La muerte, el extrañamiento, la expulsión del territorio autóctono. Son los motivos de la última novela del escritor y periodista valenciano, Afons Cervera, «Tantas lágrimas han corrido desde entonces» (Ed. Montesinos), que en parte ya figuraban en su anterior novela «Esas vidas». Aunque, también, hay otro motivo, más de fondo, e igualmente reconocible en toda […]
La muerte, el extrañamiento, la expulsión del territorio autóctono. Son los motivos de la última novela del escritor y periodista valenciano, Afons Cervera, «Tantas lágrimas han corrido desde entonces» (Ed. Montesinos), que en parte ya figuraban en su anterior novela «Esas vidas». Aunque, también, hay otro motivo, más de fondo, e igualmente reconocible en toda su obra: los dilemas éticos, «una manera de ver la literatura que hoy en día no está muy de moda», confiesa el escritor.
En «Tantas lágrimas han corrido desde entonces» Cervera penetra en el fenómeno de la emigración económica al sur de Francia, que en la década de los 60 del siglo XX afectó a numerosos pueblos del estado español. Como los de la Serranía valenciana, de donde es natural el escritor. En territorio francés coincidían con otra emigración, la del exilio que siguió a la victoria franquista de 1939. Muchos de aquellos inmigrantes rehicieron sus vidas en Francia, otros regresaron.
Precisamente el protagonista de la novela regresa desde Orange a Los Yesares (el escenario del conjunto de la obra de Cervera, una recreación de su Serranía natal), para asistir al entierro de Teresa, la protagonista de «Esas Vidas». En ese día señalado se reencontrará con muchos hombres y mujeres que también vivieron aquellos años de desarraigo. «Cuando alguien sale de su lugar de siempre, ya son imposibles todos los regresos: se acaba siendo de ninguna parte; ha sido forzado a abandonar su territorio de seguridad, de afectos; y por eso se convierte en un personaje (que no persona) perdido y extrañado«, asegura Alfons Cervera.
En una entrevista en Radio Klara, el escritor y periodista se ha mostrado partidario de imaginar historias «que le gusten a la gente y, sobre todo, que estén bien escritas, porque en España hay escritores muy famosos que no saben escribir». De hecho, reivindica la novela de buena factura «como un pequeño y particular acto subversivo». Además, las novelas de Alfons Cervera contienen siempre un fermento de reflexión ética. Pero aclara: «Es el lector quien debe encontrar estos dilemas morales; en ningún caso hay que forzarle, pues lo principal es que a la gente le guste la historia».
¿Qué ingredientes para la reflexión propone «Tantas lágrimas han corrido desde entonces»? «La relación entre la llegada a un lugar desconocido, lleno de incomprensión y sufrimiento, del que uno no sabe si regresará o no; con lo que ocurre hoy en nuestro país, cuando algunos gobiernos pretenden convertir a la inmigración en uno de los grandes males», responde el escritor. Por ejemplo, con la retirada de la tarjeta sanitaria a los inmigrantes considerados «irregulares».
En su última novela, Alfons Cervera insiste en uno de los motivos recurrentes de su extensa bibliografía: la memoria («El color del crepúsculo», «Maquis», «La noche inmóvil» componen la Trilogía de la memoria, completada con «La sombra del cielo»; estos libros ahondan en la huella de la posguerra española en su comarca natal). Cervera lo ha repetido en numerosas ocasiones: «cualquier historia del pasado ha de incardinarse en el presente, y ha de servir para entenderlo mejor; de lo contrario, el pasado carece de sentido; en este sentido me interesa la memoria».
¿Cómo aplica este principio general a sus novelas? En el caso del fenómeno migratorio, subraya que los españoles que emigraron a Francia en los años 60 «vivían igual que los inmigrantes que hoy vienen a nuestro país, a quienes despreciamos. Aunque se digan muchas tonterías sobre los españoles emigrantes -como que todos se desplazaban con papeles-, lo cierto es que laboraban de sol a sol y vivían familias enteras en una habitación, cuando la tenían; la similitud es total entre lo que nos ocurrió -el sufrimiento y la incomprensión que padecimos- y el trato que dispensamos hoy a quienes llegan de otros países».
Alfons Cervera nunca ha ocultado su compromiso político ni su ideario de izquierdas. Además de los artículos periodísticos, su ensayo «Gürtel & Company (una serie valenciana)» (Ed. El Viejo Topo) da cuenta de una de los escándalos de corrupción más graves acaecidos en el País Valenciano en los últimos años. Sobre la Constitución española de 1978, por ejemplo, el escritor opina que, pasados los años, «sabemos que resulta insuficiente, que puede revisarse y no pasa nada; de hecho, ya se modificó para introducir las cláusulas sobre déficit público». En cuanto a la monarquía, «nunca ha estado tan desprestigiada como hoy; está en la picota; es, además, un foco permanente de corrupción, y no sólo por el fenómeno Urdangarín; por el contrario, el espíritu republicano se halla muy extendido en este país».
Por lo demás, Alfons Cervera confiesa que tiene poca relación con el mundillo de los escritores; «el escritor ha de estar escribiendo y, después, como persona, llegar hasta donde su compromiso le lleve». En un artículo publicado en El País, en 1997, Manuel Talens subrayaba que Cervera «es uno de esos grandes narradores de la España actual, que viven difuminados lejos de las algazaras televisivas y del circo de los tertulianos radiofónicos -tan propensos ellos a consagrar personajes de un día-, pues el interés primordial de este valenciano consiste en ofrecer gota a gota al público lector una obra sólida, comprometida, coherente y destinada a permanecer en el tiempo».
También se siente «muy bien tratado por la crítica y con lectores muy fieles», aunque, insiste, «no participo del tinglado literario de este país». Su anterior novela, «Esas vidas», quedó finalista del Premio Nacional de Narrativa en el año 2010 (seleccionada para este certamen sin que él diera un paso). Ha escrito además numerosas novelas, como «La lentitud del espía» (2007) y «Aquel invierno» (2005) o la trilogía de la Memoria; a lo que cabe agregar su obra poética: «Los cuerpos del delito»; «Sessió contínua» y «Hyde Park Blues», entre otros títulos. Además, el escritor se siente muy vinculado a Francia. Su obra «Maquis» (1997) es de lectura obligatoria en las oposiciones a Lengua y Literatura Española Contemporánea en las universidades francesas; en el país galo también acaba de publicarse la traducción de «El color del crepúsculo».
«Me importa poco (nada) las listas de éxito; sólo si en ellas salen Juan Marsé y Caballero Bonald. Me va bien en esto de escribir novelas y no me muevo de mi gente de Montesinos aunque me maten. No sé si hay algo más honesto que inventar historias. Tampoco sé cómo dicen que escribir es sufrir. Pues que no escriban. O es que en vez de escritores son masoquistas». Así se define Alfons Cervera en un Autorretrato.
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