(Mi participación en Oaxaca, como parte de una delegación de emergencia de los derechos humanos durante la tercera semana de diciembre de 2006, ha servido de catalizador del presente ensayo) Oaxaca es suelo de recrudecimiento revolucionario, de represión y resistencia. En estos momentos (finales de diciembre de 2006), la represión con mano dura está a la […]
(Mi participación en Oaxaca, como parte de una delegación de emergencia de los derechos humanos durante la tercera semana de diciembre de 2006, ha servido de catalizador del presente ensayo)
Oaxaca es suelo de recrudecimiento revolucionario, de represión y resistencia. En estos momentos (finales de diciembre de 2006), la represión con mano dura está a la orden del día, y los oaxaqueños, quines han sido decisivos en el recrudecimiento, son detenidos en las calles, golpeados por la policía local o estatal y luego liberados, como señal de propagación del miedo en la comunidad. Otros permanecen encarcelados unas semanas más hasta ser barridos por la policía federal preventiva, quienes enconadamente disolvieron una marcha de protesta a finales de noviembre. Sin embargo, aun permanece en el poder el corrupto gobernador Ulises Ruiz, quien fuera fraudulentamente electo, y quien es sin dudas el autor y el manipulador de la actual represión.
No obstante, el día que empecé a escribir el presente ensayo, el 22 de diciembre, miles de personas tomaron las calles de Oaxaca en una marcha organizada por la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, (APPO) formada por un enorme contingente de maestros y activistas recientemente excarcelados, así como por familiares de los aun detenidos que participaron en la resistencia a la ocupación de la ciudad por la policía federal y estatal. Este mismo día, defensores en alrededor de 37 países realizaron manifestaciones en «El día de la movilización mundial por Oaxaca» inicialmente convocada por los zapatistas (Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, EZLN). La fecha era al mismo tiempo el 9no aniversario de la masacre (la matanza) de 45 indígenas en la comunidad de Acteal, en Chiapas, una escena de horror obsceno que ha quedado impune hasta la fecha, e incluso el autor intelectual de este crimen, permanece aun sin ser juzgado.
La continua represión no puede ensombrecer los sucesos de mayo-junio de 2006 hasta noviembre, que continúa por vías tanto abiertas como clandestinas y que constituyen la aparición de una Oaxaca sublevada, en un inicio como respuesta a los violentos intentos de Ulises Ruiz por aplastar la huelga de los maestros y luego convertidas y desenvueltas por medio de una gran cantidad de formas y la participación de dimensiones tales como la indígenas, las mujeres, los jóvenes, todas las asociaciones obreras de los maestros en huelga. De hecho, es frecuente encontrar en una misma persona a un indígena, un maestro, una mujer. Por otro lado, al menos en una de las grandes marchas de la cuidad de Oaxaca, el número de manifestantes sobrepasa los diez mil habitantes, la población de toda la ciudad, debido a la participación de miles de personas provenientes de los municipios del estado de Oaxaca que reivindican la lucha como la suya propia. Es cierto que gran parte de las mujeres, hombres y niños toman estos asuntos en sus propias manos.
¿Cómo podríamos comprender este nuevo momento de la lucha por la emancipación en México con su multiplicidad de formas creativas? Algunos ya han hablado sobre la Comuna de Oaxaca, encontrando en ella los ecos históricos en la Comuna de París de 1871, cuando los habitantes se apoderaron de la ciudad y empezaron a crear un «estado no-estado» y que abarcaba los intentos por reorganizar el trabajo y avanzar hacia un tipo de trabajo libremente asociado. Marx apuntaba que la grandeza de la Comuna fue «su propia existencia operativa», la cual abarcaba no una reforma del estado, sino el hacer añicos a la vieja maquinaria estatal y su reemplazo por la Comuna. Hasta el momento, Oaxaca no ha llegado a tal fase y mientras algunos pueden tener esta perspectiva, otros sin embargo han afirmado que solamente se necesita hacer una reforma a la maquinaria estatal.
Otros analistas escriben que el movimiento se dirige «a un poder dual» en Oaxaca, que se parece a la existencia de los soviets en Rusia en 1917. ¿Y es que la APPO es la forma de los soviets del siglo XXI, que encarna dentro de sí, no al proletariado industrial, sino la multitud, que integra a muy diversos sujetos del cambio social?
Pero, antes de poner etiqueta histórica al evento, de modo general en cualquier caso, necesitamos examinar la sublevación de Oaxaca y señalar entre sus dimensiones de importancia:
1) La creación de la APPO, la cual tiene sus orígenes en la tradición indígena que como veremos más adelante resultó ser el foro más importante en la organización de la acción y en hacer visibles las ideas desde abajo; 2) la participación multifacética de las mujeres: a partir de un grupo de mujeres de la APPO las cuales tomaron las cosas en sus manos y ocuparon una estación de radio y televisión, descubriendo de ese modo su propia voz. Ellas hablaron con sus propias palabras ante muchas mujeres que erigían barricadas en las calles junto a los hombres para defender su nueva voz y detener las caravanas del «escuadrón de la muerte» que intentaban intimidar, dañar y en ocasiones hasta disparar sobre la población que protestaba y actuaba de manera pacífica sin armamento alguno; 3) los jóvenes, particularmente los universitarios, quienes lucharon por defender y ampliar los logros de la lucha misma, que incluye el importantísimo acto de apoderarse de la estación de radio una vez que fuera destruida la estación radial de los maestros: Radio Plantón. 4) los activistas del vecindario, quienes particularmente en las áreas de mayor pobreza defendieron sus calles estableciendo barricadas por las noches para detener las caravanas y desbordar las megamarchas que se extendieron desde el verano hasta el otoño. 5) los maestros, enérgicos y cientos de miles, quienes habían catalizado la sublevación con su huelga inicial y la ocupación de la plaza central, permaneciendo en el centro de la ocupación de la ciudad de Oaxaca hasta que la falta de pago y la facción de lucha dentro de su estructura sindical jerárquica, finalmente se sintió forzada a retornar al trabajo; 6) los maestros, campesinos y otros de fuera de la ciudad de Oaxaca que crearon sus propias asambleas allí donde vivían y viajaron a la capital para unirse a los protestantes; 7) Y como siempre, invariablemente, la dimensión indígena, el corazón y el alma de Oaxaca.
Pero empecemos por el principio mismo con una breve reseña de las peculiaridades inmediatas de tipo político y socioeconómicas, para después delinear el desenvolvimiento del despliegue revolucionario, haciendo énfasis en la forma organizativa de la APPO, el papel de la mujer y la participación de los oaxaqueños de fuera de la capital, todo lo cual sucede a tenor, y ciertamente catalizado, por la represión dirigida o patrocinada por el gobierno. Tal vez entonces podamos volver para situar la especificidad de Oaxaca dentro del contexto global e histórico, incluyendo sus contribuciones y limitaciones en el presente.
(En lo que sigue, me siento en deuda ante varias ponencias y testimonios, los cuales tuve el privilegio de escuchar estando en el estado de Oaxaca)
Los antecedentes
El origen de la crisis se encuentra mucho más allá del intento del gobernador Ulises Ruiz por interrumpir, el 14 de junio, la ocupación por los maestros de la plaza de Oaxaca. Con cierto juicio político se puede atribuir su inicio a las siete extensas décadas de dominio en Oaxaca del Partido Revolucionarios Institucional, el PRI. Mientras que a mediados de la década del treinta, la época de Lázaro Cárdenas, fue hasta cierto punto la consolidación progresiva de la Revolución Mexicana, esta herencia se transformó en las décadas siguientes en un partido único autoritario, en un aparato estatal represivo, y en ningún otro lugar del país fue más asfixiante que en Oaxaca.
La limitada «apertura» de la política mexicana en los años noventa y 2000, fue contenida en Oaxaca, sitio donde el PRI continuaba su gobierno de partido único. Una flagrante manifestación de ello fue la fraudulenta elección de Ulises Ruiz como gobernador en 2004 y su posterior gobernación corrupta y cada vez más represiva. Si hay una consigna que una a las masas de Oaxaca, esta ha sido: ¡Afuera Ruiz!
El surgimiento de la sublevación abarca no solo lo político, sino las condiciones económico-sociales de la población oaxaqueña compuesta por más de tres millones y medio de habitantes, donde dos tercios de ella son indígenas de 16 grupos distintos, con 15 lenguas y varios dialectos adicionales que se hablan. Durante décadas, la exclusión social ha sido ejercida y esto ha generado una pobreza enorme. Las estadísticas indican que unos tres cuartos de la población vive en la pobreza o la extrema pobreza. La mayoría de los pobres no gana incluso el salario mínimo de la pobreza que se considera es de 6 pesos al día. La crisis se acentúa aun más en el campo, en la zona rural, donde para la mayoría de la población se ha hecho imposible el sustento de vida. Existe una limitada inversión estatal para ayudar a la población rural. Sin embargo, el Tratado de Libre Comercio con Norteamérica le ha permitido a los granjeros norteamericanos subsidiados por el estado e inundar el mercado con productos agrícolas baratos. Esto ha dejado fuera a los agricultores mexicanos de la capacidad de sobrevivir en el sur de México, particularmente con la producción del maíz.
La devastación económica en las áreas rurales ha contribuido sustancialmente a la migración a gran escala. Unos se han ido a la ciudad, a Oaxaca y a otras partes de México, mientras cientos de miles se han visto forzados a sobrevivir marchándose a los Estados Unidos para encontrar trabajo. Esta inmensa dislocación social ha significado que en algunas comunidades de Oaxaca, por encima del 50% de la población se haya marchado. Estos emigrantes son tanto mujeres como hombres, con un estimado de un 45% de emigrantes mujeres.
De la totalidad del territorio de Oaxaca un 85% es propiedad comunal de una u otra forma y solamente el 15 % es propiedad privada. Las comunidades indígenas han luchado por conservar sus tierras y sus modos de organizar las comunidades mediante las leyes y las tradiciones llamadas «usos y costumbres». Oaxaca es un estado de México donde el gobierno se ha visto forzado a reconocer los «usos y costumbres» en cientos de comunidades. Estos son centros organizadores autónomos para el desempeño de las fiestas, el trabajo comunal y algunos servicios religiosos y de gobierno. Incluso estas autonomías limitadas, con frecuencia decididas en las asambleas de la comunidad, han estado sujetas a las presiones y la fragmentación continua del gobierno, viéndose agotadas por el torbellino económico del neoliberalismo y el cambio implementado por el gobierno de Salinas a la Constitución para posibilitar que las tierras colectivas de los ejidos sean divididas y vendidas individualmente. Esta fue la forma histórica de la asamblea que inspiraría el contenido de la sublevación y la resistencia, en el momento en que Ulises Ruiz optó por intentar romper la huelga y la ocupación de los maestros.
El desarrollo de la sublevación de Oaxaca
La huelga de los maestros y la ocupación de la plaza central
El 22 de mayo, después de una semana de negociaciones improductivas con el gobierno del estado, cientos de miles de maestros y otros trabajadores de la educación, familiares y simpatizantes, marcharon a la plaza central de Oaxaca para poner en marcha una ocupación y manifestar sus demandas, las cuales incluían un incremento salarial y un mejoramiento de la educación. Sin lugar a dudas, esta fue la primera vez que los maestros desarrollaban una acción de esa magnitud. Durante más de veinte años sus luchas por mejoras salariales y por el mejoramiento de las condiciones educacionales habían terminado en la ocupación de la plaza central durante unos cuantos días, como vía para obligar al gobierno del estado a negociar un acuerdo. Sin embargo, este año, los sucesos se dieron de otro modo.
Los maestros de Oaxaca conforman la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). A nivel del estado el sindicato abarca a unos 70 mil maestros, y este ha mantenido una historia militante, de lucha, en desacuerdo con el sindicato nacional, cuya estructura jerárquica ha hecho sus apuestas durante décadas al gobernante PRI.
El 22 de mayo, después de una semana de infructuosas negociaciones, los maestros y sus partidarios ocuparon la plaza del zócalo más una docena de cuadras adyacentes. Más que un acuerdo, en pocos días los maestros se vieron en una batalla frente al régimen de Ulises Ruiz. En las tres semanas subsiguientes el enfrentamiento se acrecentó. Los maestros de Oaxaca le dieron el frente a los medios de comunicación de influencia estatal, un cuasi-monopolio, mediante la difusión a la comunidad, por medio de la radio, a través de la emisora Radio Plantón. El apoyo a los maestros creció espectacularmente en la medida que la ocupación continuó con dos «megamarchas» el 2 y el 7 de junio, las cuales arrastraron a más de 75 mil simpatizantes, más otros 120 mil más. El reclamo ya no era solamente por el acuerdo ante la demanda de los maestros, sino por la salida de Ulises Ruiz de las oficinas del gobierno.
Unas horas antes del amanecer del 14 de junio, Ulises Ruiz dio su respuesta, enviando a la policía del estado a atacar a los semidormidos maestros, muchos de los cuales acampaban con sus familiares. Al enfrentar las fuerzas físicas, con una gran cantidad de gases lacrimógenos, los maestros fueron sacados de la plaza central, su acampamiento fue abatido y Radio Plantón fue arrasada, sin embargo, los maestros no se rindieron, combatieron y después de varias horas tomaron nuevamente el centro de la cuidad.
El ataque sin motivos del gobierno, dirigido a atemorizar y resquebrajar a los maestros, demostró ser el principal punto de viraje en la batalla de Oaxaca. Los maestros no solamente con gran coraje y determinación mantuvieron su posición, sino que la población indignada a lo largo del estado de Oaxaca acudió a ayudar a los maestros y vieron la lucha como de ellos mismos. Dos días después del ataque se organizó una tercera megamarcha y más de 300 mil manifestantes fueron multitud, incluyendo a miembros de comunidades indígenas de las costas y de la sierra. En apoyo a los maestros, participaron además trabajadores de otros sindicatos, grupos indígenas y campesinos, las autoridades tradicionales de los Zapoteca, Mezateco, Mixes y Mixteca que se unieron a las organizaciones políticas, además de los estudiantes y activistas por los derechos humanos. Al día siguiente el movimiento creó la forma revolucionaria para catalizar su lucha: La Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, la APPO.
La APPO: La asamblea indígena se imbuye de nuevo contenido
La APPO es la síntesis de muchas organizaciones y movimientos. Cientos de organizaciones finalmente se unen «en todos los colores y sabores» para ser parte de la APPO. La demanda central fue la destitución de Ulises Ruiz y en la medida que se desarrolló el movimiento, esto significó no solo la remoción de su persona, sino de todos los representantes del sistema de la política autoritaria que se había mantenido en el poder por un período superior a los setenta años. La APPO era anti-sistema y al mismo tiempo fue el inicio de la construcción del poder popular.
Pero, el modo cómo comunicarse con las multitudes de Oaxaca era fundamental para su construcción. Con el destrozo de Radio Plantón, los estudiantes de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca tomaron la estación de radio universitaria y la convirtieron en una de las principales vías para llegar hasta las masas de la ciudad, informándoles sobre las novedades del movimiento, las marchas y otras actividades de protesta, así como sirvió para advertirles de las amenazas de parte de la policía estatal. La comunicación como manipulación del estado y como propagación de las falsedades desde arriba era reemplazada con una comunicación desde abajo. Y según observaremos brevemente, esto fue particularmente cierto en la acción de las mujeres de la APPO quienes se apoderaron y pusieron en marcha una televisora nacional y la estación de radio, lo cual significó un punto decisivo, álgido, en el desarrollo del movimiento.
El gobierno del estado, en gran medida por el temor a esta comunicación revolucionaria desde abajo, organizó sus fuerzas policiales y sus fuerzas subterráneas «privadas» para atacar a los medios de comunicación controlados por el movimiento. Esto incluyó el desplazamiento durante las noches por las calles de Oaxaca, de caravanas de patrullas del «escuadrón de la muerte». La APPO, para protegerse a sí misma organizó sus propias fuerzas de seguridad y se valió de sus medios de comunicación para defender la sublevación, realizando llamamientos cuando estaba en el aire para proteger a las estaciones de radio y resistir los ataques del gobierno. Una forma de resistencia fue la creación de barricadas dispuestas a proteger la ocupación del centro de la ciudad, las estaciones de radio y las torres de transmisión en manos del movimiento, y en general para prevenir de los ataques nocturnos secretos por las fuerzas apoyadas por el gobierno. Algunas veces estas fueron barricadas fortificadas de tipo permanente, que incluían el uso de autobuses incautados. Otras eran barricadas temporales para detener el movimiento de las caravanas nocturnas, las cuales eran levantadas cada noche de nuevo. Cuando se lanzó el llamamiento para construir barricadas, la respuesta fue inmediata y se construyeron la primera noche varios cientos, unas miles la segunda y miles más la tercera noche.
Las barricadas también significaron un nuevo modo de comunicación dentro de las barriadas. Los vecinos salían por la noche para levantarlas y ocuparlas, y de ese modo comenzaban a hablar unos con otros de un modo inusual hasta ese entonces: debatían las cuestiones de la reforma radical, cómo transformar el estado, pero más allá de las reformas: ¿Qué significaba no solamente transformar las instituciones sino salir a la calle?
La forma de representación de la APPO es simple y directa, nació de las prácticas indígenas. Las decisiones son tomadas en asambleas en la cuales participan todos, y habiendo portavoces, la organización es horizontal, no con una jerarquía establecida por líderes. Los activistas hablan de la APPO no solamente como una forma intermediaria de organización, sino como el espíritu de la sublevación y del comunalismo que ha crecido durante muchos y muchos años.
La formación y la práctica de la APPO trajo consigo la actividad creativa de diversos sujetos sociales. Lo segundo más importante fueron la participación de las mujeres en la Asamblea y las movilizaciones fuera de la ciudad de Oaxaca: las comunidades indígenas, los campesinos y los maestros.
Las mujeres en la APPO descubren su propia voz
El 2 de agosto significó un importante salto en el movimiento, lo cual no está directamente asociado al suceso de la toma de las estaciones de radio y televisión por un grupo de mujeres de la APPO y cuya señal cubrió el éter del estado. Ellas habían ido a la estación con un simple reclamo: poder contar con 15 minutos al día para poder presentar los puntos de vista del movimiento. Pero al ser negada la petición, respondieron con la toma de toda la estación. Con ello había llegado una nueva fase en la lucha. Ahora las mujeres en funciones, las indígenas que nunca habían tenido la posibilidad de dar a conocer sus historias en público, presentar sus ideas, eran capaces de hablar, de encontrar su propia voz y de ser escuchadas como nunca antes había sucedido.
La estación de televisión estuvo en manos del movimiento durante tres semanas: «¡Qué perspectiva de esperanza brotaba de las pantallas en aquellas tres semanas! Las personas comunes con su ropa de cada día hablaban de la realidad de sus vidas del modo cómo ellas lo entendían, de lo que para ellos significaba el neoliberalismo, del Plan Puebla-Panamá, de sus pérdidas de la tierra ante los inversores y las compañías internacionales del papel, de las ruinosas escuelas de las montañas sin baños sanitarios, de las comunidades sin agua segura o alcantarillado». (George Salzman, residente de Oaxaca).
Las mujeres estuvieron por todas partes, al frente de cada cosa, no solamente de la emisora de radio y televisión, sino en numerosas megamarchas, así como en la marcha de las cacerolas (Una marcha en las cual las mujeres golpeaban sus cazuelas con cucharas de madera). Las féminas construyeron barricadas y las defendieron, trajeron comida a quienes operaban las emisoras de radio, en la APPO constituyeron la Coordinadora de Mujeres de Oaxaca (COMO) y mantuvieron sus propias reuniones hasta finales de agosto.
Fuera de la ciudad de Oaxaca
Si bien la ciudad de Oaxaca era el centro de la borrasca del levantamiento, la zona rural, sin dudas, era pasiva. Durante los meses del levantamiento varias comunidades en Oaxaca tomaron la iniciativa de formar en su sitio APPOs locales, viajaban a la ciudad de Oaxaca para participar en las marchas. Estas comunidades sintieron también la mano represiva del gobierno del estado durante décadas. La delegación de emergencia por los derechos humanos viajó a la comunidad de Tlaxiaco, a una cuantas horas de la ciudad de Oaxaca para escuchar las presentaciones sobre las condiciones en las zonas rurales y los testimonios de los maestros y los campesinos que habían participado en el movimiento y palparon la mano dura del gobierno. De las declaraciones de una comisión local por los derechos humanos, de Un-Ji-Kaandi, quedaron esclarecidas las difíciles condiciones que enfrentan las comunidades indígenas y en particular fue muy contundente la presentación de una mujer indígena trabajadora por los derechos humanos sobre la violencia constante contra las mujeres.
Se escucharon historias de las organizaciones propias de la comunidad como de los profesores organizados para poseer su propia asamblea que haga posible expresar sus preocupaciones y apoyar las actividades que ocurren en la ciudad de Oaxaca. Varios de ellos viajaron a Oaxaca para incorporarse a las marchas. Y esto sucedió cuando un grupo de maestros organizó un contingente de varios cientos para ir a la ciudad y participar en la megamarcha del 30 de octubre que directamente enfrentó a la Policía Federal Preventiva, las tropas enviadas por el gobierno de Fox para poner a prueba y aplastar el movimiento. Al viajar en varios autobuses, el contingente enfrentó el bloqueo de la autopista a cargo de un centenar de policías federales. La policía le tiró a las personas que salía de los buses, groseramente interrogó y detuvo a aquellos que ellos pensaban eran los líderes e impidieron a los miembros de la comunidad de Tlaxiaco a continuar viaje y unirse a la marcha de protesta.
A lo largo de los testimonios tuvo lugar un debate/discusión, que posiblemente refleja algo de la batalla de ideas que tiene lugar en estos momentos en el movimiento. Un activista campesino, al decir de su experiencia durante la protesta de la caravana de autobuses detenidos por la policía federal, señaló la necesidad de enfrentar de modo directo a las autoridades represivas del estado. Un maestro respondió rápidamente que la única vía del movimiento para triunfar, era por medio de la vía pacífica. ¿Qué sucede cuando las protestas pacíficas constantemente chocan con la represión? Este problema está aun pendiente.
El estado autoritario de Oaxaca
La atención prestada a la creatividad del movimiento no tiene la intención de minimizar la represión que los oaxaqueños enfrentan cada día, mañana, tarde y noche y que se expresa en la perversidad, la brutalidad y el asesinato absoluto en la batalla por Oaxaca de los últimos siete meses. Al menos 17 personas han sido asesinadas de modo directo durante y a causa de su participación en el mismo. Cientos han sido arrestados y muchos de ellos permanecen como prisioneros políticos. La delegación de emergencia por los derechos humanos dio oída a numerosos testimonios a los efectos. Un estudiante que había sido arrestado, golpeado, se le hizo presentar falsamente con armas para que la policía le tomara fotos, fue obligado a escribir una «confesión» de un crimen que nunca cometió, fue hecho prisionero durante varias semanas. Después de testimoniar ante nosotros en la mañana, en horas más tarde fue secuestrado por la policía junto a otros dos activistas, fueron apaleados y luego puestos en libertad.
Se escucharon testimonios de una mujer, maestra, que participaba con su esposo en una de las marchas de protesta y de pronto sonó un disparo y su esposo calló herido de muerte.
Otra mujer, madre de tres niños, estaba saliendo de su trabajo, sin participar en la protesta y encontrándose simplemente en el área, la policía la rodeó violentamente: «No pude ver nada más, intenté buscar a mi hijo… ellos (la policía federal) me tomaron, me empujaron contra el pavimento, me pusieron las esposas, las manos tras el cuello y me tiraron violentamente hacia un montón de otras mujeres. Nos daban patadas y nos golpeaban si nos movíamos y nos mantuvieron así durante casi dos horas». Ella, junto a otras 140 más fue llevada en un helicóptero a una prisión en Nayarit, a cientos de kilómetros de distancia. ¿El cargo?: «Sedición». Al final de su testimonio dijo que ahora, después de esta experiencia, quiere unirse al movimiento de protesta.
La batalla de ideas: cuestiones para el movimiento
¿Cuál es el significado de la batalla por Oaxaca?
1) Indudablemente la gran mayoría de los oaxaqueños reclaman la destitución inmediata de Ulises Ruiz como gobernador. El repudio masivo al PRI en las elecciones federales del 2 de julio dio muestra contundente de ello. Más aun, la destitución de Ulises Ruiz ha venido a significar más que un simple cambio de rostro de un gobierno por otro. Después de todo, al gobierno federal le puede convenir la sustitución de Ruiz a favor de sus intereses. El reclamo también exige la retirada de la policía federal y del estado de la ocupación de Oaxaca, el desmontaje de la naturaleza represiva del aparato estatal y la reforma del gobierno del estado en Oaxaca, pero, ¿cuan profunda será esta reforma, si es que la batalla por Oaxaca alcanza el cambio de la propia naturaleza del estado? Esta pregunta permanece aun sin respuesta. Y aun así, ¿es este un asunto inexplorado?
Por supuesto, la cuestión del estado es inseparable de la composición socioeconómica de la sociedad. Esto podría significar un análisis de la naturaleza del capitalismo, particularmente en los países subdesarrollados, y más concreto aun, en regiones muy empobrecidas como es Oaxaca, dentro de otro país. Los zapatistas, en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y en La Otra Campaña, han aclamado por un movimiento de tipo anticapitalista y desde la izquierda. ¿Qué significa ser anticapitalista hoy día? ¿Es suficiente el antiimperialismo o tenemos que ir más allá? ¿Es que vemos el capitalismo en lo referido a la simple forma de propiedad -propiedad privada vs. la forma estatal o nacionalizada- más bien centradas en la extracción del valor y de la plusvalía en el proceso del trabajo? Ser completamente anticapitalista es reconocer la necesidad de destruir la producción de valores, la producción de mercancías y el comienzo de la implementación del trabajo libremente asociado. El trabajo colectivo, comunal, de los grupos indígenas, como es en las comunidades de Oaxaca, tendrá que contribuir mucho, si reconocemos que este no puede «coexistir» con la producción de valores. Más bien, esta es la destrucción del modo capitalista de producción que permitirá un modo de asociación libre que surgirá de sus cenizas. Pero si en cambio, nos quedamos en la reforma o la transformación de las instituciones existentes, ¿no quedaremos atrapados en una revolución autolimitada que no logra una sociedad humana nueva a plenitud? Tengamos cuidado de nuestras propias «falsas ataduras mentales».
2) Lo que la batalla por Oaxaca ha hecho sobresalir es la creatividad de la actividad propia de las masas así como la aparición de diversos sujetos sociales. Estos son los indígenas, los obreros, las mujeres, los jóvenes y otras dimensiones humanas, aparecidas no como esencias establecidas, sino como grupos e individuos autodesarrollados, como individualidades -parafraseando a Hegel- a los cuales nada les interfiere en la búsqueda de su universalidad. Lo que demuestra Oaxaca como muchos otros movimientos creativos que dan testimonio de tipo histórico y global, es que las masas no son solo músculos, sino razón de la transformación social. Sus acciones, ideas, problemas no están limitados al momento de la práctica revolucionaria, sino son una forma de la teoría revolucionaria. Esta es una de las lecciones del movimiento de Oaxaca que debemos enseñar, es una lección que debemos estudiar una y otra vez como cada nuevo momento revolucionario que surge desde abajo.
3) Si bien es de gran importancia el surgimiento y el reconocimiento de la creatividad de los nuevos sujetos sociales de la transformación revolucionaria, ¿es esto de por sí suficiente? Algunos han sido de la opinión de que tales sujetos sociales dentro de las formas de organización no jerárquicas son suficientes para considerar a fondo la transformación social. Es decir, que la participación activa en la organización de parte de una multiplicidad de sujetos revolucionarios puede por sí mismo dar a luz nuevos comienzos.
La forma de organización, en este caso la asamblea popular de la APPO, así como otras formas: los comités autónomos y las juntas del buen gobierno en Chiapas, o las históricas y tan majestuosas organizaciones de masas como la Comuna de París, los soviets de Rusia, los consejos obreros de Hungría en 1956, se han transformado de un particular esencial en un universal. Sin embargo, solamente el universal absoluto es la creación, el absoluto que deviene en una nueva sociedad. No podríamos sustituir un particular, en tanto pueda resultar revolucionario, incluyendo una forma particular de organización, por un universal que trata de alcanzar y pone en marcha una nueva sociedad. Lo particular es una concreción necesaria de tal alcance, pero no es en sí la totalidad de tal alcance. Y para ello necesitamos no solo la práctica del alcance de una nueva sociedad, sino hay que tener presente la perspectiva filosófica, lo cual es parte del recorrido.
En resumen, se ha desarrollado una perspectiva filosófica emancipadora, y así pues, un universal concreto, que nos puede armar contra la imposición de soluciones ideológicas falsas.
En lugar de eliminar esta palabra: este final de la ofuscación de la eliminación ideológica, radica la necesidad de trabajar teóricamente el sentido de la sublevación revolucionaria de Oaxaca, y es precisamente esencial en el presente momento, el estar apoyado en el pensamiento filosófico emancipador. El doble ritmo de la transformación revolucionaria, la negación de la vieja sociedad y la creación de la nueva, no es solo tarea de la práctica. Al mismo tiempo esto es un acto de conocimiento, de la idea de la emancipación y precisamente es la unidad de las dos cosas, de la práctica y de la teoría/la filosofía, la cual abre de lleno las puertas a una nueva sociedad.
29 de diciembre de 2006