA y UCS, han dejado un vacío, llenado por el MAS y el MIP, que tienen «una limitada experiencia legislativa y tendencias populistas». El NDI, en este proceso electoral ha colaborado, apoyado y trabajado con Manfred Reyes Villa que era aliado de Gonzalo Sánchez de Lozada y por tanto de la Embajada de los Estados Unidos. Además, la USAID y sus agencias tapaderas han colaborado, asesorado y apoyado a Samuel Doria Medina y a los demás candidatos de las derechas que no se resignan a perder el poder económico y político que ha reinado en Bolivia.
Estados Unidos con su descarada injerencia en Bolivia ejecuta todo tipo de experimentos políticos y de propaganda, con la intencionalidad de aplicarlos en otros países de América Latina y el Caribe. En Bolivia no obtendrá éxitos de ninguna naturaleza porque el pueblo ya ha alcanzado plena conciencia de su poder de cambio y, sin embargo, la Casa Blanca se propone enviar un mensaje a nuestras patrias que consiste en demostrar que si no logra obtener resultados positivos a través del sistema electoral impuesto a estas «democracias» de papel, no vacilará en apadrinar golpes como los dados en el 2002 en Venezuela o en junio de este año en Honduras.
Andrés Zampatti y J. Ignacio Frechero, en un estudio sobre la injerencia de Estados Unidos en Bolivia sostienen que, históricamente, la política exterior norteamericana hacia lo que se conoce como su «patio trasero» siguió una tendencia de políticas paternalistas. Desde la Doctrina Monroe (1823), la cual fue la primera manifestación (y la más clara) de interés en Latinoamérica realizado por un Gobierno norteamericano, hasta la actualidad, la historia de las relaciones intrahemisféricas está repleta de sucesos o procesos en los cuáles los Estados Unidos interfieren directa o indirectamente en la política interna de algún Estado latinoamericano, empezando por México y el Caribe, donde la influencia norteamericana está presente en todos los ámbitos de la vida política y económica de la subregión, hasta el Cono Sur, donde hubo y hay indicios de injerencia.
Agregan que a mediados de 2008 Bolivia vivió una crisis social y política que reavivó los fantasmas de la intervención norteamericana propios de la Guerra Fría. La Media Luna Oriental, el territorio más próspero de Bolivia, nuevamente retomaba su protesta autonomista y esta vez amenazaba e iba más lejos: se llegó a convocar un referéndum autonómico y hasta el Presidente Evo Morales debió someterse a un referéndum revocatorio… Bolivia en 2008 estuvo al límite de la guerra civil, y la calma definitiva todavía no llegó.
En medio de esta tormenta hubo quiénes encontraron un culpable más allá de las fronteras del país andino: los Estados Unidos, mediante su agencia para el desarrollo internacional (U.S. Agency for International Development, (USAID), presuntamente, estaban socavando el poder de Evo Morales, promoviendo el desarrollo de sus opositores y apoyándolos de forma encubierta, sostienen.
A grandes rasgos, el sustrato de la mayor parte de estas políticas parece ser el precepto histórico de la «presunción hegemónica», es decir, «la idea de que los Estados Unidos tienen el derecho de insistir en la solidaridad -por no decir la subordinación- política, ideológica, diplomática y económica de todo el Hemisferio Occidental» (Lowenthal, 2007). Este supone asegurar un orden político que no ponga en riesgo su primacía, la innegable asimetría de poder que existe entre los países latinoamericanos y los Estados Unidos, y que también obstruya la potencial influencia de potencias extranjeras. Es en esta línea que debe entenderse la oposición al gobierno de Hugo Chávez y sus aliados-Rafael Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua y Evo Morales en Bolivia-, y en un segundo plano, la preocupación por la creciente penetración económica de China y de Rusia.
Una cuestión importante es que el resultado de este proceso no sólo debe medirse en términos del impacto económico para los flujos de comercio e inversiones bilaterales entre estos países y los Estados Unidos, sino también en sus efectos secundarios para los procesos regionales de integración. Venezuela y Brasil han venido impulsando respectivamente la Alternativa Boliviariana para las Américas (ALBA) y la Unión Sudamericana de Naciones (UNASUR, originalmente Comunidad Sudamericana de Naciones), proyectos de integración que buscan fundamentalmente cimentar sus liderazgos políticos a nivel regional y establecer espacios de articulación y diálogo entre las naciones miembro que excluyan explícitamente a los Estados Unidos y otras potencias», se sostiene en el documento antes citado.
Según una publicación del Center for Global Development, la intervención de la USAID en Bolivia no hace más que reafirmar que la asistencia de Estados Unidos se reparte más en programas provechosos a los intereses geopolíticos norteamericanos que en aquellos donde sólo se estaría promoviendo el desarrollo boliviano. En el actual proceso electoral se ha demostrado que Estados Unidos a través de la CIA, DEA, USAID y sus agencias tapaderas como la NED penetran profundamente en los más diversos estratos poblacionales de Bolivia y en las organizaciones de la sociedad civil.
En el desarrollo de la campaña sucia que expande rumores peligrosos para sembrar el miedo y la desconfianza, en la difusión de calumnias, mentiras y engaños para desprestigiar a Evo Morales y a sus aliados que ostentan distintas candidaturas, de conformidad con una serie de denuncias sería la USAID la agencia que conspira contra el gobierno y contra las elecciones generales de diciembre de 2009. Se supone que la CIA y sus expertos en propaganda negra y la USAID atentan contra el proceso electoral y la estabilidad de la democracia boliviana. Es más, se ha denunciado que CIA y USAID mantienen programas inmorales con los que se paga a periodistas, a columnistas y se pagan consultorías para crear escenarios conflictivos en contra del gobierno de Evo Morales. Cabe recordar que a comienzos del año 2008, Evo Morales acusó a la USAID de desestabilización: «En diciembre la USAID ha convocado una reunión y ha ofrecido plata a las ONGs con la condición de que hagan una movilización en contra del Gobierno boliviano», informaba la Agencia Boliviana de Información. En la actualidad nadie duda de que existe un complot estadounidense para desprestigiar a Evo Morales y para conspirar contra las próximas elecciones y concomitantemente contra el nuevo período gubernamental que iniciará Morales. Se conoce a ciencia cierta que la CIA, la USAID, NED, NDI y OTI han penetrado en muchas ONGs y fundaciones para desarrollar campañas en contra de Evo Morales y de sus relaciones con Cuba, Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Argentina., En esa campaña sucia agreden, insultan, calumnian al Socialismo del Siglo XXI y reviven el fantasma del comunismo, para con engaños burdos y abominables, atemorizar al electorado.
La oposición ciega y retardataria no ha logrado unificarse en Bolivia debido a que los diferentes partidos tradicionales y de las derechas recalcitrantes tienen sus propios objetivos e intereses, especialmente particulares y personales de los dirigentes y líderes. En esa atomización, Estados Unidos ha encontrado sus propias debilidades para alcanzar éxitos en este proceso eleccionario y es en esa división en donde también ha ocurrido la división y el descontento en el momento de repartirse las «ayudas económicas» y han surgido los lógicos resentimientos de los «patriotas» que «quieren sacrificarse por la patria y la democracia». Los opositores a Morales, en especial los que esgrimen las tesis separatistas, son los más resentidos porque consideraron que el separatismo debía ser apoyado por Estados Unidos. Los separatistas en sus cálculos inmorales y antipatria sostenían que Estados Unidos debía entregarles el financiamiento suficiente y la ayuda técnica en propaganda y asesoría para que triunfen sus movimientos y partidos con sus líderes y candidatos que tanto hicieron para derrotar a Morales en le referéndum autonómico y en la revocatoria del mandato. Estos líderes han degenerado sus partidos y movimientos separatistas hasta caer en una franca traición a la patria.
Entonces, autonomistas y separatistas, recordaban con nostalgia al expulsado embajador yanqui Goldberg, un experto en ‘desintegración’ que logró el triunfo del separatismo para acabar con Yugoslavia. Allá, la CIA «canalizó importantes ‘inversiones’ a través de la mampara de la USAID, y contó con Goldberg en las tareas de desestabilización y desintegración». En Bolivia quiso hacer lo mismo, pero fracasó en sus intentos debido a las rápidas respuestas de Evo Morales y su Gobierno.
Fehacientemente se supo que desde la Embajada yanqui en La Paz, según denunció el propio Evo Morales, Goldberg trabajó con la CIA y la USAID para dividir a Bolivia. «Desde su misión diplomática subvencionaba a las organizaciones de la extrema derecha secesionista de Santa Cruz. Las embajadas de Estados Unidos en América Latina canalizan recursos millonarios en dólares, a través de la USAID, a políticos, empresarios, sindicalistas, organizaciones estudiantiles, periodistas e intelectuales, susceptibles de ser utilizados en sus planes de desestabilización a gobiernos que resultan hostiles a sus intereses. El recurso utilizado es el mismo: la secesión. Es decir, el separatismo en zonas ricas en recursos naturales y con buenas tierras, para que puedan ser concentradas por latifundistas o canalizadas a las multinacionales del sector agroindustrial», afirmaba el periodista argentino Fasio en el año anterior.
Ya en Noviembre de 2008, Evo Morales, refiriéndose a la influencia estadounidense en el proceso político boliviano, afirmaba: «Estoy casi seguro, hermanos y hermanas, que las próximas elecciones (de diciembre de 2009), toda la derecha se va a unir, por instrucción del gobierno de Estados Unidos» Inmediatamente procedió a expulsar a la DEA de Bolivia, remarcando su teoría de la conspiración en su contra: «Esto no es un problema interno, es una conspiración que viene de afuera, en coordinación con nuestros opositores en Bolivia» informaba e diario La Razón. Según Fazio, la cuestión es simple: Estados Unidos mediante su embajada en Bolivia y el USAID lo único que hace es «fomentar el separatismo y la sedición».
La periodista venezolana Eva Golinger, en sus análisis y reportajes especiales sostenía que Estados Unidos han generado una subversión silenciosa mediante la cooperación, tanto así en Bolivia como en Venezuela. Afirmaba que «el gobierno de Estados Unidos ha casi perfeccionado un método de injerencia que logra penetrar e infiltrar todos los sectores de la sociedad civil en un país de interés económico y estratégico». Golinger al desentrañar las actividades y estrategias de la USAID, decía que esta agencia norteamericana contrata ONGs o empresas norteamericanas para que lleven adelante los proyectos. En este sentido, la «USAID contrató a la empresa estadounidense Casals & Associates, Inc. para manejar los más de 13,3 millones de dólares que han otorgado a 379 organizaciones, partidos políticos y proyectos en Bolivia. C&A es una empresa con grandes contratos con el Departamento de Defensa, el Ejército estadounidense, la Armada estadounidense, el Departamento de Energía, el Departamento de Estado y muchas más» decía. Al referirse a las tesis separatistas, secesionistas y autonómicas de los prefectos de la Media Luna, Golinger afirmaba: «En Bolivia, la USAID-OTI ha enfocado sus esfuerzos para combatir e influir sobre la Asamblea Constituyente, y el separatismo de las regiones ricas en recursos naturales, como Santa Cruz o Cochabamba. La mayoría de los 13,3 millones de dólares han sido dados a organizaciones y programas trabajando para ‘reforzar los gobiernos regionales’, con la intención de debilitar el Gobierno Nacional. Así mismo ofrecía oportunidades económicas y desarrollo comunitario’; ‘educación cívica para líderes emergentes’ a fin de promover el modelo capitalista, e influir sobre los medios de comunicación».
Otro elemento interesante que destaca Golinger de la estrategia norteamericana, es el intento de cooptar figuras indígenas para contrarrestar la influencia que Morales posee: «Hablan específicamente de ciertas figuras indígenas que quieren utilizar para luego volver a inyectarlas en la comunidad y que ellos promuevan la agenda de Estados Unidos, se habla, específicamente de actores de las comunidades indígenas que han recibido becas, pasantías en las embajadas, en la USAID, con la intención de que luego, cuando vuelvan a sus comunidades, sean los actores principales de Estados Unidos en esas regiones. También han hablado de la necesidad de buscar un liderazgo alternativo en las comunidades indígenas, una figura indígena, para enfrentar la figura de Evo Morales» informaba Eva Golinger. Prueba de esto se ve en un documento desclasificado donde se revela como una de las prioridades del programa es «fortalecer la ciudadanía democrática y el desarrollo económico local para los grupos más vulnerables de los indígenas en Bolivia. Este programa muestra que ningún país o gobierno tiene un monopolio sobre la ayuda de los indígenas». En otro documento desclasificado, más revelador aún, uno de los puntos dice claramente: «Más seguimiento y apoyo a los pasantes indígenas en la USAID y la Embajada, para construir y consolidar una red de graduados que aboguen por el Gobierno de Estados Unidos en áreas claves».
El proceso electoral boliviano concluirá en su primera fase el próximo 6 de diciembre, pero la situación del nuevo período de Evo Morales continuará siendo crítico porque Estados Unidos con sus tenebrosas agencias como la CIA, la USAID y ONGs norteamericanas y nacionales y varias fundaciones transnacionales continuarán en sus labores injerencistas para desestabilizar al nuevo gobierno de Morales o para causarle graves problemas previos a un no descartado golpe de Estado.
En el documento materia de estas referencias, con sobra de análisis y argumentos se afirma que América Latina no quedó exenta de las transformaciones políticas que se han producido en varios países que han comenzado a visualizar un cambio de época y no sólo una época de cambios. «Esto se debe a que, luego de casi tres décadas de Estados desgarrados que miraban más hacia el norte que a sus pueblos, una corriente de gobiernos «distintos» empezó a asomar. El caso de Bolivia es ejemplo. La idea de Morales de gobernar para el pueblo, nada tiene que ver con la que los Estados Unidos querrían tener en «su» hemisferio. De hecho, Morales ha venido a revertir todo lo hecho en los ’90 siguiendo el Consenso de Washington: reforma agraria, nacionalización de los hidrocarburos, planes de alfabetización; en definitiva un Estado presente, que viene a contradecir desde lo básico al paradigma norteamericano de organización política».
Estados Unidos debe comprender que su dominio total y absoluto en América Latina y el Caribe ha llegado a su fin debido al poderoso surgimiento de la conciencia popular y a la consolidación del movimiento indígena que, incuestionablemente, deben ser considerados como actores políticos legítimos que tienen todo el derecho para participar en el poder político. En Bolivia, ante la innegable insurgencia de líderes aymaras y quechuas, considerados por la Embajada Norteamericana «radicales», «terroristas» y «narcotraficantes», como denominan a todos los que se oponen a sus designios, Estados Unidos debe comprender la nueva realidad y debe aprender a respetar a nuestros pueblos y a nuestras patrias que sólo ansían vivir en paz para forjar su desarrollo sin injerencias ni tutelas imperiales. Estados Unidos está condenado a respetar la autodeterminación, la soberanía e independencia de nuestros Estados y pueblos.
Estados Unidos ha fracasado en sus intentos separatistas y divisionistas, es decir en su proyecto de «balcanización» de Bolivia, Ecuador, Venezuela. La carta del separatismo ha sido derrotada y, en consecuencia, la Casa Blanca y sus estrategas saben que separatismo y autonomías radicales, al final serían procesos muy peligrosos para la estabilidad de sus propios objetivos geopolíticos y geoestratégicos en esta parte del mundo.
El gobierno del presidente Evo Morales y su pueblo han aprendido en la práctica y sobre la marcha a resistir y vencer los intentos golpistas, separatistas e intervencionistas del imperio. Las elecciones a efectuarse el 6 de diciembre serán un nuevo triunfo del pueblo boliviano que demostrará la firme resistencia a las agresiones e injerencias imperiales ejecutadas con los tétricos programas de la USAID y con las reiteradas miserias morales de la CIA. Sin embargo, ni Morales ni su pueblo deben bajar la guardia porque nuevas batallas se avecinan. La victoria electoral de Morales no cerrará todos los caminos intervencionistas ya que las derechas proyanquis tendrán representantes en el Parlamento desde donde intentarán boycotear las acciones del nuevo período de Evo Morales a favor del progreso de su pueblo.
Correo electrónico: [email protected]