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Manifiesto del XIV Congreso Nacional del PRT

La alternativa anticapitalista y ecosocialista, más allá del proceso electoral

Fuentes: COMITÉ CENTRAL DEL PRT

El 29 y 30 de marzo se reunió el XIV Congreso Nacional del PRT (Partido Revolucionario de las y los Trabajadores), la Sección Mexicana de la IV Internacional.

La asamblea nacional soberana, militante del PRT, se realizó en la Sierra Norte de Puebla para analizar la situación política nacional y nuestras tareas, pero también para actualizar nuestra perspectiva como partido revolucionario. Ahí ratificamos que somos un partido para un proyecto revolucionario de la sociedad actual, es decir anticapitalista y por tanto ecosocialista, que no determina su actividad en función de una campaña electoral, porque se requiere una verdadera transformación radical del sistema capitalista y patriarcal, que sabe que ello sólo podrá ser posible con la irrupción de las masas tomando en sus manos su destino histórico y social.

Nuestra tradición política tiene antecedentes históricos de las luchas de la clase trabajadora a nivel internacional contra el imperialismo y en la participación organizada desde abajo en las luchas de nuestro pueblo. Somos una izquierda socialista que no ha renunciado a sus ideales de igualdad, justicia y libertad, que sigue luchando por una sociedad verdaderamente democrática, sin explotación ni opresión alguna, que garantice una vida digna para todas y todos los trabajadores, con un gobierno obrero y campesino, de mujeres y hombres conscientes y organizados colectivamente.

La política dominante en las esferas del poder actual está marcada por el cinismo, el pragmatismo, el oportunismo y el camaleonismo sin principios, por la corrupción y los ataques, la difamación, la calumnia, la guerra legal o el uso del aparato jurídico para perseguir a los contrarios, y por el imperio del dinero y del individualismo en la política partidaria, a veces disfrazada como “ciudadana” o como “nueva política”.

El imperio del neoliberalismo burgués en la política quisiera limitar toda opción política a dos bandos, a dos partidos o bloques de partidos, pero dentro del sistema, es decir, excluyendo del sistema binario la opción propia de las clases trabajadoras y por tanto de la izquierda revolucionaria. Queriendo asimilar y manipular las figuras históricas de la izquierda y sus símbolos y propuestas, pero vaciando su contenido radical. Hay quienes se ostentan falsamente con un pasado radical y trotskista, olvidando que un punto central del proyecto trotskista es un partido con independencia de clase de cualquier partido burgués, de cualquier proyecto del sistema de privilegios y explotación contra el cual nacimos luchando desde las movilizaciones del 68, en la época del PRI de Díaz Ordaz y Echeverría.

Ya basta de que otros hablen en nombre del comunismo y del trotskismo para deformar su contenido y su propuesta política. El XIV Congreso Nacional del PRT dice su palabra y su propuesta en medio de esta confusión política e ideológica imperante.

ANTE EL COLAPSO ECOSOCIAL EN CURSO: ECOSOCIALISMO O EXTINCIÓN

La crisis civilizatoria del capitalismo determina la coyuntura que atravesamos actualmente. Esta crisis es multidimensional pues convergen, engarza y retroalimenta en ella varias crisis recurrentes: económicas, productivas, financieras, alimentarias, sanitarias, migratorias, políticas, climáticas, bélicas, culturales, de relaciones humanas. Las fuerzas productivas del capitalismo se van convirtiendo cada vez más en fuerzas destructivas. Enfrentamos no sólo la crisis de una civilización que se descompone y en la que avanza la barbarie, sino una crisis que tiene dos vertientes que abren la posibilidad de la extinción de la humanidad y de la vida en la Tierra a corto plazo:

La primera es la de las guerras interimperialistas, con enfrentamientos que pueden escalar a guerras nucleares que significarían el fin de la vida en nuestro planeta. El riesgo no es solo por la guerra en Ucrania, sino también por la guerra de ocupación y genocida de Israel contra Palestina. La posibilidad de pasar rápidamente de guerras regionales a nuevas guerras mundiales, pero con armamento nuclear, lo que sería catastrófico.

La segunda vertiente se refiere al colapso ecosocial planetario en curso, determinado por la creciente intoxicación del medio ambiente, el ecocidio global y acelerado, el rebasamiento de seis de los nueve límites planetarios que permiten la vida en la Tierra tal y como la conocemos, incluido el correspondiente al cambio climático resultado de la elevación de la temperatura planetaria. Son factores que se retroalimentan y aceleran, avanzando no de manera lineal y previsible, sino por saltos intempestivos, de modo que solo permiten las definiciones de posibles escenarios, todos ellos catastróficos a corto plazo.

Lo anterior no debe llevarnos a la búsqueda de salidas individuales, de supuestas humanizaciones del capitalismo, como el capitalismo verde, ni al abandono por la desesperanza, sino a la lucha política por la perspectiva del ecosocialismo. Esta es la alternativa civilizatoria que se propone asegurar una vida digna y con igualdad para todos los seres humanos, así como salvar y cuidar la naturaleza de la que somos parte indisoluble, con la gestión colectiva y democrática por las y los trabajadores asociados del metabolismo sociedad/naturaleza, de modo que preserve la integridad y restablezca el equilibrio de los ecosistemas dañados por la dinámica capitalista. Es cierto, el programa mínimo ya es revolucionario ante el colapso ecosocial en curso. Ante el cambio climático, cambiar al sistema es la alternativa, es necesario acabar con el capitalismo para evitar el fin de la humanidad.

DESPUÉS DE UN SEXENIO DE RETÓRICA ANTINEOLIBERAL, SEGUIMOS LUCHANDO CONTRA EL NEOLIBERALISMO

La crisis, detonada por la pandemia en 2020, coincidió con el inicio del gobierno de López Obrador (AMLO) en México. Esta crisis le agregó complicaciones y polarizaciones políticas a la experiencia de este gobierno y del nuevo régimen político. Por tratarse de un gobierno, a diferencia de los previos, que no llegaba impuesto por un fraude, ha gozado desde el principio de legitimidad electoral, pero también de respaldo popular que ha logrado mantener hasta el final del sexenio. Esa legitimidad y respaldo han sido la base para el desarrollo de una visión ideológica que se ha convertido en hegemónica, que, en el imaginario popular, después de tantos años de lucha contra los gobiernos neoliberales del PRI y del PAN y la militarización iniciada desde Felipe Calderón, generó la ilusión de que realmente sería el fin del neoliberalismo y el regreso de los soldados a los cuarteles como había dicho AMLO en campaña. Esta ilusión se reforzó con la declaración de AMLO de que con su gobierno se acababa el neoliberalismo y que el suyo era diferente a los anteriores. Pero el neoliberalismo no se acaba con un decreto, menos aun cuando los gobiernos neoliberales durante más de 30 años tejieron un entramado institucional que no puede acabarse con un gesto, con reformas parciales o con el combate a la corrupción. El neoliberalismo no se limita a la corrupción; la corrupción es parte del mismo sistema y su lógica privatizadora y por tanto del despojo y explotación capitalista.

El gobierno de AMLO y su probable prolongación en el siguiente con Claudia Scheinbaum, se caracteriza por ubicarse en la ola de los autodenominados “progresismos” en América Latina. El desprestigio del neoliberalismo y su crisis de legitimidad después de décadas, se reflejó en el surgimiento de corrientes políticas en América Latina, desde principios del siglo XXI, que enuncian un discurso antineoliberal, con el que se proponen como salida dentro del propio sistema. Algunos analistas les llamaron post neoliberales, de “Revolución Ciudadana”, o como simplemente “progresistas” para desmarcarse de la perspectiva de la revolución socialista. Por eso recurren al expediente bonapartista de pretender colocarse por encima de las clases sociales, aunque su compromiso con la estructura neoliberal los mantiene como Estados burgueses. En la primera ola de gobiernos “progresistas” estos rápidamente mostraron sus limitaciones, pues no pudieron acabar con el neoliberalismo como declaraban e incluso, en algunos casos, llegaron hasta quedar involucrados en la corrupción. Hemos denominado al gobierno de AMLO, al que le hicieron fraude en 2006 y 2012, un “progresismo tardío” pues llega en 2018, en la segunda ola de “progresismos” latinoamericanos ya desgastados por su experiencia de gobierno y por el fin de los precios del petróleo y otras materias primas que les permitían financiar sus programas sociales.

La contradicción principal de los “progresismos” de América Latina es compartida esencialmente por el gobierno de AMLO: discurso antineoliberal con políticas asistencialistas, pero mantenimiento de las líneas centrales del neoliberalismo. Por eso insiste en afirmar que todos están contentos con su política económica, pues los aumentos a los salarios mínimos (y los programas sociales asistenciales) resultan funcionales al capitalismo, pues como nunca antes, las ganancias de los capitalistas son extraordinarias. Pese al asistencialismo, la desigualdad social se mantiene y aumenta en la cúpula, como lo muestra la existencia de capitalistas mexicanos entre los más ricos del mundo.

Al final del sexenio, dos casos paradigmáticos muestran la contradicción del “progresismo” lopezobradorista. La lucha de la CNTE contra la reforma educativa de Peña Nieto y la lucha del movimiento por los 43 desaparecidos de Ayotzinapa. En ambos casos, el Presidente ha admitido que no se resolverán los objetivos de estas luchas. A la CNTE le ha dicho que ya no alcanza el tiempo para abrogar la reforma neoliberal educativa de Peña Nieto. En realidad, tanto en el caso de Ayotzinapa (y, en general, en el de los desaparecidos políticos), como en el del problema de la violencia, hay verdaderamente un giro. La creación de la Guardia Nacional, pese a lo anunciado inicialmente de que sería de carácter civil es continuación y profundización de la lógica de militarización iniciada con Calderón. Confrontado con esta realidad, AMLO tuvo que admitir que había cambiado de opinión.

Con relación a Ayotzinapa el sexenio se cerrará sin resolver el caso pues cuando la investigación topó con el ejército no se avanzó más. Y justificando a las fuerzas armadas, el propio Presidente se ha atrevido a señalar al movimiento de los 43, familiares, abogados y amigos como manipulados por la derecha. El caso es más grave pues al mismo tiempo este gobierno ha dado más poder a las fuerzas armadas, al ejército y la marina, al otorgarles posiciones dentro del aparato estatal que antes estaban encabezadas por civiles. Pero, además, se trata de posiciones e instituciones donde administrarán recursos de empresas estatales. Un nuevo régimen político implica un reacomodo de sectores hegemónicos de la clase dominante. En el caso de México, en el nuevo régimen en curso de consolidación, un rasgo ya característico de esa nueva forma de dominación política será el hecho de que parte de esos sectores hegemónicos en el nuevo régimen serán las fuerzas armadas, como administradoras y representantes de empresas estatales.

El gobierno también denuncia al feminismo como manipulado por la derecha. La absurda acusación no entiende que el feminismo anticapitalista combate la estructura patriarcal desde antes del gobierno de AMLO y que tendrá que seguir haciéndolo después de este gobierno. La lucha contra los altos niveles de violencia feminicida y por el derecho a decidir así lo indican. No es un movimiento o maniobra electoral, sino antisistema y no se reduce a vulgares maniobras, aunque en tiempos electorales oportunistamente todas las partes hablen de que es tiempo de las mujeres. El hecho de que por primera vez las dos candidatas presidenciales sean mujeres, confirma que la paridad y la acción afirmativa de mujeres en cargos públicos no es garantía de conciencia feminista.

El discurso del gobierno pretendiendo descalificar a las principales luchas actuales como si fueran maniobras de la derecha, hace omisión de que estos movimientos vienen de tiempo atrás y no son coyunturales frente a este gobierno. Luchamos por los desaparecidos políticos desde la época de Echeverría con la figura emblemática de Rosario Ibarra, cuando muchos de los funcionarios gubernamentales actuales estaban en el PRI de Echeverría o en los sucesivos gobiernos panistas y priístas.

El gobierno dice que ha puesto en marcha una “Cuarta Transformación” que ha terminado con el neoliberalismo, pero ha mantenido las estructuras económicas (tratados y obligaciones comerciales, notoriamente el Tratado México Estados Unidos y Canadá, continuación del TLC) y políticas (en el aparato estatal) propiamente neoliberales, limitándose a disputar la renta energética para sus políticas de asistencialismo social individualizada, negando a las organizaciones sociales colectivas y para impulsar proyectos de infraestructura. En cuanto a la disputa por la renta energética, la hace mediante reformas parciales, en vez de abrogar radicalmente la reforma energética neoliberal de Peña Nieto en su conjunto y con la renacionalización de la industria eléctrica. O sin tocar el pago de la deuda pública, de manera relevante el pago del servicio y deuda por el FOBAPROA. La suspensión del pago de la deuda pública sería la medida radical que permitiría financiar todos los programas sociales y más.

El otro renglón común con los gobiernos “progresistas” de la región es la continuación del neo extractivismo estatal, totalmente insensible a la grave problemática ecosocial del despojo de recursos naturales, la cual está relacionada con la enorme ola de violencia que cubre a nuestro país, provocada por los poderosos grupos delincuenciales coludidos con empresarios, políticos y militares. Una violencia y grupos criminales al servicio del extractivismo y al desarrollo del capitalismo en el campo. Ir a las causas de la violencia no puede limitarse a dar becas a los jóvenes para que sirvan como mano de obra gratuita a los empresarios, sino tiene que ver con cortar de tajo con los intereses capitalistas de las empresas extractivistas, generalmente extranjeras, y los otros negocios que se desarrollan en el campo con la protección de sicarios y bandas armadas privadas y coludidas con políticos y con las fuerzas armadas.

Todo ello muestra que no ha habido una “Cuarta Transformación” en este sexenio. Una transformación revolucionaria implicaría la participación organizada de las masas y un cuestionamiento de conjunto del andamiaje institucional neoliberal y capitalista, por medio de un nuevo Constituyente y una nueva Constitución. En vez de eso, el gobierno de AMLO aplica una democracia plebiscitaria que limita la participación de las masas al voto entre opciones del sistema, y a la vez, combate a las organizaciones sociales y movimientos colectivos autónomos descalificándolos como corruptos o manipulados por la derecha. Se habría podido convocar un nuevo Constituyente en el punto más alto de ruptura con el PRI y el PAN, cuando los 30 millones de votos del 2018. En vez de ello se privilegiaron reformas parciales que no atentaron contra el centro del neoliberalismo y avanzaron en políticas asistenciales individualizadas. Cuando el 5 de febrero de 2024, AMLO propone sus 20 iniciativas de reformas, 18 de ellas constitucionales, le impone las mismas como el centro de su programa de gobierno a la candidata de Morena, Claudia Scheinbaum, quien las acepta y se compromete con las mismas. Dicen que la idea es recuperar el carácter social de la Constitución de 1917. Sin embargo, algunas de esas propuestas son reaccionarias, como la de mantener el papel de las fuerzas armadas y otras son también discutibles, pero si realmente se quisiera recuperar el carácter del 17 en esta época, lo conducente sería un nuevo Constituyente para una nueva Constitución y no seguir con reformas parciales. En definitiva, el problema es que una “Cuarta Transformación” tendría que ser revolucionaria en el contexto actual, es decir, anticapitalista. Y para ello se requiere un partido diferente a Morena, que es pluriclasista pero con hegemonía capitalista, instrumento electoralista (que no partido para la lucha) marcado por la disputa carrerista y burocrática de puestos, viviendo ahora una nueva ola de tránsfugas acomodaticios del PRI, del PAN, del PRD y otros partidos. Es decir, se requiere un partido anticapitalista, ecosocialista y también feminista, democrático e internacionalista.

LA CONSTRUCCIÓN DE UN PARTIDO REVOLUCIONARIO HOY

El XIV Congreso Nacional del PRT ha reafirmado la necesidad de una transformación radical, anticapitalista y ecosocialista, cuya posibilidad y viabilidad depende de determinadas condiciones objetivas históricas que están dadas (la crisis civilizatoria del capitalismo) pero también de la existencia y organización de una amplia fuerza anticapitalista ligada a las luchas de las masas.

Es posible, como ya ha sucedido en varios países de América Latina, que hartos del neoliberalismo, pero también de salidas intermedias progresistas, haya nuevos estallidos, explosiones populares antisistémicas. Pero como también han mostrado esas experiencias no basta la explosión popular si al mismo tiempo no hay presentes en las luchas previas y en la crisis, organizaciones militantes revolucionarias para superar la espontaneidad hacia un cambio radical, de fondo. Es decir, no bastan las condiciones objetivas marcadas por la crisis civilizatoria capitalista, si no hay también una lucha ideológica por ganar a las masas a una conciencia anticapitalista. Construir así un polo contrahegemónico a la conciencia actual “progresista” para crecer a la conciencia revolucionaria anticapitalista es necesario.

En este terreno impera gran confusión ideológica y política. La recomposición de las clases dominantes en un nuevo régimen político con un discurso supuestamente por encima de los intereses de clase y retóricamente antineoliberal alimenta esta confusión, que se fortalece con las posiciones de quienes fueron parte de la izquierda socialista y que hoy, desmoralizados de lo que consideran viejos ideales inviables, abrazan una perspectiva supuestamente realista e institucional, absorbidos por el Estado capitalista.

El PRT se compromete a impulsar un frente amplio de movimientos sociales y fuerzas anticapitalistas que, manteniendo la independencia de clase, luchan y resisten, gobierne quien gobierne, hasta constituir un amplio polo para disputar el poder político e iniciar una verdadera transformación que rompa con el capitalismo y reinicie la revolución mexicana interrumpida.

En la asamblea del XIV Congreso del PRT rendimos homenaje a nuestra querida compañera Rosario Ibarra, fallecida en abril del 2022. En estos terribles años de la pandemia, muchos compañeros y compañeras han fallecido y les rendimos homenaje durante el Congreso. Pero en relación con nuestro mensaje y compromiso, hoy procede rescatar las palabras de nuestra compañera Rosario en su segunda campaña presidencial como candidata del PRT, en 1988, cuando dijo lo siguiente el 22 de junio en la Ciudad Universitaria de la UNAM:

“Nosotros aspiramos a representar a esa generación de luchadores que no se rinden ni se venden… A los que con su acción abrieron los caminos para que se lograra la conformación de organizaciones democráticas de masas; a los que salían a las calles en 1968 con el retrato de Ernesto Che Guevara y veían en él a un ejemplo de altura revolucionaria” (…) “…queremos representar a los herejes, a los que fueron quemados en los altares de la Inquisición, a los que no se adaptaron a lo gris de la realidad presente, a los que dijeron ‘y sin embargo, se mueve’, a los que no se dejaron amedrentar por la represión, ni fueron seducidos por los cantos de sirena de lo establecido; a los que mantienen viva la flama subversiva del 68 y del 86…Nosotros somos lo más rojo de la bandera roja, como dijo el gran poeta peruano César Vallejo. Somos los que no queremos más Hiroshimas, Auschwitz, Gulags o Campos Militares número 1. Somos los que no nos conformamos con el presente, los que luchamos por el socialismo. Que los reformistas y renegados se queden con su presente gastado. Nosotros luchamos por el futuro socialista firmemente apoyados en un presente de lucha. Nos sentimos más optimistas que nunca, en paz con nuestro interior porque mantenemos nuestras convicciones. A este culto a la modernidad y a la conciliación de clases sin raíces, le sucederá lo mismo que le sucedió al culto liberal. La historia reconquistará la moral. La memoria de las luchas romperá la conciliación de las grandes conmemoraciones unánimes. La tradición viva se enfrentará a las nostalgias mórbidas. ‘Es sembrando en las tinieblas que germinan las auroras’ ¡El futuro es nuestro!”

Con este espíritu heredado de Rosario Ibarra continuamos las tareas de construcción de un partido revolucionario en México. Con este espíritu llamamos a nuevas generaciones militantes al PRT.

Entendemos que construir un partido revolucionario con influencia de masas, no es un proceso lineal. Se requiere converger con otras fuerzas militantes convencidas de la propuesta socialista y la necesidad de un instrumento independiente de las fuerzas políticas burguesas hoy hegemónicas.

Sin sectarismos hemos intentado varias veces esa convergencia como lo hicimos en su momento con el llamado del Sindicato Mexicano de Electricistas a construir una Organización Política del Pueblo y los Trabajadores. Pero al mismo tiempo que intentaremos todas las posibilidades de construcción de un partido amplio de la clase trabajadora, entendemos la urgencia y necesidad del fortalecimiento concreto del PRT para ayudar a ese proceso más amplio que tiene el reto central en esta época de mantener la independencia de clase.

Pero antes que los avances en la construcción de un partido revolucionario amplio, es necesario responder a la difícil situación de las luchas de las clases trabajadoras actuales, en el sindicalismo y las huelgas, en la lucha por la justicia para los 43 de Ayotzinapa y por las desapariciones políticas denunciadas por Rosario Ibarra y Eureka desde los años 70 y las decenas de miles en la actualidad, es necesario responder a la lucha del feminismo anticapitalista y a las luchas de pueblos y comunidades contra los megaproyectos neoliberales ecocidas, así como contra la violencia amparada por el capitalismo extractivista de compañías mineras y de otros negocios del llamado crimen organizado.

Estas luchas centrales en este momento a las que no se les resuelven sus históricas demandas, se las presiona para que se pospongan o se sometan a los ritmos e intereses de las campañas y candidaturas electorales. La respuesta a este nivel es la aprobada por el XIV Congreso de impulsar un polo social y político alternativo de los partidos del gobierno, pero también alternativo a los partidos de la derecha tradicional del PRI, del PAN y el PRD. Un polo de lucha alternativo con un programa de lucha para antes y después de los procesos electorales independiente de los bloques y partidos en campaña. Desde algunos de estos movimientos ya hay llamados a la unidad en la lógica o línea política de lo que nosotros llamamos polo alternativo pero cada movimiento lo nombra de manera particular.

En las elecciones federales y locales de 2024 constatamos la ausencia de una verdadera izquierda socialista, la ausencia de un partido político que en el nivel institucional exprese y represente los intereses de las clases trabajadoras de la ciudad y el campo. El sistema electoral vigente con su exclusión de partidos de la clase trabajadora impide que se pueda emitir un voto de clase y condena a sufragar un voto como individualidad, como “ciudadano”, es decir, condenado a elegir entre opciones del sistema, entre partidos que, aunque sean pluriclasistas en su composición, están determinados por la hegemonía de las clases dominantes.

Aun si se consolida un nuevo régimen político que continúe el gobierno de AMLO, la constante será la misma. Tanto el bloque de partidos del gobierno como el de los partidos de la derecha tradicional del PRI, del PAN y del PRD han demostrado ya en la práctica su política de gobierno, Morena misma ya es partido de gobierno.

Claudia Scheinbaum promete continuar este sexenio de lo que llaman 4T (construyendo un segundo piso dice), un gobierno que inició en 2018 diciendo que acabaría con el neoliberalismo, pero que en el final de su sexenio resulta que algunas de las mismas luchas que enfrentaban al neoliberalismo continúan peleando porque las reformas neoliberales no se abrogaron. Evidentemente, está claro que también nos oponemos a la hipócrita campaña de la derecha del PRI y del PAN que pretende el regreso de la vieja oligarquía neoliberal.

El conflicto al final del sexenio va en dos cursos paralelos: el de las campañas electorales y el de la lucha de clases. Para las clases trabajadoras, pueblos en resistencia y las luchas importantes que hemos mencionado no hay alternativa en el proceso electoral. La alternativa está por fuera del proceso electoral. Es la unidad de las luchas, sí, pero en un polo social y político alternativo a los partidos del gobierno y a los partidos de la derecha tradicional. Un polo con un programa de lucha para antes y después de las elecciones, porque gobierne quien gobierne, los derechos se defienden. Más allá de promesas electorales y llamados al voto, la lucha debe continuar y no supeditarse a los intereses de los partidos en juego. Sólo la lucha paga.

A contracorriente de las versiones mediáticas sobre lo que debe ser el actuar de los partidos, el PRT se construye como parte de estas luchas. Así nacimos en 1976, al margen de la institucionalidad, como partido para la lucha. Seremos consecuentes con esta definición.

El 22 de septiembre de 2019 falleció el camarada Guillermo Almeyra, otra referencia paradigmática de nuestro partido. Consciente de la gravedad de su estado de salud, el 20 de septiembre escribió: “Superar el fin de semana y mejorar mis pulmones: ésta podría ser, por consiguiente, mi última batalla”. Mi última batalla, así tituló su artículo publicado el domingo 22 de ese mes en que finalmente falleció. En este artículo recapitula sus experiencias de lucha y su compromiso militante. Al final concluyó diciendo: “Si no pudiese vencer esta batalla difícil que estoy librando, que estas banderas pasen a quienes me siguen en la carrera. ¡Vivan los trabajadores mexicanos! ¡Viva el internacionalismo proletario! ¡Unámonos todos y construyamos una alternativa al capitalismo!”

El XIV Congreso Nacional del PRT ha retomado las banderas que nos legaron generaciones de camaradas militantes que se nos adelantaron en el camino y que el camarada Almeyra nos pasó “para continuar la carrera”. Sus resoluciones y el renovado impulso de la lucha militante del PRT conseguidos con este Congreso deberán estar a la altura de los desafíos históricos del presente y del porvenir.

Mayo de 2024.

COMITÉ CENTRAL DEL PRT

A nombre del XIV Congreso Nacional Ordinario

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.