Las propuestas electorales de «Cambiemos» apelan a la eficiencia del mercado por sobre lo político y lo ideológico. Plantean un escenario sin conflicto, un modelo urbano desregulado, incluso haciendo pasar como propios, en el discurso, los logros legitimados por la sociedad en términos de ampliación de derechos. Detrás de esta postura, aparentemente desideologizada, subyace un […]
Las propuestas electorales de «Cambiemos» apelan a la eficiencia del mercado por sobre lo político y lo ideológico. Plantean un escenario sin conflicto, un modelo urbano desregulado, incluso haciendo pasar como propios, en el discurso, los logros legitimados por la sociedad en términos de ampliación de derechos.
Detrás de esta postura, aparentemente desideologizada, subyace un mecanismo perverso que invisibiliza la lógica de exclusión de sectores más vulnerables, y que sólo beneficia a los especuladores inmobiliarios. Para Macri, la ciudad no es un Derecho, sino un negocio. Por lo tanto, no hay ciudadanos, sino clientes.
En este marco, las expresiones de campaña no pueden ser vistas más que como una carta a los Reyes Magos: «Gaspar, quiero que se urbanicen las villas de todo el país. Melchor, quiero que la gente tenga cloacas y agua. Baltasar, quiero pobreza cero».
Detrás de los anuncios y slogans está la realidad: Macri no urbanizó ni una villa en sus ocho años de gestión, ni con orden judicial.
Obviamente, los Reyes Magos saben que el niño no es sincero, que su «Cambio» de discurso, de privatista a estatista, tiene poco sustento. Los Reyes tienen registro de cómo, él y sus amigos, se han portado en estos años, y sobre todo, tienen memoria sobre sus declaraciones.
¿Cómo pretenden urbanizar todas las villas del país, si se han negado, de manera sistemática, a cumplir con todas las leyes que así lo establecen para la Ciudad de Buenos Aires? Incumplieron la Ley Nº 148 de Atención prioritaria a la problemática social y habitacional en las villas y núcleos habitacionales transitorios, la Ley Nº 403 para la Villa 1-11-14, la Ley Nº 1770 para la Villa 20, y la Ley Nº 3343 para la urbanización de la Villa 31 y 31 bis de Retiro, entre otras tantas.
Ejercer la memoria también implica exhortar a la sociedad respecto a que estas violaciones a la Ley se han cobrado vidas. A mediados de este año, murió Gastón, un niño del Barrio Rodrigo Bueno, un barrio al que se negaron a urbanizar. También murió María, tenía cinco años se le incendió su casa precaria. Hace pocos meses, tres chicos cayeron de un balcón en Villa Soldati, la prioridad fue la pintura, no la seguridad edilicia.
Al respecto, Horacio Rodríguez Larreta declaró que urbanizar la villa «representa un disparate». Macri, por su parte expresó que «el mejor intendente que tuvo la ciudad fue Osvaldo Cacciatore». Ante todo, memoria. Durante la última dictadura cívico-militar, Cacciatore expulsó unos 200 mil habitantes de las villas hacia el conurbano, a los que le siguieron otros 100 mil ciudadanos tras el descongelamiento de precios de los alquileres.
Estas posturas explican por qué en CABA sólo se ha destinado el 3% del presupuesto a vivienda, dejando sin resolver los problemas habitacionales de casi medio millón de personas. Las opciones para aquellas personas signadas por la imposibilidad de resolver el acceso a la vivienda a través de los mecanismos de mercado, han sido los desalojos forzosos, la represión, y la calle.
Otro anuncio de campana, ha sido el de otorgar un millón de créditos hipotecarios a treinta años, a precio de alquiler. Sólo con observar los resultados del programa «Alquilar se puede», una costosa campaña publicitaria de $80 millones que sólo sirvió para que 10 familias pudieran alquilar, puede afirmarse que la propuesta no tiene sustento. Sin Procrear, y sin Anses, los únicos créditos factibles serían aquellos manejados en el mercado financiero, como en Estados unidos o España. Y tal como sucede hoy en esos países, la burbuja inmobiliaria se pincha, y llegan los desahucios.
La postura de fondo es la del liberalismo urbano, sin una idea de ciudad, pero con un claro guiño a las constructoras y especuladores. No es casual que luego de los resultados que ubicaron a Macri en el Ballotage, las acciones de la constructora Caputo se dispararan hacia el alza. La magnitud de los negociados y expectativas generadas son evidentes. De acuerdo al propio boletín oficial del Gobierno de la Ciudad, Caputo cobró $ 8 millones sólo por demoliciones en el Parque de la Ciudad, y obtuvo una licitación por $ 400 millones para hacerse cargo del mantenimiento edilicio de la red de hospitales porteños.
Los beneficios que espera obtener la constructora IRSA no son menores. Augusto Larreta, el hermano de Horacio Rodríguez Larreta, es el ex vocero, y uno de los lobbistas más importantes de la firma. Al mismo tiempo, la modelo Julieta Spina, esposa de Augusto, es la directora de Contenidos del evento Ciudad de la Moda que, por noveno año consecutivo, ganó una la licitación por $ 4 millones para tener a cargo la realización de la actividad.
Queda claro que la prioridad no es llevar cloacas ni agua potable a cada casa, sino la de extender las redes sólo en aquellos sectores que puedan costearlo. En el mismo sentido, quien se postula como Vicepresidenta, Gabriela Michetti anunció que «Hay que llevar el gas al precio que corresponde» Por su parte, el reciente Intendente electo, Martiniano Molina, anunció que volverá a privatizar el servicio de recolección de residuos, unos $90 millones que vuelven a las arcas privadas. En esta línea, no está de más advertir una quita de subsidios al transporte público, más aún, considerando el antecedente del aumento en el precio del boleto del subte, que arrojó como contrapartida, la compra vagones usados de España.
Pensar ciudades sólo para quienes puedan pagar por ellas significa, ni más ni menos que contribuir a exacerbar las desigualdades, la violencia y la exclusión. «Queremos una ciudad más linda» proponen. Detrás de este slogan creen que todas las plazas del país debieran estar enrejadas, y las villas tapadas y segregadas con muros. Para Macri, la ciudad es marca, es la elitización de la vida urbana, es el aumento del costo de vida que niega la condición de la ciudad como producto histórico, social, y cultural, atravesado, tanto por lo económico-político, como por los imaginarios, y por la identidad.
La historia y la memoria parecen desvanecerse entre tanto slogan, Reyes Magos, y globerío. Son sólo distractores, pantallas bajo las que se esconden aquellos que se encuentran a la espera de rentabilidades extraordinarias, hipotecando las ciudades, y el futuro de todos los ciudadanos. Un verdadero urbanicidio.
Fuente: http://www.agenciapacourondo.com.ar/opinion-846232/17652-la-ciudad-de-macri-y-los-reyes-magos.html