El despertar de las naciones oprimidas, campesinos y clase obrera es irreversible. La magnitud de la conciencia por estructurar una nueva economía, una nueva legislación, en una palabra un nuevo estado, es tal, que las clases dominantes de todo el país han quedado desconcertadas. La fracción más reaccionaria, (latifundistas y ganaderos) aquella que sirve de […]
El despertar de las naciones oprimidas, campesinos y clase obrera es irreversible. La magnitud de la conciencia por estructurar una nueva economía, una nueva legislación, en una palabra un nuevo estado, es tal, que las clases dominantes de todo el país han quedado desconcertadas.
La fracción más reaccionaria, (latifundistas y ganaderos) aquella que sirve de a la oligarquía extranjera asentada en Santa Cruz (transnacionales petroleras, también grandes latifundistas, complejo soyero, banqueros e importadores) ha tomado la dirección del bloque dominante, sin embargo todo indica que ha renunciado a lograr y tomar la hegemonía primero y la dominación después de toda la formación social boliviana.
Dos son los factores que han determinado este cambio. El primero se ha referido ya y tiene que ver con el ascenso de la lucha de las clases explotadas y las naciones oprimidas en todo el país, pero especialmente en La Paz, Cochabamba, Oruro y Potosí. El segundo tiene que ver con el estrepitoso fracaso de su modelo de dominación, el neoliberalismo que ya no puede ser estandarte y bandera de lucha para conquistar al pueblo.
Resurge entonces con renovada fuerza, la estrategia fascista de la oligarquía extranjera asentada en Santa Cruz, para descuartizar Bolivia. Tal como sucedió en 1971, el temor al socialismo y la Asamblea Popular todo ello como resultado del ascenso de las luchas populares precipitó esta estrategia antinacional y reaccionaria, después de febrero y octubre de 2003, la estrategia autonomista que es en realidad la antesala de la secesión de Bolivia, para formar un nuevo Estado, se produce esta vez para preservar intereses y privilegios mucho mayores que en pasado.
Se trata de los intereses de las grandes empresas transnacionales, principalmente petroleras, que financian las movilizaciones comiteistas por la autonomía, para impedir la nacionalización de los hidrocarburos, así como de los grandes latifundistas y explotadores forestales nacionales y extranjeros que han obtenido sus propiedades en adjudicaciones ilegales y ventas fraudulentas, muchas de ellas superpuestas a Tierras Comunitarias de Origen, ya tituladas o en proceso de titulación. Están también los grandes deudores al sistema financiero (esto es tan evidente que aún ahora, en plena movilización por la nacionalización de los hidrocarburos, (mayo – junio de 2005), a días de tener que renunciar a sus curules, parlamentarios deudores, oligarcas movimientistas y adenistas pretendieron aprobar una ley para hacerse condonar deudas de cientos de miles de dólares a FINDESA, bajo el paraguas de una condonación a deudores de viviendas sociales) y los empresarios evasores de impuestos,
que pretenden a toda costa mantener sus privilegios y granjerías, amenazados por un cambio político radical.
Esta fracción de las clases dominantes, aliada incondicional de los intereses del capital transnacional ha sido la más beneficiada no solo del período neoliberal sino también de todo el periodo de capitalismo de Estado. Tanto la deuda externa, como la inversión pública, así como los créditos incestuosos, la adjudicación de tierras, la quiebra de bancos y los perdones y evasiones impositivas, han beneficiado ampliamente estos sectores.
Desde 1971, sus representantes han ocupado también las posiciones más importantes en las esferas de gobierno y en las empresas públicas.
El proyecto autonomista oculta sus verdaderas intenciones secesionistas, que sin embargo son develadas por toda la ingente cantidad de documentos públicos de la denominada «nación camba» uno de cuyos dirigentes más importantes es también portavoz oficial del Comité Pro Intereses de Santa Cruz.
Este proyecto goza del apoyo del gobierno de Bush, quizá en realidad sea mas bien parte de su propia estrategia mundial de dominio del continente con el establecimiento de un Estado títere, para controlar las reservas de hidrocarburos, la amazonía y toda su ingente riqueza y biodivesidad, los humedales y el agua, los corredores interoceánicos y en general el control geopolítico de Sudamérica.
Este Estado funcionaria al estilo de Israel, como un gendarme de la lucha de los pueblos de Abya Yala. Un Estado fascista, racista, reaccionario y agresivo, punta de lanza de la agresión imperialista.
Por estas connotaciones continentales, este proyecto no solo está dirigido contra Bolivia y sus movimientos sociales y políticos populares, sino contra todos sus homólogos de Sudamérica y contra la independencia y soberanía nacionales de sus estados.
Un estado de este tipo, será gobernado por las clases y las fracciones de clase mas reaccionarias y fascistas de la actual oligarquía asentada en Santa Cruz.
Entre sus representantes mas caracterizados están conocidos fascistas que gobernaron con todos los regímenes militares de facto que transitaron por el poder desde 1964. Falangistas y movimientistas que cogobernaron con Bánzer, García Meza y Natush, así como con los gobiernos neoliberales de Paz Estenssoro, Jaime Paz, Hugo Bánzer, Tuto Quiroga y Gonzalo Sánchez Lozada son hoy dirigentes del Comité Cívico y de la Asamblea preautonómica.
alberto echazu alvarado