El Gobierno de Bolivia mantiene a duras penas su promesa de no privatizar la explotación del Salar de Uyuni, el desierto blanco de 10.000 kilómetros cuadrados situado en el altiplano sur de los Andes que guarda la mayor reserva virgen de litio del mundo. Pese a que el diario Nikkei de Tokio aseguraba el martes […]
El Gobierno de Bolivia mantiene a duras penas su promesa de no privatizar la explotación del Salar de Uyuni, el desierto blanco de 10.000 kilómetros cuadrados situado en el altiplano sur de los Andes que guarda la mayor reserva virgen de litio del mundo.
Pese a que el diario Nikkei de Tokio aseguraba el martes que La Paz no ha resistido la seductora oferta planteada por las poderosas firmas Mitsubishi , Sumitomo y Japan Oi l para la cesión de la producción industrial del valioso metal, el ministro boliviano de Minería, Luis Alberto Echazú, negó la firma de un acuerdo con un ambigua respuesta: «No hubo acuerdo por que la propuesta presentada era muy débil».
El Salar de Uyuni esconde en sus fondos 46,5 millones de toneladas de litio, un metal tan escaso como imprescindible para fabricar baterías para coches eléctricos, mejorar las telecomunicaciones, construir aleaciones livianas de aeronáutica e intensificar los medicamentos psiquiátricos. Es más codiciado que el oro por su escasez. El precio de la tonelada se ha revalorizado un 400% en seis años y hoy se cotiza a 4.000 euros la tonelada.
Además de las multinacionales niponas, la francesa Bolloré y la surcoreana LG han presentado jugosas ofertas de explotación que el Gobierno que preside Evo Morales siempre ha rechazado. «El eje de nuestra política energética es no conceder monopolios. En Uyuni no habrá exclusividad», insistió hace dos semanas Echazú.
Creciente demanda
Bolivia puso en marcha hace un año una planta piloto de extracción en Río Grande, el suministrador de la salmuera del salar, con un coste de seis millones de dólares, y que en diciembre alcanzará su máximo rendimiento, con 40 toneladas de carbonato de litio al mes.
Para las multinacionales extranjeras este ritmo es insuficiente para la creciente demanda mundial. Una fuente del Ministerio de Minería aseguró este semana a la agencia de noticias del país andino que la propuesta presentadas por las empresas japonesas plantean «empezar de cero» el proyecto y volver a instalar una planta piloto para la explotación del metal a escalas industriales.
Socios estratégicos
La Corporación Minera de Bolivia (Comibol), responsable de la planta piloto que actualmente trabaja en el salar, se ha mostrado abiertamente contraria a la presencia extranjera «por ser contraria a los principios constitucionales sobre la propiedad y gestión de los recursos».
Pero el Gobierno baraja seriamente la posibilidad de aceptar socios estratégicos. El próximo año Bolivia necesitará 150 millones de dólares para industrializar la explotación e intentar convertirse «en la Dubai de Latinoamérica», como pronostican algunos analistas. «Las presiones para Evo Morales comienzan a ser asfixiantes», reconoce Chantal Liegeois, autora del informe científico más preciso de esta mina de litio a cielo abierto. Francia y Japón andan al acecho.