De buena performance en la elección legislativa porteña de 2009 y con alto nivel de visibilidad en el debate político actual, Fernando «Pino» Solanas intenta por estos días saldar una disyuntiva que lo tiene a maltraer. Decidir si, como pretendía desde los inicios mismos del año y como es su vocación más genuina, jugará sus […]
De buena performance en la elección legislativa porteña de 2009 y con alto nivel de visibilidad en el debate político actual, Fernando «Pino» Solanas intenta por estos días saldar una disyuntiva que lo tiene a maltraer. Decidir si, como pretendía desde los inicios mismos del año y como es su vocación más genuina, jugará sus posibilidades como candidato a presidente o si, como le aconsejan su intuición política y ciertas encuestas, se inclinará finalmente por la Ciudad, como candidato a jefe de gobierno. Según cuentan a su alrededor, todavía no lo tiene decidido. Pero una buena lectura de sus declaraciones y ciertas señales políticas dadas en las últimas horas parecerían indicar cuánto se ha volcado el fiel de la balanza hacia la segunda de las opciones y cuánto más apoyo tendría entre los suyos esa eventual decisión. Una reunión partidaria, este sábado, es posible que traiga las primeras definiciones. Ésas que sus compañeros de ruta le exigen, sin más dilación. Y ésas que potenciales socios esperan para acomodar sus propias fichas en el tablero. «Es una decisión compleja. Buenos Aires es mi ciudad. Nada me daría más placer que gobernar la Ciudad de Buenos Aires», fue la frase de Solanas que abrió el juego.
Se sabe, el heterogéneo espectro opositor busca algún tipo de amalgama política para intentar revertir un escenario ciertamente adverso. Esta preocupación, por cierto, incluye al fragmentado espacio que se ubica del centro hacia la izquierda. La diyuntiva de Pino, de alguna manera, se inscribe dentro de esta discusión. Solanas carece de una estructura propia a nivel nacional que le asegure no repetir el resultado marginal de 2007 (obtuvo el 1,60 por ciento) y no tiene aliados de peso que quieran subordinarse a su estrategia. Pero despierta creciente interés como referente en la Ciudad de Buenos Aires. La elección promisoria de junio de 2009, donde superó el 24 por cierto y alcanzó el segundo puesto, a menos de siete puntos de Gabriela Michetti, lo ubica como potencial aspirante y envalentona a varios dirigentes del distrito, preocupados ante la multiplicidad de precandidatos y las pocas chances que tienen muchos de ellos de terciar entre el PRO y el Frente para la Victoria.
Ante la seguidilla de llamados a acuerdos y los rumores de posibles alianzas, Solanas dejó algunas definiciones taxativas y más de una puerta abierta. Por ejemplo, volvió a desairar al radicalismo, excluyéndolo de cualquier posiblidad de coalición explícita en la que Proyecto Sur participase. Pero, al mismo tiempo, abrió un abanico de aliados posibles más inclusivo de lo esperado, entre los que puso al GEN de Margarita Stolbizer y al Partido Socialista, además del Frente Cívico cordobés de Luis Juez, con quien lleva más tiempo trabajando en conjunto.
De los radicales dijo que forman parte de un bipartidismo nocivo y que, por lo tanto, no podía acompañar a Ricardo Alfonsín, ya consagrado por su partido. De las otras fuerzas, espera el candidato nacional ante el cual referenciarse. Claro, si decide «bajar» a la Ciudad. Hermes Binner, gobernador de Santa Fe, aparece en boca de los principales referentes solanistas como el nombre excluyente. Pero sabe que para eso tendrá que esperar a otro tipo de definiciones y circunstancias. Por caso, la reñida interna del socialismo santafesino y la suerte del candidato de Binner, Antonio Bonfatti, en la elección a gobernador. O la ascendencia que logre el radicalismo entre esos mismos aliados.
La decisión
Lo reconoce cada vez que puede. Su intención original y persistente fue siempre ser candidato para competir por la presidencia. La temática que aborda en sus apariciones públicas parecería no dejar lugar para otras alternativas. Su preocupación por la explotación minera a «cielo abierto» y sus referencias constantes a cuestiones ligadas a los recursos naturales marcan esa impronta y, a su vez, lo alejan de las temáticas más «porteñas». Pero lo cierto es que ha sido aquí, en la Ciudad de Buenos Aires, donde más anclaje ha tenido su figura y ciertas facetas de su discurso. Algunos, en la mesa chica de Proyecto Sur, parecen haber tomado nota de eso y promueven su candidatura local. Hasta hace unos meses, parecían remar contra la corriente. Hoy, son cada vez más escuchados. El legislador Julio Raffo es uno de ellos.
Es cierto, están quienes todavía se oponen a esa jugada. Tienen su peso y sus argumentos, pero son crecientemente menos. La socióloga Alcira Argumedo, una de las fundadoras de Proyecto Sur y de las escuchadas por Pino, representa a este grupo. «El problema es que si vos llegaras a ganar la Ciudad de Buenos Aires, siempre te van a plantear que antes de hablar de la protección de los glaciares tapes el bache de la calle tal, o limpies el Riachuelo», dijo Argumedo, hace unos pocos meses, en una entrevista en la publicación partidaria «Argentina latente», dejando planteadas algunas dudas respecto de las limitaciones de la fuerza para asumir un compromiso de gestión de alta exigencia y, de algún modo, cierta preferencia por un discurso de fuerte corte ideológico y más bien testimonial. Los comentarios, muchas veces capciosos y otros no tanto, que hablan de cierto «temor» de Pino a ganar y tener que gestionar una ciudad compleja como Buenos Aires, en buena medida, hacen pie en apreciaciones como ésa.
De las cuestiones que quedan por debatir entre las fuerzas que componen el Movimiento Proyecto Sur (Partido Proyecto Sur, Partido Socialista Auténtico, Buenos Aires para Todos, Libres del Sur y MST), qué hacer con el escueto armado nacional ante la inclinación de su líder por una opción local es una de las que más controversias trae. «¿Qué puede ayudar más a los compañeros del interior que, en 2012, llegue a ese lugar el compañero que fue candidato a presidente y salió cuarto o quinto, o que llegue el compañero jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires?», pregunta a Debate un operador de la opción Capital con respuesta tácita y pone como ejemplo la estrategia del Frente Amplio uruguayo, que primero decidió hacerse fuerte en Montevideo. «Sería desguarecernos, dejarnos en Pampa y la vía», reconoce un dirigente del interior, interpretando, a su modo, el sentir de muchos, tierra adentro. La ruptura de Libres del Sur, en Neuquén, debido al «panorama de incertidumbre en el plano nacional de Proyecto Sur» y al descontento de la agrupación en otras provincias hablan de eso y de cierto personalismo mal visto en Pino y los suyos.
Otro factor de conflicto ha sido, ciertamente, la disputa de espacio de poder entre las distintas agrupaciones y el duelo de egos que parece existir entre las caras visibles. El duelo público entre Pino y Claudio Lozano, desnudando flaquezas ajenas, fue, en alguna medida, emergente de eso. «La única macana de Lozano es que da poco», dijo Solanas y abrió el fuego. «Yo podría decir que él se baja porque mide bajo a nivel nacional», fue la dura respuesta del diputado de Todos por Buenos Aires. «Si Pino me pidiera un consejo, le diría que no abandonara el barco», agregó luego, antes de bajarle el tono a la disputa y acordar un impasse. «Si hubiese otro candidato presidencial, como puede ser Binner, nos parecería muy razonable que Pino fuese candidato en la Ciudad», fue la frase conciliadora. En las últimas horas, Buenos Aires para Todos, el espacio que lidera Lozano, aventó todo fantasma de ruptura y señaló que, si Pino decide «bajar» a la Ciudad, el partido lo acompañará.
Entre las lecturas que avalan la opción por la Ciudad, se dice que Solanas bien podría retener el caudal de votos de 2009 y sumar a los descontentos de la gestión PRO y a quienes persistan en su rechazo al Frente para la Victoria, por más que admitan que el fortalecimiento del kirchnerismo en la Ciudad podría ser un serio riesgo. Estos mismos interlocutores, en tanto, rechazan la caracterización que hacen muchos sobre la naturaleza del voto a Proyecto Sur de junio de 2009: que tenía un fuerte componente lábil, que forma parte del voto volátil que en su momento le dio respaldo a Luis Zamora y, en otros, priorizó a Mauricio Macri. Pero sostienen que una buena elección del candidato a vice podría ser clave para construir el camino a la preciada segunda vuelta. La más mencionada es Graciela Ocaña, quien tendría la venia de los potenciales aliados. Pero no es la única.
Cada vez más cerca de la Ciudad, aunque sea muy a su pesar, Solanas tiene la definición en sus manos. Este fin de semana, quizá, empiece a definirlo.
Fuente original: http://www.revistadebate.com.ar//2011/04/15/3836.php