La brutal ocupación policiaco militar de Oaxaca decretada por Vicente Fox y Felipe Calderón el viernes 27 para reprimir al pueblo oaxaqueño, que prosiguió ayer de manera irracional con la ofensiva castrense para tomar el campus de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), pisoteando el principio constitucional de la autonomía universitaria, no resolverá […]
La brutal ocupación policiaco militar de Oaxaca decretada por Vicente Fox y Felipe Calderón el viernes 27 para reprimir al pueblo oaxaqueño, que prosiguió ayer de manera irracional con la ofensiva castrense para tomar el campus de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), pisoteando el principio constitucional de la autonomía universitaria, no resolverá ninguno de los problemas de la entidad, sino que agrava la crisis nacional y hace evidente una vez más la inviabilidad histórica del gobierno PRI-PAN en nuestro país.
1. La represión del gobierno de Fox al pueblo oaxaqueño a escaso un mes de dejar el gobierno, acordada con el que pretende sea de manera ilegal e ilegítima su sucesor, el usurpador Felipe Calderón, no ha logrado más que incrementar el número de muertos y heridos y hacer más grave el conflicto, planteando al país el riesgo enorme que hay para todos los mexicanos si este mismo grupo de extremistas de derecha prosigue en el poder imponiendo las mismas políticas
2. La resistencia popular del pueblo oaxaqueño contra el gobierno de Fox, encabezada por la APPO, llama ya la atención en el mundo entero, y sigue haciendo inviable para el gobierno panista una salida al conflicto por la vía de la fuerza, pero la cerrazón de Fox y Calderón, quienes quieren ocultar que tienen las manos llenas de sangre, es mayor, y con criterios fascistoides pretenden criminalizar a los agredidos, y en particular a la APPO y a algunos de sus dirigentes más visibles, como Flavio Sosa, tratan de arrojar la culpa de la situación al gobierno estatal priísta eludiendo su responsabilidad, y se obstinan en negar la realidad pretendiendo que no hay violencia y negando su responsabilidad en los muertos.
3. Los voceros del gobierno federal y las plumas del régimen han iniciado una violenta campaña en los medios, como en otras ocasiones, para tratar de tergiversar la realidad y confundir a los mexicanos, y su obsesión es pretender que el origen del conflicto radica en la cancelación que hiciera en 2006 el gobierno de Ulises Ruiz de los apoyos por cerca de 400 millones de pesos a las organizaciones sociales que conformaron la APPO, en las demandas salariales de los maestros de la sección 22 del SNTE y en la corrupción del gobierno local, desconociendo el papel del gobierno foxista en el agravamiento de las condiciones de vida de los oaxaqueños en este sexenio.
4. La actuación del gobierno de Fox en el conflicto sintetiza muchas de las prácticas perversas de su sexenio, entre otras la pretensión totalitaria de imponer una versión de la realidad, aunque sea por vía de la fuerza. La violentas acciones de la PFP de ayer, con un despliegue pocas veces visto de tanques y helicópteros para tomar el campus de la UABJO, buscaban detener a la dirigencia del movimiento, y acabar con la APPO, pero también recuperar Radio Universidad para acallar al pueblo oaxaqueño y tratar de imponer, como aquí lo han hecho, una voz única sobre lo que acontece.
5. La batalla de Oaxaca entre el pueblo inerme y el gobierno armado de Fox ya es hoy una cuestión nacional que atañe a todos los mexicanos, indignados en su mayoría por la barbarie foxista, pero es también cuestión internacional. Mucho más tras el asesinato a sangre fría, el viernes 27, del periodista free lance estadunidense Bradley Roland Hill en el municipio de Santa Lucía del Camino, en un crimen que comparten priístas y panistas, Ulises Ruiz y Vicente Fox, todos ellos asesinos. ¿O qué acaso Fox y Calderón no preparan para el país un escenario para el próximo gobierno en el que los grupos paramilitares serán claves para el pretendido «control de la sociedad»? ¿Y qué no están ya esos grupos en Oaxaca?
6. La incapacidad del gobierno foxista para enfrentar el conflicto de Oaxaca vino de su pretensión de aparentar que ha resuelto todo a) sin estar dispuesto a ceder a las demandas sociales del pueblo oaxaqueño expresadas por la APPO, y b) sin lesionar en lo mínimo los acuerdos que forjaron él y Calderón con las dirigencias del PRI en el marco de la alianza estratégica PRI-PAN para el próximo sexenio, tendientes a lograr la aprobación del «paquete estratégico» de cambios neoliberales. De ahí que se empecine en no querer ver la dramática situación del pueblo oaxaqueño y de oponerse a que Ulises Ruiz deje la gubernatura, con el argumento de que su remoción abriría la vía para que en unos meses más el PRI perdiera las siguientes elecciones constitucionales.
7. Los comentaristas del oficialismo, que pretenden que la subordinación de los cuadros priístas al PAN debe ser a cambio de nada, pues lo que se requiere es un gobierno más abiertamente de ultraderecha, se preguntaban, sin ocultar el antipriísmo furibundo del que hacen gala (lo que no oculta que hace pocos años eran filopriístas entusiastas), en una interrogante mal formulada, «¿cuántos muertos más vale Ulises Ruiz?», cuando deberían preguntarse: «¿cuántos muertos más valen los programas neoliberales sustentados en la alianza PRI-PAN?» O «¿cuántos muertos más se requieren para dejar prendido con alfileres en una presidencia espuria a Calderón?»
8. El aparente cambio de estrategia del gobierno federal en Oaxaca en los últimos días obedece en todo caso a la decisión tomada en Washington de prescindir ya no de manera gradual sino bruscamente del PRI en un posible gobierno de facto calderonista, y conminando a Fox y a Salinas a acelerar el proceso político tendiente a una desaparición más rápida del priísmo del escenario nacional. El comunicado del embajador estadunidense Tony Garza, tras el homicidio de Hill, exigiendo se retornase «al imperio de la ley y el orden en Oaxaca», que fue orden para Fox y sin chistar envió a la PFP, hubiese sido inadmisible en otros tiempos por constituir una injerencia inadmisible, pero ahora pasó desapercibido pintando el pelelismo de los actuales gobernantes panistas.
9. El conflicto de Oaxaca debe enfrentarse por la vía del diálogo y no por la fuerza de los cuerpos represivos, como han exigido todos los sectores pensantes a Fox y Calderón, la mancuerna que pretende gobernar en el «interregno», pero la ineptitud y falta de voluntad democrática de los panistas, mostrada en este año con las salvajes represiones en Sicartsa y en Atenco, no hace vislumbrar que la razón de la sociedad pueda imponerse fácilmente a los intereses y a la obnubilación ideológica de la extrema derecha en el poder. Calderón evidenciaba su miopía en el comunicado que leyó su vocero mientras se combatía en los alrededores de Ciudad Universitaria de Oaxaca, pues indicó que deseaba que las acciones policiaco-militares culminaran «con éxito» para alcanzar lo que llamó con la estulticia que lo caracteriza «la normalidad de la vida pública en el estado de Oaxaca»
10. La «normalidad» de la vida pública en Oaxaca se logrará no cuando triunfe la fuerza, y ni siquiera cuando se vaya Ulises Ruiz y se empiecen a atender las exigencias del pueblo de Oaxaca que hoy legítimamente representa la APPO, sino cuando ese pueblo pueda ser dueño de su destino sin estar sometido a las minorías que hoy mandan en el país, y que están encontrando en los panistas su instrumento preferido.