Prospectar El futuro parece lejano, pero no queda otra opción que aunque sea a regaña dientes, aceptar que el futuro está a la vuelta de la esquina, y que ese futuro no es para nada alentador; verdaderamente no podemos aseverar, decir con exacta certeza, cuando ese futuro para nada alentador golpeara a la puerta y […]
Prospectar
El futuro parece lejano, pero no queda otra opción que aunque sea a regaña dientes, aceptar que el futuro está a la vuelta de la esquina, y que ese futuro no es para nada alentador; verdaderamente no podemos aseverar, decir con exacta certeza, cuando ese futuro para nada alentador golpeara a la puerta y nos hará despertar de ese letargo mágico al que la sociedad capitalista nos ha llevado, de cómo el capitalismo y su «democracia de consumo» nos ha enceguecido frente a la abrumadora realidad.
La crisis capitalista global y su incidencia en el «cotidiano humano» están transcendiendo progresivamente los límites aguantables, y cuando hablo de límites, no me refiero a simples visiones negativas de un sistema que cada vez más muestra su lado más oscuro, sino a la realidad misma, a lo tangible inmediatamente.
Debemos, para que ese futuro y de los que lo habitaran en su momento no sea una tragedia, más de lo que es hasta este momento, esforzarnos para luchar denodadamente para que las cosas no sigan como hasta ahora.
En «El choque del petróleo» (1), el anterior artículo sobre la caída del precio del petróleo a nivel global y la quiebra paulatina de las empresas dedicadas a la producción de crudo a partir del Fracking, en el corazón de los EEUU, (pero no solamente) muestra la falacia del Fracking como la panacea, el salvataje energético del país del norte a partir de esta técnica y su tan mentada efectividad energética.
La eclosión de la «producción» del petróleo no convencional, su incidencia en la economía mundial, la emergencia inmediata de las asimetrías y contradicciones en los países en desarrollo, los llamados BRICS, y su fuerte impacto (negativo) en las economías primarizadas, (sobre todo los estados rentísticos petroleros) pone en el tapete no solamente la crisis mundial energética, sino los vaivenes especulativos y financieros de la burbuja fracking.
La crisis energética global, producto de las múltiples aristas que se juntan, generan un agotamiento de las políticas energéticas dependientes de los hidrocarburos; ante ello, el elemento nuevo en la estrategia energética de los EEUU, los no convencionales y su pretendido efecto de autonomía petrolera, tiene su centro en la expansión de su frontera hidrocarburifera más allá de sus límites políticos.
La baja (despidos masivos) (2) en el sector en general, pero de manera contundente en el rubro de los no convencionales es la muestra de las mentiras sucesivas del fracking como la solución a la dependencia de la nación del norte de los mayores productores mundiales de petróleo.
Pero la crisis generalizada, tiene su antesala en la disputa mundial por los bienes energéticos, no solo el petróleo sino de todas las materias primas relacionadas con la generación de energía; en la medida en que la pelea por estos aumenta, la virulencia, sobre todo de los EEUU, se hace cada vez mayor, generando un aumento significativo de territorios en conflicto bélico, y escaramuzas de golpes de estado, caso concreto de Venezuela, por quedarse con el bien energético.
La simetría, entre el declive de la producción doméstica norteamericana y el auge de las incursiones del país del norte en Oriente Próximo, es exacta, el entrelazamiento de su política exterior con la región se fue incrementado y haciéndose más violenta en la misma medida de su necesidad del llamado oro negro; inclusive la existencia misma de muchos de los emiratos productores de petróleo, existen como tal , por «los acuerdos supeditados a la conveniencia estratégica de EEUU, desde Roosevelt , pasando por Eisenhower» (3) hasta Obama tienen una determinada política asignada , para la protección de «sus» fuentes energéticas, pero la agudización de las intervenciones y la centralidad de los hidrocarburos en la política norteamericana, se acrecienta en los años noventa, exactamente fue en el año 1998 en que tuvo que importar más crudo para mantener su voluminoso nivel de consumo, pero el enorme crecimiento del gigante asiático, China, y su necesidad cada vez más importante del bien energético, disparó una fuerte competencia por el crudo, cada vez más escaso y caro de extraer, Beijing ha aumentado considerablemente su consumo energético a partir del año 1990, al igual que los EEUU, China se convirtió en importador neto, dejando de ser exportador a partir del año 2003, convirtiéndose en segundo consumidor, detrás del país del norte y delante de Japón.
El contexto en que toda esta concatenación de situaciones en torno de la cuestión y crisis energética mundial, es de una baja acelerada en la producción mundial y de la superación hace décadas de su pico máximo (peak oil), determinado por el comportamiento productivo, estudiado por King Hubbert, si bien el descenso es más bien suave no es por mucho tiempo.
La crisis de proporciones impensadas en el futuro inmediato, provoca un vaivén del precio a escala global, que más bien se prospecta en baja con muy pocas posibilidades de recuperación.
La idea de que el modelo Fracking pueda iniciar el camino de recuperación de un sistema sustentable, económicamente hablando, choca de frente con la realidad, porque es precisamente el fracking el promotor de un camino sin retorno en la economía energética, su efecto, de una tasa alta de eficacia inicial, llamada técnicamente Productividad Inicial (PI) la cual alcanza su nivel más alto generalmente en el primer mes de perforación del pozo, la PI de un yacimiento, o de los pozos que componen un campo de explotación , es la sumatoria de las PI de cada uno de los pozos que compones todo el campo, la PI solo es muy alta inicialmente, pero luego baja estrepitosamente , lo cual hace que para justificar la productividad de un campo se tenga que perforar más y más pozos.
El otro elemento importante y que marca significativamente la falacia fracking es la baja tasa de recuperación, técnicamente llamada eficiencia de recuperación ER, la que para el caso del GNNC (gas natural no convencional) es de solo el 6,5 % de las reservas , frente al 75-80% del gas no convencional.
Después de tres años y de un breve amesetamiento, la producción cae en picada, quedando una producción del 80-90% de su producción original, perdiendo toda rentabilidad, aunque se deje los pozos abiertos para alimentar la mentira de las reservas eternas.
La burbuja fracking, es subsidiaria de la falacia fracking; el motivo central de la presentación de la producción como homogénea está relacionada con la necesidad de inflar los activos que juegan el sector financiero y que son los que producen siderales ganancias por una actividad que solo se puede catalogar como improductiva y riesgosa en términos ambientales, de hecho la contaminación producida por la explotación fracking es varias veces superior a la convencional.
En términos reales el modo de extracción es ruinoso económica y ambientalmente, pero se está expandiendo en todo el mundo, incluido el territorio argentino con el yacimiento Vaca Muerta, sino que se vende mediáticamente como la salvación energética contemporánea.
El meollo de la cuestión reside en las «grandes mentiras programadas en la Gran Manzana» (4), culpable además de la gran recesión y crisis actual, porque el bien energético genera un sinnúmero de activos financieros que recurren de mano en mano, hasta que alguien desinfla la burbuja.
El empaquetamiento de los activos generados por el alquiler de campos con una supuesta alta producción de no convencionales, juega un papel central en la producción de enormes ganancias en Wall Street, adentro de los EEUU, pero también de las transnacionales norteamericanas en el exterior.
La Gran Manzana está haciendo lo mismo que hizo con las hipotecas basura: desarrollar sofisticados productos de ingeniería financiera.
«Las grandes multinacionales energéticas están acaparando derechos de arrendamiento para añadirlos a sus reservas de barriles de papel y compensar así el declive de sus reservas reales con objeto de inflar artificialmente el precio de las acciones y mantener su propia solvencia» (5), esto actualmente en EEUU, pero también se está expandiendo paulatinamente fuera de las fronteras del país del norte.
Argentina fracking
Verdaderamente Vaca Muerta es un apreciable y suculento yacimiento no convencional para hacer grandes negocios convencionales, de esos a que está acostumbrado el gran capital financiero.
El fondo de inversión Black Rock, entre otros también dueños de acciones de Barrick Gold Corporation, un holdouts con dos millones de acciones en la petrolera de bandera, YPF, que dirige Miguel Gallucio y que suma el 0,55 % del total de acciones es uno de los tantos fondos de inversión privados, el 49% de YPF que no fue «re estatizado» flota en las bolsas de Buenos Aires y en Nueva York o está en manos de inversores internacionales, los accionistas , detallados ,en un listado conformado por Bloomberg, figuran casi 50 entidades que mantienen una presencia minoritaria en YPF, de las cuales la mayoría de esta participación privada se apoya, fundamentalmente, en una estrategia especulativa, en la cual Vaca Muerta es Fundamental.
Otro de los tantos fondo de inversión con sede en Wall Street,»gerenciado por Kenneth Mario Garschina, que maneja una cartera por US$ 8.400 millones a nivel mundial, en gran medida invertidos en activos petroleros (tiene acciones de Anadarko Petroleum, una de las principales operadoras del shale de EE.UU).» (6)
De los 13 mil millones que cuesta YPF en el mercado, 6000 millones están relacionados a Vaca Muerta, casi la mitad de los activos de la compañía.
Es difícil no pensar que Black Rock, un fondo, que según los números del segundo semestre que envió a la SEC, el organismo de control bursátil norteamericano, y que maneja una cartera de casi 232.000 millones de dólares, una cifra que multiplica por ocho las reservas del Banco Central, debajo de los US$ 29.000 millones, pueda no pensar en Vaca Muerta como una gran oportunidad de agrandar tremendamente sus ganancias.
Vaca Muerta, otra gran falacia.
«La Historia nos enseña que un colapso no es un momento sino un proceso, que no siempre es fácil de reconocer hasta que ya es demasiado tarde como para que las medidas para pararlo puedan tener eficacia.» Antonio Turiel-
Notas:
1- R. Gómez Mederos. http://www.rebelion.org/
2- R. Gómez Mederos. http://www.rebelion.org/
3- Chao Petróleo. El mundo y las energías del futuro. Raul Shor .Debate. Primera edición 2009, Santiago de Chile.
4- Manuel Peinado Lorca. Director de la Cátedra de Medio Ambiente de la Universidad de Alcalá. Revista El Ecologista nº 82.
5- Manuel Peinado Lorca. Director de la Cátedra de Medio Ambiente de la Universidad de Alcalá. Revista El Ecologista nº 82.
6- El Inversor On Line. 2 septiembre, 2014.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.