El bombardeo incesante desde los oligopolios de comunicación exportan una creencia librada a la fe del receptor: Mauricio Macri y el PRO representa la nueva política; esta aseveración se presenta a través de una estética novedosa en términos marketineros que funciona como la columna vertebral de su discurso, pese a acarrear una ética impostada. Ahora […]
El bombardeo incesante desde los oligopolios de comunicación exportan una creencia librada a la fe del receptor: Mauricio Macri y el PRO representa la nueva política; esta aseveración se presenta a través de una estética novedosa en términos marketineros que funciona como la columna vertebral de su discurso, pese a acarrear una ética impostada.
Ahora bien, el macrismo no representa ninguna novedad, no hay en su sustancia nada innovador, pero no alcanza con enunciarlo, sino que hay que demostrarlo. Se preguntaran a quienes esta dirigida esta afirmación que decanta por su propio peso al interior del campo popular, indudablemente es una daga con ánimo interrogativo a los diversos grupos sociales que representan la diferencia entre el 54% de la última elección presidencial de CFK y los irregulares logaritmos obtenidos por el FpV desde aquel evento.
Sin embargo el peso de una verdad no tiene fuerza centrífuga por sí para irradiar automáticamente a ningún sentido común. Esta dificultad de transferencia puede explicarse por la cobertura de múltiples dispositivos de poder que distorsionan la veracidad del enunciado.
El análisis de la estructura de la totalidad de los dispositivos de poder en danza supera las reflexiones que se presentaran aquí, por consiguiente he escogido solo algunos para desmantelar el producto político PRO.
Comencemos con la contingencia, una racionalidad social, económica y política acorde al estadio actual del capitalismo, la cual actúa en el discurso de las derechas en general, y en el PRO en particular como una coartada que desacopla los eventos de la coyuntura a cualquier proceso histórico. Podría establecerse una ligazón con los postulados del fin de la historia y la culminación de los grandes relatos que expliquen el mundo. Todo queda librado a las infinitas combinaciones aleatorias de relaciones sociales, económicas y políticas; Todo es asar, todo es contingente; un mundo caótico de interacciones que adquiere lógica y racionalidad en tanto y en cuanto las fuerzas productivas queden libradas a sus propios potenciales, allí aparece la cuota de armonía para el todo.
A través de este ardid el discurso neoliberal borra los elementos de orientación sobre el contexto donde se desenvuelve la coyuntura, con lo cual construye una base argumentativa desde la cual intenta aseverar que su irrupción política, o sus políticas son un comienzo sin raíces que puedan ser atacadas.
Este dislocamiento, entre los hechos y acciones políticas que se manifiestan en el ahora y el proceso previo necesario para su existencia es una pieza clave, diría fundante para sostener un dispositivo discurso comunicacional distanciado de lo real; ambos elementos alcanzan un grado de complementariedad asombroso que nos lleva frente a la presencia de un tipo nuevo de discurso: el relato político mágico.
Otro elemento a considerar es como la contingencia niega el devenir, desde allí evita hilar la historia de las ideas políticas, como si estas surgieran al mundo en el mismo momento de su invocación. Esta maniobra procura ocultar la conexión con las tradiciones políticas con las cuales el PRO conformó su subjetividad política. Es decir, una coartada para erradicar la trazabilidad de su ideología neoliberal, y de esta forma evitar confrontar con las nefastas consecuencias que existen en su haber.
Un ejemplo palmario de esta estrategia discursiva la podemos observar a través de la presentación de PRO como un producto/partido «moderno», evocando un dinamismo propio del siglo XXI que se insinúa como sinónimo de eficacia. La modernidad de la que se vale la fuerza macrista presenta la aparición de una fuerza política acorde a la nueva etapa que atraviesa el mundo, es decir, un armado que refleja las necesidades organizacionales del capitalismo global pos guerra fría. De tal forma se presenta como un producto que el mercado de las representaciones políticas demandaba y no podía ser satisfecho por las anquilosadas organizaciones populares. Así la contingencia resulta la explicación racional para justificar la espontánea aparición del PRO, ocultando el proceso de renovación de la derecha para lidiar con un proceso popular sofisticado y robusto.
Es provechoso vislumbrar como un dispositivo de poder habilita la funcionalidad de otros creando una cadena de alta eficacia. Tomemos la modernidad, esta irrupción aparentemente novedosa despliega un decálogo de nuevos términos y vocablos, haciendo un ejercicio de nominación diferente alentando la polisemia, es decir un doble significado para las palabras. Esta forma discursiva no es casual, por el contrario, es una sofisticada forma de crear confusión, otra coartada para enmascarar lo inconfesable de sus intereses, buscando manipular un sentido común que pueda serles receptivo.
El ejercicio de visibilizar los núcleos duros de las ideas/productos de la derecha permiten oponer un proceso de des-fetichización, que evidencie la histórica asociación entre esas ideas/productos y las consecuencias generadas, mostrando como han accionado en el pasado las naturales reacciones a través de las luchas para moderar los efectos dañinos ocasionados.
Paradójicamente, estas posiciones líquidas nacidas de la racionalidad contingente que parecen ser la fuerza motora, la argamasa indispensable de la construcción del producto político que intentan vender electoralmente el PRO, son desautorizadas por estos mismos sectores conservadores cuando desarrollan, o suscriben líneas filosófica básicas. Cuestiones que no son abstractas e inocuas, sino temas fundamentales sobre los cuales se ha construido gran parte de la institucionalidad del occidente judeo cristiano capitalista. Veamos, la trascendencia del ser humano en el más allá, sosteniendo una muy ligera ligazón del ser humano con su mundo, con su contingencia, con su qué hacer, dejando lo más importante de su esencia para otra vida, otro plano, etc. La materialidad del momento cede frente a lo etéreo de la norma religiosa. Resulta curiosa la habilidad de gambetear la construcción y el reconocimiento de lazos históricos desde donde pivotea la materialidad contingente del ser. Una posición con pies de barro que evita quedar en situación de desautorización teórica.
En contraposición a la mera contingencia, es decir, al todo es ahora y no requiere mayores explicaciones, en contraposición a la trascendencia de lo importante del hombre, tranquilo lo mejor está en otro plano y lo que esta vida/relaciones sociales no te brinde será compensado en otro plano, decía, en contraposición a esas coartadas de las derechas, el campo popular debe reposicionar a la inmanencia, categoría que recoge la esencia terrenal del ser humano, que propone una óntica universal del hombre en la historicidad material de sus relaciones. Los efectos prácticos son amplios, pero resulta esclarecedor rescatar uno: la desarticulación de la «brecha» como ariete del discurso macrista. La contingencia del PRO sostiene: «los Kirchner crearon una brecha entre los argentinos, nosotros queremos zanjarla, resolverla»; estos sectores lo presentan como creación autónoma, única del kirchnerismo, a-histórico, negando la existencia de intereses sectoriales contrapuestos, negando lo real de las clases sociales.
La apelación a la inmanencia, no como supremacía de la naturaleza asociada a la teleología, léase leyes de la naturaleza/historia, trasunta un paradigma que fija/sujeta el hombre a su tiempo y a sus procesos, con lo cual genera innumerables cadenas pasibles de ser reconstruidas y en consecuencia nos permite establecer una relación causal entre el producto/partido de las derechas con la desigualdad asociada a ella, de allí a visibilizar las verdaderas posiciones políticas asumidas en su devenir solo un paso.
El contexto que arroja la Argentina 2015 donde la disputa entre modelos antagónicos de país está en su punto más caliente, no obliga a realizar, también, aportes teóricos a través de los cual las diversas coartadas de las derechas queden expuestas en el escaparate público, a sabiendas que libramos una guerra de posiciones.
Mariano Massaro. Abogado, dirigente sindical de Judiciales, columnista de Tiempo Argentino, integrante mesa ejecutiva CTA Bs As.
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