Judicialización o represión El gobierno de Néstor Kirchner por boca propia y a través de sus Ministros se ha encargado en las últimas dos semanas de demonizar a los dirigentes sociales y sindicales que no responden a su gobierno y ha planteado como bandera la «judicialización» de las protestas y las movilizaciones. Responde así a […]
Judicialización o represión
El gobierno de Néstor Kirchner por boca propia y a través de sus Ministros se ha encargado en las últimas dos semanas de demonizar a los dirigentes sociales y sindicales que no responden a su gobierno y ha planteado como bandera la «judicialización» de las protestas y las movilizaciones.
Responde así a la agenda represiva que plantea la derecha política que directamente pide «mano dura» contra los manifestantes. Incluso Elisa Carrió, que posa de democrática, declara sobre la necesidad de un «orden mínimo». La apelación a la ley y el orden es la única respuesta que los representantes de la política burguesa tienen frente a la emergencia de la lucha de clases. Las declaraciones gubernamentales buscan aislar y desprestigiar a los conflictos para forzar su derrota mientras que la derecha quiere sacar rédito mostrando que el gobierno permite el «caos» exigiendo una línea más represiva (por ejemplo Mauricio Macri pidió la cárcel para D’Elía y Castells en consonancia con Chiche Duhalde que había declarado que los huelguistas del Garrahan debían ser despedidos). Así, expresan en términos de «debate electoral» el temor que los patrones tienen frente a las huelgas por el salario, frente a las movilizaciones de los desocupados que piden un aumento de los planes sociales, frente a la posibilidad de una victoria de los que luchan. Calculan que si ceden se puede despertar el entusiasmo y la voluntad de la gran masa de los trabajadores que cobra sueldos de hambre, de los que viven directamente en la pobreza y de los que sufren las consecuencias de la especulación capitalista con los precios.
Dos agendas
Es notoria la brecha que existe entre la «agenda electoral» de Kirchner y la oposición patronal y las necesidades de la población. No es de extrañar. La pelea electoral entre los partidos patronales tiene como protagonistas a los representantes del viejo régimen y como «programa» la continuidad de la subordinación al imperialismo y de una política económica dirigida a pagar la deuda externa y mantener las fabulosas ganancias de los grandes empresarios. Mientras que la lucha de los trabajadores encuentra su móvil en la recuperación del salario y las conquistas perdidas en la década del ’90, y en el caso más específico como el de las luchas actuales del Garrahan y de los docentes y estudiantes universitarios, la defensa de la salud y la educación públicas.
Particularmente, la huelga del Garrahan plantea una demanda a ser tomada por toda la clase trabajadora: un básico que cubra el costo de la canasta familiar de $1800. Y la huelga universitaria pone en el centro el presupuesto educativo cuando la opción del gobierno es destinar los ingresos extraordinarios de la recaudación fiscal para continuar pagándole al Fondo Monetario Internacional y financiar a los grandes capitalistas.
Evidentemente, hay un abismo que el gobierno no está dispuesto a cerrar y es por esto mismo que su discurso se dirige contra los trabajadores que luchan y ponen en evidencia el verso progresista y redistribucionista del kirchnerismo.
Los que boicotean las luchas
Junto al coro reaccionario del gobierno y la oposición, los trabajadores en lucha tienen que enfrentar el boicot de la burocracia sindical. En el caso del Garrahan, los dirigentes de ATE, el gremio que nuclea al personal en huelga, declararon públicamente su rechazo a las medidas de fuerza, aunque obligados por las amenazas de despidos tuvieron que rechazar cualquier intimidación hacia los trabajadores. Pero pese a ello siguen oficiando el papel de carneros pasivos, descalificando las medidas votadas por las asambleas de base y negándose a tomar cualquier medida de solidaridad con la lucha como ser un paro nacional de ATE. En el caso de la burocracia cegetista, UPCN organizó una conferencia de prensa de los trabajadores que no adherían al conflicto llamando a levantar las medidas. El Secretario General de la CGT, Hugo Moyano salió a decir que «la situación no da para más». «El dirigente tiene que saber cuándo debe acordar un tipo de aumento o no. No puede llevar a los trabajadores a un camino sin salida, es como un general: debe conducir a su ejército al triunfo y no a la derrota»1. Tampoco debe extrañar la actitud asumida por los jefes sindicales ya que la gran mayoría de ellos -salvo excepciones- pactaron en paritarias convenios y aumentos salariales por debajo del costo de la canasta familiar. Tanto la CGT como la CTA actúan, parafraseando a Moyano, para «evitar desbordes» y facilitarle la tarea de contención al gobierno. Las palabras del jefe de la UOM Antonio Caló reivindicando el magro aumento logrado por su gremio bajo el argumento de que «las empresas tienen que permanecer abiertas», son representativas de ésto.
Todo el apoyo a los que luchan
Frente a los ataques del gobierno contra las luchas obreras es necesario cerrar filas en defensa de las libertades democráticas y los derechos a la huelga y la protesta, que la clase obrera supo conquistar en más de un siglo de combates y dejando su sangre en el camino. Hay que impulsar la más amplia unidad de acción y el frente único obrero por nuestras reivindicaciones cuya primera medida es el rechazo de cualquier intento represivo o de judicialización contra los activistas y las huelgas y exigir la libertad de los presos por luchar.
Está planteado apoyar con fuerza a todos los que están luchando por sus reivindicaciones, rodeándolos de solidaridad. La lucha del Garrahan y la lucha de los docentes universitarios ponen en el centro las demandas de la salud y la educación del pueblo y del salario de los trabajadores. Su victoria marcaría un camino a seguir por todos los trabajadores y constituiría un duro golpe contra el intento de profundizar la entrega mediante el pago de la deuda externa. Por eso hay que transformar estas luchas y sus demandas en una causa nacional.
Exijamos un básico de $1800 para toda la clase obrera indexado según la inflación; la satisfacción de la demanda de $350 para los desocupados en el camino de un subsidio universal de $800 para los que no tengan empleo; el aumento del presupuesto de salud y educación en base al no pago de la deuda externa; el control popular de precios contra la especulación capitalista.
Para lograr este objetivo no se puede confiar en la burocracia sindical y hay que organizarse desde abajo, democráticamente en asambleas e impulsar la coordinación de todos los que luchan. Hay que imponerle a los dirigentes sindicales un plan de lucha y un paro nacional.
Una lección adicional que deja el actual cuadro de situación política y la campaña macartista del gobierno y la oposición es que ningún cambio se puede esperar del kirchnerismo ni de ningún político patronal. La clase obrera y el pueblo pobre tienen que confiar en sus propias fuerzas e independizarse de la tutela de la política burguesa. Desde el PTS venimos recalcando que hay que forjar un Partido de Trabajadores basado en los sindicatos a los que hay que recuperar de manos de la burocracia sindical. Por eso mismo en las elecciones de octubre nuestro combate político tiene como fin impulsar la perspectiva de la independencia política de los trabajadores. Este es el planteamiento del Frente PTS-MAS la única alternativa unitaria de la izquierda obrera y socialista.
1 Página 12. 21/8/05.