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La bandera es la refundación

Fuentes: Rebelión

En los años 90’s, las y los compañeros de las organizaciones sociales más importantes de Bolivia, tras arduos debates, decidieron ir a elecciones para cambiar el país. Ya no serían sólo “resistencia desde las bases”; estaban listos para disputar el gobierno, el parlamento y el poder formal. Con esa decisión, el movimiento indígena, las organizaciones sociales y las izquierdas asumen el azul, blanco y negro del Movimiento Al Socialismo (MAS) como la bandera de transformación, soberanía y dignidad.

En 2002, con 9 años, recuerdo participar en un simulacro de votación en la primaria y voté por primera vez por Evo Morales y por el MAS. En esa elección, el candidato que hablaba como gringo terminó de presidente y en 2003 tuvo que huir por intentar regalar nuestro gas.

La victoria del MAS en diciembre de 2005 fue contundente. Tras años de rabia acumulada, el 54% de las y los bolivianos decidieron cambiarla por esperanza. El 22 de enero de 2006, en su posesión, Evo Morales se dirigió en su primer discurso al mar de banderas azules que lo acompañaban en la plaza San Francisco diciendo: “hermanas y hermanos, somos presidente”.

Los cambios empezaron rápido. Las corbatas opacas fueron reemplazadas por las ropas de colores de cada rincón del país. En el gabinete de ministras y ministros, por primera vez , estaban las indias y los indios que antes no tenían permiso para gobernar. La nacionalización de los hidrocarburos el 1° de mayo del 2006 a la que temían las élites y los cobardes, le permitió al país destacarse en crecimiento económico y reducción de la desigualdad. La Asamblea Constituyente refundó Bolivia y en 2009 la convirtió en un Estado Plurinacional.

Crecí y me formé en esa Bolivia vestida de azul, admirada por el mundo y que cambió privilegios por derechos.

Hoy, duele guardar la bandera, símbolo de la lucha del sujeto revolucionario tomando las riendas de su destino. El azul, blanco y negro del MAS flameó en alianza con la Wiphala por el Proceso de Cambio. Ambas recibieron un Golpe de Estado en 2019 y el pueblo, en su defensa, recuperó la democracia. Hoy guardamos la bandera porque el MAS fue robado por el gobierno y hasta nombraron como su presidente a un títere desconocido. Luis Arce, sus ministros y sus jueces traicionaron no solo al partido, sino al pueblo.

La traición se refleja también en la crisis económica: por primera vez en años, Bolivia tiene un dólar paralelo, la escasez de combustibles genera filas interminables y los precios suben sin control. El gobierno rompió ideológicamente con el proyecto político de soberanía y dignidad que lo llevó al poder. El Estado Plurinacional de Bolivia que construyó carreteras, escuelas y hospitales hoy es gobernado por la ineptitud, la incoherencia y la corrupción; el neoliberalismo ha vuelto. Eso sí, su pequeña victoria fue quedarse con nuestra bandera.

Ante todo esto, la resignación no es una opción. Algo de lo que sabe el pueblo boliviano, es de necedad; especialmente la necedad de la dignidad. Si en 2009 nos animamos a refundar Bolivia, este 29, 30 y 31 de marzo de 2025 la tarea parece menos titánica: debemos refundar el Instrumento Político. No será azul, quizás sea verde, pero lo esencial no es el color de la bandera sino las voces que lleva consigo. Como en los 90’s, el movimiento indígena, las organizaciones sociales y las izquierdas, convocados por el compañero Evo Morales, estarán presentes en el Chapare, para discutir cómo volver a cambiar Bolivia. Como dice Sandino Primera, “arropemos de banderas nuestra marcha” pero esta vez desde las lecciones aprendidas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.