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Javier Mestre, abriendo caminos para la reflexión y la acción transformadora

Fuentes: Rebelión

Uno de los mejores libros en prosa que he tenido ocasión de leer en los últimos meses ha sido Fábricas de cuentos, la más reciente novela del escritor madrileño Javier Mestre, editada en noviembre de 2019, por la pequeña editorial con sede en Madrid, La Oveja Roja, en la colección Narrativa. Fábricas de cuentos es […]

Uno de los mejores libros en prosa que he tenido ocasión de leer en los últimos meses ha sido Fábricas de cuentos, la más reciente novela del escritor madrileño Javier Mestre, editada en noviembre de 2019, por la pequeña editorial con sede en Madrid, La Oveja Roja, en la colección Narrativa.

Fábricas de cuentos es un libro magnífico. Para empezar, está muy, pero que muy bien escrito. Algo que se debería poder decir de cualquier libro publicado, pero que, por desgracia, no es así. En segundo lugar, es un libro, cuyo argumento está perfectamente engarzado, como si fuese una obra de orfebrería, en la que nada sobra y nada falta. Todo está donde tiene que estar. Cada palabra, cada oración, cada párrafo, ocupa el lugar que, de manera natural le corresponde dentro de la narración. En tercer lugar, como ocurre con las películas escritas y dirigidas por el tándem Paul Laverty y Ken Loach (esta novela me ha recordado varias películas de los dos autores británicos) en la narrativa de Javier Mestre se habla de las cosas que realmente importan. Fábricas de cuentos se ocupa de un tema poco o nada tratado en la más reciente narrativa española escrita en castellano en el estado español: la precariedad laboral, en general, y en particular, en el mundo del periodismo.

Javier Mestre (Madrid, 1967) ha construido un argumento que gira en torno a la vida de dos mujeres, Luz y Luna, Luna y Luz, amigas desde sus tiempos de estudiantes en la Facultad de Periodismo de Madrid, y a las vicisitudes laborales y vitales por las que las ha ido llevando la vida. Luz, extremeña de nacimiento, hija de obreros jubilados que malviven con su pensión de jubilación, vuelve a su tierra tras acabar sus estudios en Madrid, preñada de nueve meses, y con el padre de su futuro hijo huyendo despavorido ante la perspectiva de casarse y convertirse en padre de familia. A la pobre chica no le queda otra que entrar a trabajar en una empresa como tele operadora. Allí se da de lleno con lo que es la realidad para millones de trabajadores en este país: la precariedad laboral, el abuso por parte de los jefes, horas extras que no se cobran, sueldos de mierda que abocan a la pobreza y castigos arbitrarios impuestos por parte de la dirección de la empresa. El capitalismo salvaje jodiendo la vida de las personas a mansalva, en vez de ayudando a tener una vida más decente y cómoda. Por otra parte encontramos a Luna, madrileña, hija de familia acomodada, que sí ha consagrado su vida al periodismo. Luna es una de esas periodistas de raza que se mueven como pez en el agua en medio de los conflictos, ya sea en la selva colombiana o en las áridas tierras afganas o pakistaníes. El problema es que el periodismo ha sufrido una crisis tan devastadora en la última década que apenas queda nada de las viejas estructuras que cimentaban la profesión.

Este sería, a grandes rasgos, el punto de partida de esta genial novela. Mestre hace una radiografía terrible del mundo del periodismo, un mundo que él conoce de primera mano, pues aunque ahora se gana la vida como profesor de Lengua y Literatura en un instituto público de Madrid, ha formado parte del ambiente del periodismo durante bastante tiempo. Y tengo que decir que la imagen que nos ofrece el autor de esta novela sobre el periodismo en la actualidad es absolutamente devastadora, por deprimente. Profesionales mal pagados, censurados, boicoteados por sus propias empresas, puteados un día sí y otro también, y siempre, siempre, viviendo en la cuerda floja.

La novela plantea una interesantísima dicotomía entre dos extremos que, imagino, se dan más de lo que a priori podríamos pensar: «honestidad pese a todo», representada en las páginas de esta novela por el personaje de Luna, o «un poquitín menos de honestidad, y poder pagar las facturas», representado por su amiga Luz.

Al mismo tiempo, en la novela aparecen conflictos actuales que están teniendo lugar estos mismos días, como la guerra de Siria, las violaciones constantes de derechos humanos que sufre el pueblo baluche o la revolución democrática de las mujeres de Rojava, pero también, sin salir de las fronteras nacionales, las luchas de la marea blanca por una sanidad pública de calidad, la acogida de refugiados por parte del estado español o las luchas feministas. La inclusión de estos acontecimientos en el libro, dan un tono de verosimilitud absolutamente perfecto. Pocas novelas recientes están contextualizadas de una manera tan certera.

Fábricas de cuentos no es la primera novela de su autor. Antes de ella ya estuvieron Komatsu PC-340 (Caballo de Troya, 2011) y Made in Spain (Caballo de Troya, 2014), con las que, en palabras del propio autor, ha tratado de dar forma a una especie de trilogía que trata de mostrar «el mundo social desde el punto de vista de las trabajadoras». Confieso sin pudor que no conocía la obra de este extraordinario narrador, pero después de leer la magnífica tercera novela de Javier Mestre, no me va a quedar más remedio que hacerme con sus dos primeras obras, porque mi instinto de lector voraz me dice que me he perdido algo muy bueno.

Si existiera la justicia en el mundo editorial español, esta novela habría ocupado los primeros puestos en los premios de toda índole durante el año 2019. Sinceramente, no creo que se hayan editado muchas novelas mejores que Fábricas de cuentos durante el año pasado. Lo tiene todo: una gran trama, personajes maravillosamente construidos, verosímiles, reales, y una ejecución técnica de un altísimo nivel. En el capítulo del debe, tengo que señalar un par de detalles referentes a la edición. El primero tiene que ver con el tamaño de la letra, que es muy pequeña y dificulta mucho la lectura. El segundo, con la portada. Señores responsables de la edición: ¿tanto trabajo cuesta hacer las cosas con un poco de buen gusto? Por lo demás, háganme caso y busquen esta novela. Cuando la encuentren, léanla. Y después de leerla, me cuentan. De nada.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.