La situación en Bolivia, se asemeja a la de una gran caldera sometida a permanente presión, y cuyos escapes de vapor son insuficientes. La comparación puede parecer catastrofista, pero lo que pretende es mostrar gráficamente la gravedad de una creciente crisis social, política y económica, donde se acumulan los problemas sin resolver y donde aumenta […]
La situación en Bolivia, se asemeja a la de una gran caldera sometida a permanente presión, y cuyos escapes de vapor son insuficientes.
La comparación puede parecer catastrofista, pero lo que pretende es mostrar gráficamente la gravedad de una creciente crisis social, política y económica, donde se acumulan los problemas sin resolver y donde aumenta el riesgo evidente de que cada uno de los sectores en pugna, radicalice sus propias reivindicaciones, desechando un acuerdo colectivo, un proyecto de país.
Bolivia recoge la herencia histórica de una infinita sucesión de gobiernos civiles o militares que han marginado a sus mayorías nacionales.
Una reducida elite de tecnócratas, obedientes y serviciales capataces de intereses oligárquicos, han sido el instrumento de grupos minoritarios o de las voraces transnacionales para expoliar los recursos y el trabajo del pueblo boliviano. Las últimas crisis, cíclicas y de fases cada vez mas cortas, suman promesas incumplidas. Desde la huída a Estados Unidos de Gonzalo Sánchez de Losada, provocada por las protestas populares contra sus políticas neoliberales y el plan de entrega de la riqueza del subsuelo boliviano, el presidente Mesa intenta un imposible equilibrio entre la continuidad maquillada de las mismas políticas, y las rectificaciones compulsivas que provocan las nuevas movilizaciones sociales.
Los conflictos principales / El futuro de los hidrocarburos
La Ley de Hidrocarburos aprobada en el Parlamento es rechazada por casi todos los sectores. Unos consideran insuficientes los impuestos y regalías; las petroleras afirman que esa presión puede hacer inviable el negocio y las inversiones; y otros argumentan y se movilizan por la inmediata nacionalización de los hidrocarburos y la recuperación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Bolivia ( Y.P.F.B ). (1)
Recordemos que estamos hablando de 48,7 trillones de pies cúbicos de gas, la segunda mayor reserva de América del Sur, después de Venezuela. Un codiciado botín para las grandes transnacionales, pero también un recurso fundamental para el desarrollo y el progreso de los 8 millones de bolivianos.
Refundar el Estado
Pero no es el futuro de su riqueza en hidrocarburos la única cuestión a debate en Bolivia. Crece el reclamo para que sea convocada una Asamblea Constituyente, que acuerde un marco normativo moderno, plural, y que contemple la diversidad social, reconozca y dé plenos derechos a la mayoría indígena. Amplias capas de la sociedad boliviana respaldan esta reivindicación de refundación del estado como única manera de encontrar un cauce pacífico y negociado al abismo que separa a la minoría que siempre detentó el poder y a quienes lo padecieron: trabajadores, indígenas, campesinos y mineros, en suma más del 80 % de la población. Los principales movimientos sociales bolivianos coinciden en impulsar la convocatoria de esta Asamblea Constituyente.
Los autonomismos
Guiándose por el antiguo refrán de «a río revuelto, ganancia de pescadores», sectores empresariales de Santa Cruz de la Sierra, la región más desarrollada y próspera de Bolivia, han convocado un referéndum autonómico para el próximo 12 de agosto. Basado en razonables deseos de terminar con el asfixiante centralismo paceño, en realidad quienes lideran la rebelión autonómica representan claros intereses económicos a los que poco parece importarles la suerte del resto de los bolivianos. Como apunta un comentario de la agencia Bolpress, estos sectores empresariales participaron directamente en los últimos 20 años en los gobiernos neoliberales, «ya sea para beneficiarse con créditos bancarios no siempre pagados o diseñando leyes a la medida de sus intereses.» Un discurso demagógico y a veces con tintes racistas preside las convocatorias cruceñas en favor de la autonomía. A esta iniciativa se adhirieron similares sectores de Tarija, bajo cuyo subsuelo está gran parte de la gigantesca reserva gasífera del país. Aquí también la demagogia y la insolidaridad alimentan las proclamas autonómicas. Incluso los departamentos de Beni y Pando, en el nordeste y norte, participan del proyecto de realizar en agosto un referéndum para proclamar su autonomía. Para muchos sectores bolivianos la iniciativa encabezada por los empresarios y terratenientes de Santa Cruz, constituyen una amenaza de disgregación territorial e incluso un riesgo para la continuidad de Bolivia como nación.
Las luchas por la tierra
En otras regiones del país, sectores campesinos organizados luchan por disponer de tierras y de medios básicos para subsistir. Más de 600 miembros del Movimiento Sin Tierra fueron desalojados por las fuerzas de seguridad del fundo Los Yuquises, a poco menos de 300 kms al norte de Santa Cruz de la Sierra. Reclaman esas tierras alegando que fueron adquiridas ilegalmente y que no cumplen una función social. Los campesinos fueron detenidos y dispersados por diversas comunidades, pero volvieron a agruparse y reclaman poder recoger sus cosechas en esas tierras. Dos de sus principales dirigentes anunciaron que pasaron a la clandestinidad porque – según denunciaron -son perseguidos por miembros de la inteligencia militar y por «sicarios» a sueldo de los terratenientes. Se han reagrupado en San Pedro,
a 15 kms. de Los Yuquises y se ratificaron en sus reivindicaciones.
Los otros actores
La reseña anterior solo describe aquellos conflictos de mayor trascendencia actual, pero no agotan la extensa lista. En su desarrollo mencionamos algunos de los sectores implicados, pero para completar el cuadro de situación, es importante conocer quienes son los principales actores en la crisis boliviana, sin que el orden en el que los analizamos signifique algún tipo de prioridad real.
– Los políticos
Mientras el presidente Mesa insiste en que su mandato terminará en el 2007 y que «hasta entonces gobernará Bolivia», en realidad continúa su zigzagueo político y hace de la indecisión una forma de perdurar en medio de la conflictividad. En la práctica, se convierte en el sordo principal en este «diálogo de sordos», en el que colaboran de manera entusiasta los políticos, casi todos ellos con antecedentes de complicidad con las grandes corporaciones, hechos de corrupción, ineficacia manifiesta y de haber formado parte de los equipos de presidentes que impulsaron políticas neoliberales como el ex dictador General Banzer o Gonzalo Sánchez de Losada. Mucha gente ve al Parlamento y a los parlamentarios como algo ajeno, o peor aún, como algo nefasto para ellos. Su reacción es comprensible si se analiza
la historia.
– Los militares
Las Fuerzas Armadas bolivianas que tienen el récord continental de «golpes militares», llevan más de dos decenios sin intervenir. En otras circunstancias y conexto, más de un general hubiera dado ya el paso al frente con el consabido argumento de «poner orden». Cuando días pasados dos tenientes coroneles se pronunciaron por el cierre inmediato del Parlamento y la convocatoria de una Asamblea Constituyente, sus mandos los desautorizaron de inmediato y luego los dieron de baja. El teniente coronel Julio César Galindo y su compañero Julio Herrera, se presentaron como miembros de un «Movimiento Militar Generacional», del cual no se conocen otros datos.
– Evo Morales
Pero el propio Evo Morales, líder campesino y cocalero y dirigente del MAS, Movimiento al Socialismo, considerada una de las principales fuerzas políticas del país, se apresuró a defender las vías legales y rechazó cualquier forma de golpismo militar. Y eso a pesar de que la proclama de esos mandos medios del ejército coinciden a grandes trazos con sus demandas políticas. Galindo y Herrera a pesar de la desautorización de sus jefes y de su pase a retiro, permanecen prófugos y en situación de rebeldía. Esta circunstancia y el desconocimiento del alcance real que puede tener el movimiento del que dicen formar parte, suman otro actor de inquietud. Evo Morales es partidario de seguir presionando al gobierno para que convoque una Asamblea Constituyente. «Venga de donde venga, dijo, el golpe de Estado no es democracia». Llamó al Congreso a «hacer transformaciones profundas al sistema político desde la estructura del Estado y especialmente al modelo económico». También convocó marchas y manifestaciones.
– Jaime Solares
Por el contrario, Jaime Solares, secretario general de la Central Obrera Boliviana, dijo adherir a la posibilidad de un gobierno «cívico-militar», aunque su posición no parece ser muy representativa dentro de los trabajadores. (2)
Jaime Solares es un controvertido personaje, denunciado en muchas oportunidades por haber participado en los grupos represivos del ex dictador Banzer y haber sido guardaespaldas del ex dictador Luis García Meza. También le señalan como informante policial de las actividades de sus compañeros mineros en Oruro. Las actitudes de Solares parecen avalar muchas veces esas sospechas, porque la
radicalidad de sus posiciones objetivamente favorece a los sectores más conservadores y elitistas. De todos modos, La COB actual, no tiene en la actualidad la fuerza y la capacidad organizativa que tuvo décadas atrás.
– Los grandes grupos económicos
El conglomerado diverso de los grandes grupos económicos que actúan en Bolivia y que siempre han tenido una fácil conexión con el poder político se mantiene expectante, pero ejerciendo toda la presión de la que son capaces para que el rumbo del gobierno (el de Mesa o el que sea) siga coincidiendo con sus propios intereses. Para ello utilizan el habitual discurso/chantaje, en el que se autoerigen como factor de progreso siempre que se respete la «estabilidad jurídica», como definen ellos a los contratos que consiguieron con los gobiernos cómplices. (3)
– El gobierno Bush
El gobierno norteamericano, que a través de sus embajadores no ha ocultado su ingerencia en la política interna boliviana, muestra ahora su preocupación por el desenlace de la prolongada crisis. Consideran que los movimientos indígenas y sociales ( como el de la población de El Alto, vecina a La Paz ) y en particular algunos de sus dirigentes, son un riesgo para sus intereses. Jonathan Farrar, un subsecretario de estado del gobierno Bush dijo que EE.UU está preocupado por la «inestabilidad que originan grupos de oposición radicales». Condolezza Rice y otros funcionarios de nivel, consideran al dirigente Evo Morales como un «peligro» por sus ideas y por sus relaciones con el presidente venezolano Hugo Chávez.
En línea con sus inquietudes, el gobierno de Estados Unidos habría intentado que la OEA creara un organismo para «vigilar la conducta democrática de sus asociados», procurando retornar a los viejos tiempos donde la Casa Blanca dictaba a que gobierno convenía apoyar o a cual bloquearlo o agredirlo. El portavoz de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos en Ecuador, Alexis Ponce, considera que «esta estrategia está destinada al fracaso más estrepitoso, porque la nueva correlación de fuerzas en el continente impedirá la descabellada tesis imperial, una inaceptable intromisión.» De todos modos, no olvidemos que cuando este tipo de situaciones internas llegan a un punto crítico, la presencia y la ingerencia del gobierno norteamericano suele decisivas. Así ocurrió cuando la posición de Sánchez de Losada se hizo insostenible y también en Ecuador con la huída de Lucio Gutiérrez. Cuando la situación se torna peligrosa para sus intereses, Estados Unidos procura quemar un fusible antes de perder el control. Mesa sabe que ese también puede ser su destino, a pesar de reiterarse en que no renunciará, no abandonará, y que terminará su mandato.
– La Iglesia Católica
Por su parte, la Iglesia Católica se expresó a través del arzobispo de La Paz, quien en su homilía de Corpus Christi dijo: «constatamos con gran pena que existe mucho dolor y sufrimiento en nuestro pueblo, es grande la pobreza en amplias capas de la población, es real la marginación y la falta de posibilidades concretas de trabajo y de una vida digna para una mayoría de habitantes de esta tierra, individual y socialmente hablando…(…) A pesar de tantos esfuerzos positivos que se han hecho, somos a veces testigos y actores de grandes retrocesos, hasta pareciera que nos movemos en una especie de cientos de círculos viciosos». La Iglesia ha exhortado estos días a que todas las partes hagan un esfuerzo por hallar salidas a través del diálogo y no de la confrontación.
Las perspectivas
La semana que comienza puede resultar decisiva, entre otras cosas porque difícilmente el país podrá soportar mucho tiempo más la continuidad de paralizaciones, bloqueos, marchas y tensiones. Lo que definimos como una caldera sometida a presión tiene que encontrar más temprano que tarde válvulas que le permitan descomprimir. Cualquier salida impuesta que no contemple los intereses colectivos está condenada a perpetuar protestas y violencias.
El analista político Gonzalo Chávez, de la Universidad Católica de Bolivia afirma que » el modelo político y económico de los últimos años se encuentra en crisis, justamente por no atender los temas sociales, de pobreza y exclusión».
Gimena Costas, analista de la Universidad de San Andrés dice que «el sistema de partidos está quebrado; los intereses de los grupos dominantes ya no coinciden; hay crisis de liderazgo y de mediación parlamentaria; y manda la necesidad particular sin que prime una visión de totalidad».
Posiblemente una convocatoria amplia, generosa y sin condiciones de una Asamblea Constituyente puede reencauzar la vida nacional. Para que ello sea posible, los diversos sectores, o al menos una gran mayoría, tendrían que aceptar este instrumento y sumarse al diálogo sabiendo de antemano que para obtener un acuerdo tendrán que renunciar a algunas de sus posiciones.
Los sectores populares movilizados están cargados de razones para sus protestas. Razones históricas, como la postergación y marginación de indígenas y campesinos, y razones puntuales, como la defensa de los recursos naturales y de su explotación en beneficio de todos los bolivianos , el desplazamiento y fin de la impunidad de los políticos implicados en actos de corrupción, o de beneficiarse del ejercicio de los cargos públicos, entre otras.
Pero el difícil camino está plagado de riesgos y de trampas: tienen que continuar su movilización y buscar grandes puntos de coincidencia contra sus enemigos comunes. En ese proceso de convergencia y dada la correlación de fuerzas, evitar dar argumentos a los «salvadores de la patria» o a los predicadores «del orden necesario». La experiencia histórica enseña que si » la caldera estalla», los empobrecidos, los indígenas y campesinos, en definitiva los postergados de siempre, serían sus principales víctimas.