Cristina Kirchner acusa a Duhalde de ser El Padrino. Trae a colación aquel mítico personaje interpretado primero por Marlon Brando y luego por Al Pacino (en la película su sucesor). La zaga de Francis Ford Coppola cuenta de tres partes, y es en la última de ellas donde encontramos una cercana similitud con nuestra pelea […]
Cristina Kirchner acusa a Duhalde de ser El Padrino. Trae a colación aquel mítico personaje interpretado primero por Marlon Brando y luego por Al Pacino (en la película su sucesor). La zaga de Francis Ford Coppola cuenta de tres partes, y es en la última de ellas donde encontramos una cercana similitud con nuestra pelea interna del peronismo.
En la trama de este capítulo de la historia de la mafia ítalo-americana, Michel Corleone (Al Pacino) está interesado en legalizar y legitimar los negocios de la familia transformándola en una corporación multinacional inmobiliaria vinculada al Vaticano.
Kirchner quiere presentarse como si fuera Eliot Ness combatiendo a Al Capone. Pero si forzamos la ficción, al presidente podríamos identificarlo con el Jefe de los Corleone, aquel que quiere reciclar la mafia del PJ en «empresa seria» o -en el lenguaje progre- en una «moderna» fuerza de centroizquierda. En la película, los padrinos de las otras familias se dividen entre quienes los acompañan en su nueva fase y entre quienes defienden los viejos negocios de la mafia. Así para presentarles su cambio el Padrino invita a los jefes mafiosos a una cena donde les dispensa oro, alhajas, relojes y partes de su territorio para que lo exploten. Se compra sus voluntades. Otra extraordinaria coincidencia entre ficción y realidad, las voluntades de los caciques y punteros duhaldistas y menemistas -los «padrinos» de la política clientelar del PJ que son la nueva base territorial del kirchnerismo- fue atraída por la chequera y la permanencia en el poder.
Esta escena del film de Coppola culmina en una agria discusión entre el personaje de Al Pacino y el jefe mafioso interpretado por Joe Mantegna, dando lugar a que este se retire indignado y tienda una trampa masacrando a los jefes presentes en la reunión. ¿Será de esta manera como se dirimirá el conflicto interno del peronismo? Aún es demasiado prematuro para saberlo, pero la posibilidad de violencia política no queda descartada. Lo que sí es claro es que al igual que en El Padrino, lo que estamos presenciando es la pelea entre una parte de la «mafia» política que -aliada al kirchnerismo- busca un nuevo lugar desde donde continuar en el poder y entre los dinosaurios de la misma que defienden su clientela y territorio.
Lo otro que queda claro es que la clase obrera que produce con su trabajo y padece con su explotación y su opresión el dominio de las «mafias» y los corruptos de la política burguesa, necesita romper con ella y construir su propio partido.