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La Asamblea Constituyente: ¿Un espacio para la descolonización?

Fuentes: Rebelión

La presencia de indígenas originarios en la Constituyente es un hecho reconocido como un logro social que viabiliza un verdadero cambio, aunque hay quienes dudan de esta posibilidad. No queda más que reconocer que la fuerte presencia originaria en el gobierno boliviano es un hecho novedoso que detona esperanzas de aires de equilibrio social, cultural, […]

La presencia de indígenas originarios en la Constituyente es un hecho reconocido como un logro social que viabiliza un verdadero cambio, aunque hay quienes dudan de esta posibilidad. No queda más que reconocer que la fuerte presencia originaria en el gobierno boliviano es un hecho novedoso que detona esperanzas de aires de equilibrio social, cultural, económico y político, en el que el etnocentrismo (mal llamado «racismo») deje de ser la esencia de las relaciones sociales, culturales, económicas y políticas.

El etnocentrismo es un tema fundamental para entender el momento actual de la Asamblea Constituyente, debido a que ha sido el motivo principal de la lucha de los originarios, para ser incluidos en todos los ámbitos de la sociedad boliviana. Este centrismo ha sido la ideología motor que ha permitido sostener las constantes relaciones de subordinación, exclusión y colonización que caracterizan al funcionamiento del mundo entero y que son, específicamente, denotaciones y connotaciones pertenecientes a lo que denominamos Occidente. La cultura occidental se ha expandido por todo el mundo, diseminando su filosofía de vida basada en la separación del ser con la realidad y, por lo mismo, la separación entre el ser humano y la naturaleza, y, además, la separación entre los mismos seres humanos.

Gracias a esta dinámica de separación, con su inmanente estructura de jerarquía y subordinación, traducida en una colonización seguida de una re-colonización, es que los campesinos y originarios en Bolivia han sido invisibilizados, a pesar de ser la población mayoritaria de este país. En respuesta, las bases sociales han luchado para superar esta relación asimétrica. Como primera victoria, han logrado constituirse en parte del gobierno y, lo más importante, de la Asamblea Constituyente, espacio en el cual se definirán las leyes que vayan a delinear el tipo de relacionamiento social, cultural, económico y político que se dará entre los bolivianos, y entre Bolivia y otros países.

Aquí es donde se encuentra el verdadero reto para despuntar las relaciones antagónicas que han llevado a Bolivia (y a todos los países) a aplicar políticas exentas de equilibrio con sus pobladores: descollar el etnocentrismo. Y recordemos que este centrismo deviene de una filosofía que separa al ser de la realidad, la cual también debe ser superada.

Antes de profundizar en el tema filosófico, debemos hacer hincapié en el siguiente aspecto fundamental del etnocentrismo: este no se da únicamente entre occidentales y originarios, sino también, en relaciones de todo tipo. Por ejemplo, se da entre hombres y mujeres, entre heterosexuales y homo y/o bisexuales, entre clases altas y bajas, entre poblaciones urbanas y poblaciones rurales, entre primer mundo y tercer mundo.

Esto significa que el etnocentrismo no es una relación exclusivamente étnica. Va mucho más allá de eso y se traduce en una ideología constante en la constitución de las relaciones sociales, culturales, económicas y políticas en general. Este hecho expresa que las relaciones asimétricas se dan de múltiples formas, en múltiples tiempos-espacios, con variadas combinaciones, lo que hace muy difícil explicarlas o definirlas. Otro aspecto importantísimo del etnocentrismo es aquel que germina de su ideología de separación, jerarquización y subordinación: la diferencia. El imaginario y hacer de todos los seres humanos se estructura gracias a la identificación de su diferencia con otros seres. La cuestión es que la diferencia en sí misma no se constituye en un problema, ya que es una realidad. El inconveniente radica en que se concibe a esta diferencia con el otro, separada y aislada de otra realidad que es especialmente ocultada u olvidada por Occidente: la semejanza.

Si bien Occidente ha pretendido esconder su filosofía basada en la escisión ser/realidad a partir del «reconocimiento» de la igualdad de los seres humanos y de todos los seres, no ha hecho más que dilucidar de mejor manera su concepción separadora, en tanto la igualdad es una realidad totalmente inventada, no existe. ¿Cuándo se han visto dos cosas iguales? La igualdad no es real, lo que deja a la diferencia como la única posibilidad que le sirve a Occidente para perdurar. Agarrándose de la igualdad, mantiene alejada a la semejanza, y permite la supremacía de la diferencia.

Esta realidad es explicada claramente por la biología y la genética. Si revisamos un poco sobre estas disciplinas, descubriremos que todos estamos hechos de la misma información genética. El ADN y el ARN son dos ácidos que contienen a nuestros genes y son los principios de la vida. ¡Estos son los mismos en cada una de las células de todos los seres humanos, sean de cualquier color o tipo, y también son los mismos en las células de todos los seres vivos (animales, vegetales, bacterias, etc.)! El ADN de las plantas, el de los animales, el de los seres humanos, el de los «indios» y el de los «blancos» está hecho de las mismas cuatro bases: Adenina, Guanina, Citosina y Tiamina. La diferencia radica en que éstas se combinan de diferente forma en cada uno de ellos . Es decir, el ADN, como sustancia, no varía de una especie a otra; lo que cambia no es más que el orden de sus letras. Ergo, todos los seres vivos somos semejantes en tanto compartimos la misma información genética, con las mismas letras, la misma estructura, la misma «lógica». Pero esa información no se presenta de manera igual en todos los seres, sino que lo hace cambiando su orden, y este orden es diferente en cada uno de los seres de la realidad. Se trata de la sorprendente capacidad de la información genética de trasformarse en infinitas formas. Esto hace que cada ser sea diferente-semejante al otro(1), no igual, ni tampoco únicamente diferente.

La importancia de este aporte de la biología y la genética para entender las relaciones etnocéntricas con las cuales debemos luchar para lograr una Asamblea Constituyente nueva y apta para materializar una sociedad en equilibrio y no en antagonismo y contradicción, radica en tres puntos esenciales:

1) El ADN es el principio fundamental de la vida que define todos los rasgos de cada ser. Pero no define únicamente las diferencias-semejanzas entre características físicas, sino que también almacena conocimiento(2), estableciendo diferencias-semejanzas entre culturas a nivel de conocimiento. La semejanza es tan peligrosa para la filosofía occidental porque la desestructura, la invalida, le quita el lugar privilegiado de verdad que se ha autoasignado, entorpeciendo sus objetivos colonizadores, y le devuelve a la cultura originaria su valor de verdad, su estatus de generadora de conocimiento y no de «saber local», y le devuelve su estatus de ser una filosofía diferente-semejante a la de Occidente.

2) Todos los seres estamos hermanados por la misma esencia, lo que implica que nuestros pensamientos y actitudes centristas, encerradas en la diferencia únicamente, son un reflejo de una profunda colonización que ha enceguecido al ser humano. Si no fuera así, entonces ¿cómo explicamos que el ser humano no puede ver una realidad tan obvia que hasta la ciencia ha comprobado?

3) Por lo tanto, éste descubrimiento de la ciencia occidental que ha sido conocido por las culturas originarias muchísimo antes(3), exige redefinir las concepciones de realidad que manejamos hasta ahora a fin de superar con la alienación a la cual nos hemos sometido; entre estas concepciones, debemos reconstruir los conceptos de justicia, derecho y ley. Si en la Asamblea Constituyente no se toma en cuenta la realidad de la diferencia-semejanza, entonces se estará solventando la continuidad del etnocentrismo y la colonización.

En el ámbito cultural, esta realidad de diferencia-semejanza se ha manifestado de cierta forma. Por esta razón, es que los estudios de la interculturalidad (o relaciones culturales, aunque no únicamente esto) basados en la diferencia, se han visto encarcelados en varias versiones sin salida, algunas de las cuales advierten la debilidad de fronteras que torna las diferencias culturales (y de todo tipo) en deseos más que en realidades. Porque vemos a la realidad con ojos colonizados es que es tan difícil definir lo que es clase social, cultura, estrato económico, etnia, indígena, o «q´ara». ¡Existen tantas definiciones que no queda más que elegir la más conveniente para ciertos propósitos! En esta dinámica hermenéutica nos perdemos en las diferencias y olvidamos que, en un estrato más profundo del que podemos ver, todos estamos hermanados y somos semejantes, pero no iguales. En este sentido, cada uno de los conceptos mencionados debe definirse a partir de su diferencia-semejanz a de modo simultáneo. Y, específicamente, tenemos que la idea etnocéntrica de «indios» y «qaras» como seres diferentes, es una irrealidad. Cada uno de nosotros somos la combinación-intracombinación de ambos. El que nos veamos diferentes, no significa que no seamos semejantes simultáneamente. Superar esta visión etnocéntrica, es requisito fundamental para la descolonización.

Como estamos viendo, la colonización y el etnocentrismo son dos conceptos-vivencias que se dan combinadamente de modo inseparable. El etnocentrismo (recordemos una vez más que etnocentrismo ha sido mal llamado «racismo») es una manifestación de la colonización y viceversa. Por consiguiente, en el contexto de todo lo que hemos apuntado sobre el etnocentrismo, la colonización es la materialización de un proceso involutivo que ha convertido al ser humano en un ser alienado, mutilado, desbiologizado; en general, lo ha convertido en un ser que se concibe separado de la realidad, cuando la misma es una Unidad-Totalidad inseparable(4). Si alguno de los lectores concibe a estas afirmaciones como exageradas, los invitamos a fijarse, nada más, en las condiciones sociales, culturales, económicas, políticas y medio ambientales en las que estamos viviendo. Si realizamos una revisión en el tiempo, comprobaremos que este proceso se dirige hacia la exacerbación de las diferencias, la mayor d egradación del medio ambiente, la sobrepoblación, el ensanchamiento de la brecha entre ricos y pobres, la desbiologización de los alimentos y, por lo tanto, del ser humano, etc. Los sucesos mencionados son alarmantes, pero a pesar de eso, el ser humano continúa reproduciendo la explotación (sea irracional o sustentable, que al final es lo mismo) de la naturaleza y del ser humano, actitud que deviene de la filosofía antagonista que separa al ser humano de la naturaleza.

Como apuntamos arriba, se trata de una filosofía que permite la separación y diferenciación entre los seres humanos en sí, y, además, entre éstos y otros seres de la realidad. ¿Qué tiene que ver la filosofía en todo esto? Consideramos que es el ámbito fundamental a partir del cual se detonarán los verdaderos cambios. Toda ideología, todo código, toda ley, esconde en sus profundidades una filosofía, es decir, una concepción de la forma de relacionamiento del ser con la realidad (Ontología), una noción o teoría del conocimiento (Gnoseología), y un concepto que permita el conocimiento de la realidad (Epistemología).

Occidente tiene una concepción ontológica que separa el ser de la realidad, una teoría del conocimiento que separa al sujeto del objeto, y una epistemología que propone a la razón como el único medio de conocimiento. Si consideramos que la realidad es una unidad, que el sujeto y el objeto no están separados(5)y que la razón no es la única potencialidad humana que permite obtener conocimiento(6), entonces sería un error seguir esta filosofía si queremos cambiar la realidad antagónica cimentada en la concepción de las diferencias o, en caso contrario, de la igualdad, de forma separada e irreal.

En síntesis, la colonización no es únicamente una realidad que incumbe a los subordinados, a los desclasados, a los invisibilizados, es una realidad que afecta a todos los seres humanos. La colonización es una estructura y sistema de pensamiento que guía el accionar de todo ser humano que considere que es únicamente diferente al otro, y, por lo tanto, se reconozca como superior o inferior al otro. La colonización expresa una ideología, una filosofía de vida, que permite relacionarse con el otro sin complementariedad y complementación, debido a que se lo considera diferente, externo y separado a uno mismo.

Esto explica el hecho de que las revoluciones llevadas a cabo hasta el presente para superar la colonización no hayan funcionado. El tema es que las mismas no han luchado contra la esencia de la colonización, sino que, únicamente, lo han hecho contra su forma. Es decir, han logrado cambiar la situación de los subordinados por un tiempo, pero no han conseguido escollar la subordinación en general. Lo que normalmente ha sucedido es que los subordinados han cambiado de rostro o de forma, o han mantenido la misma forma anterior; la cuestión es que la viciosa relación subordinador-subordinado o colonizador-colonizado ha persistido.

Esto se ha dado, valga la redundancia, debido a que la esencia de la colonización que es la filosofía que sustenta la separación del ser con la realidad o la separación del uno con el otro, jamás se ha cuestionado. Se ha pretendido vencer a la colonización en su forma, llamando al respeto a la diferencia, sin considerar que jamás lograremos tal cosa si no nos proponemos sentir en nosotros mismos que somos el otro en nuestra diferencia-semejanza.

Los maestros espirituales originarios de todo el mundo siempre lo supieron. Ellos siempre decían y dicen que cada ser contiene a los otros seres en su interior. Los descubrimientos de la biología y la genética que mencionamos demuestran esto. El pensamiento Sistémico-Holístico-Complejo también lo ha visionado(7), con esto ha dado una dura estocada al antropocentrismo, al etnocentrismo, a la separación unidad-entorno y a la dicotomía vivo-muerto.

No podemos dejar de considerar estos aportes de la ciencia. La interdisciplinariedad es una exigencia, más aún en esta época de globalización en la que las fronteras entre distintas disciplinas se están borrando. Por otro lado, si asumimos seriamente propulsar una re-evolución del sistema mundial en el que vivimos, no podemos seguir considerando la separación entre distintas ciencias, así como no podemos hacerlo en cuanto al ser y la realidad. Cada ciencia contiene a las demás en sí misma, así como cada ser contiene a los demás en sí mismo. No es casualidad que los avances de las ciencias naturales se traduzcan en teorías sociales, culturales y psicológicas.

Consideramos que en la Constituyente se deberían tener muy presente estos temas, de otro modo, estaríamos reproduciendo los viejos esquemas de pensamiento que no reflejan la realidad. Recordemos que los originarios han logrado la Constituyente como un fruto social, cultural y político que se ha resistido a las relaciones etnocéntricas y colonizadoras que los han posicionado en el lugar de subordinados e invisibilizados.

En este sentido, y después de todo lo apuntado hasta ahora, la Constituyente será un espacio de descolonización solamente si la lucha no se orienta a cambiar el lugar de los originarios de subordinados a subordinadores. Es evidente que esta no es la intención, pero, aún así, se corre el peligro de cambiar su posición de desventaja sin garantizar, por lo menos, el germen de la superación de la esencia de las relaciones de colonización, porque recordemos que los originarios no son los únicos subordinados en este sistema, sino que son un grupo más de los varios. Esto implica que la colonización debe asumirse como un problema de la humanidad en sí misma. La lucha contra la misma es un problema de todos. Si la Constituyente no vislumbra esta realidad, entonces la colonización subsistirá, cambiando sus formas, pero manteniendo su filosofía de separación del ser con la realidad, solventando la continuidad de las relaciones asimétricas y manteniendo a la diferencia en su pedestal y a la unidad diferencia-semejanza en el anonimato.

Si no se plantea una verdadera deconstrucción y reconstrucción de la filosofía que hasta ahora ha edificado las leyes en nuestro país, ninguna descolonización se hará realidad. Si las nuevas leyes esconden en sí mismas la misma filosofía que ha mantenido de pie a las antiguas leyes espurias, entonces pasará poco tiempo para ser deslegitimadas una vez más.

(1) Ver Jeremy Narby, La serpiente cósmica. El ADN y los orígenes del saber, Takiwasi y Racimos de Ungurahui, Lima-Perú, 1997. Ver también Gonzáles Illescas, Acerca de la educación en el mundo originario preinca en el territorio donde se formaría el Tahuantinsuyo y el Qollasuyo, 1ra Ed., CEDIB, Cochabamba-Bolivia, 2002. Ver: Mazorco, Educación y Saber Andino. Una mirada a la Educación Superior desde el Sentimiento de Unidad. PROMEC, Cochabamba-Bolivia, 2003.

(2) «Investigaciones sobre el ADN dan una dura estocada al antropocentrismo y plantean la unidad materia-espíritu y organismo-entorno. Entre éstas, un grupo de científicos rusos dirigidos por Dr. Pjotr Garjajev, biofísico y biólogo molecular, miembro de la Academia de Ciencias de Rusia y también de la de Nueva York, estudió el código genético con la participación de lingüistas. Este grupo afirma que el 10% del ADN se usa para armar genes y que el restante 90% es denominado el ADN «chatarra» o «silencioso», cuya función ha sido desconocida hasta ahora. Estos científicos manifiestan que el ADN silencioso es el que sirve para almacenar información y para lo que han denominado -desde la «teoría de onda»- la «hipercomunicación» con el medioambiente. La hipercomunicación permite adquirir gran cantidad de información del medio ambiente -al modo del «chamán»- y esto sucede, entre otras cosas, a través de los sueños. Por lo tanto, lo que antes se había subcalificado por la ciencia co mo inspiración o intuición (como algo incierto y descabellado), ahora ha sido comprobado como la hipercomunicación. Estos investigadores afirman que éste es un fenómeno que los maestros espirituales conocieron y supieron siempre (cf. FOSAR/ BLUDORF sf,, cit. por RIVERA MAZORCO, 2006). Ver: Maya Rivera, Thunhupha: una fuente del sentimiento de unidad de la comunidad de Tahua, Tesis de licenciatura en Antropología, Universidad Católica Boliviana «San Pablo», Cochabamba-Bolivia, 2006. Ver: FOSAR, Grazyna/ BLUDORF, Franz, «Descubrimiento ruso sobre el ADN -18.2.04. Las palabras y las frecuencias pueden influenciar y reprogramar al ADN». En www.fosar– bludorf.com/archiv/biochip_eng.htm

(3)Ver Jeremy Narby, La serpiente cósmica. El ADN y los orígenes del saber, Takiwasi y Racimos de Ungurahui, Lima-Perú, 1997. Ver también Gonzáles Illescas, Acerca de la educación en el mundo originario preinca en el territorio donde se formaría el Tahuantinsuyo y el Qollasuyo, 1ra Ed., CEDIB, Cochabamba-Bolivia, 2002. Ver: Mazorco, Educación y Saber Andino. Una mirada a la Educación Superior desde el Sentimiento de Unidad. PROMEC, Cochabamba-Bolivia, 2003.

(4)Ver: Maya Rivera, Thunhupha: una fuente del sentimiento de unidad de la comunidad de Tahua, Tesis de licenciatura en Antropología, Universidad Católica Boliviana «San Pablo», Cochabamba-Bolivia, 2006. Ver también Gonzáles Illescas, Acerca de la educación en el mundo originario preinca en el territorio donde se formaría el Tahuantinsuyo y el Qollasuyo, 1ra Ed., CEDIB, Cochabamba-Bolivia, 2002. Ver: Mazorco, Educación y Saber Andino. Una mirada a la Educación Superior desde el Sentimiento de Unidad. PROMEC, Cochabamba-Bolivia, 2003.

(5)Ver los avances de la física cuántica en: Mazorco, Educación y Saber Andino. Una mirada a la Educación Superior desde el Sentimiento de Unidad. PROMEC, Cochabamba-Bolivia, 2003.

(6)Ver: Ver: Maya Rivera, Thunhupha: una fuente del sentimiento de unidad de la comunidad de Tahua, Tesis de licenciatura en Antropología, Universidad Católica Boliviana «San Pablo», Cochabamba-Bolivia, 2006. Ver: FOSAR, Grazyna/ BLUDORF, Franz, «Descubrimiento ruso sobre el ADN -18.2.04. Las palabras y las frecuencias pueden influenciar y reprogramar al ADN». En www.fosar– bludorf.com/archiv/biochip_eng.htm

(7)Ver Mazorco, Educación y Saber Andino. Una mirada a la Educación Superior desde el Sentimiento de Unidad. PROMEC, Cochabamba-Bolivia, 2003.