La idea de administrar el «Poder Público» o tener el control de los Órganos del Estado por parte de colectividades ideológicamente afines o como suma de intereses individuales económicos comunes no es nueva ni es interés exclusivo de clase, comunidad, pueblo o movimiento social alguno; de hecho la organización de la sociedad en Estado supone […]
La idea de administrar el «Poder Público» o tener el control de los Órganos del Estado por parte de colectividades ideológicamente afines o como suma de intereses individuales económicos comunes no es nueva ni es interés exclusivo de clase, comunidad, pueblo o movimiento social alguno; de hecho la organización de la sociedad en Estado supone que todo estamento social, productivo, religioso entre otros, puedan ejercer el derecho a «Tomar del Poder Político» desde iniciativas individuales o colectivas, en toda la gama de los derechos constitucionales establecidos en la norma suprema del Estado Plurinacional.
En esa lógica de ejercicio y en el marco de derechos constitucionales individuales y colectivos, reviste de importancia en el acontecer político nacional especular y argumentar sobre la viabilidad real o no del proyecto de la COB para conformar o construir un Partido Político.
No se trata de forzar razones para desestimarla o de manejarla en un espacio de susceptibilidades por quienes administran hoy la institucionalidad estatal o sencillamente por quienes no manifiestan interés por hacerlo, pero sería una error que corriente política alguna u opinión especializada instrumentalice el proyecto de construcción de un Partido Político liderado por la dirigencia de la COB, a objeto de desestabilizar regímenes democráticos o convertirlo en trampolín de intereses ajenos, salvo que el fin mismo del Partido de los Trabajadores sea hacer lo mencionado.
Necesariamente el Partido de los Trabajadores para el caso concreto boliviano podría ser explorado y entendido desde una adhesión crítica a dos posibles miradas; una debatidas históricamente y la otra desde las nuevas circunstancias creadas a partir del proceso constituyente. La primera dentro la amplitud de aquella condición subjetiva a la que se refería el revolucionario ruso Lenin para impulsar y dirigir la Revolución Proletaria y la segunda desde el ejercicio democrático establecido en la CPE adherido a un proyecto de Estado Plurinacional con autonomías y carácter plural. En ambos casos sin obviar el carácter internacional de la lucha obrera pero definiendo previamente el pandeo entre lo antagónico y complementario de las dos miradas mencionadas.
En cierta manera todo acercamiento al análisis o implementación del Partido de los Trabajadores llevará a valorar el momento histórico en lo sustancial o transitorio del Poder Obrero, introduciendo en el debate interno la concepción de la Dictadura del Proletariado como forma del ejercicio del Poder emanado de una insurrección popular, con el respectivo ascenso de los trabajadores a clase dominante para sentar las bases de un Estado Socialista y Sociedad Comunista a objeto final de caminar hacia la abolición del Estado, las clases sociales y la lucha política; o simplemente mirar el poder en la mera disputa de espacios institucionales dentro la estructura y proceso que se desarrolla en el Estado Plurinacional con autonomías.
Hacia la dictadura del proletariado
Históricamente esta mirada desarrollada en sus diversas versiones o tendencias clásicas sustentadas en las jornadas revolucionarias del siglo pasado en Rusia, Cuba, China, Vietnam entre otras, testimonian un tipo de partido para los trabajadores, un partido con capacidad de dirigir una insurrección o una lucha armada con carácter prolongado o insurreccional contra un régimen de dominación clasista, entendido este régimen como burgués o capitalista.
Sobre esto, desde un repaso histórico del movimiento obrero y su ejercicio de administrador y conductor del un Estado, en sus acontecimientos e interpretaciones se puede evidencia las debilidades de las corrientes socialistas y comunistas, evidenciando al momento de profundizar cambios revolucionarios su incapacidad para superar sus contradicciones, al grado verse en la necesidad de adherirse a sectores del viejo sistema y generar el desgaste de procesos revolucionarios fundamentalmente por la inadecuada administración estatal y el erróneo relacionamiento entre pueblo y Gobierno. Son en ese entendido muchos lo ejemplo en los que la revolución obrera concebida para conducir la revolución socialista y la conformación de una sociedad comunista quedó truncada o derrotada y en consecuencia viabilizando la reorganización de las fuerzas burguesas y capitalistas.
Son estas experiencias y estos hechos, de manera general y en primera instancia, lo que el Partido de los Trabajadores de la COB no puede dejar de analizar y proyectarla adecuadamente al logro del bien común, sobre todo si lo que se quiere es desarrollar un proyecto de clase desde la toma del poder y la instauración de un nuevo régimen político que encamine la construcción de una sociedad igualitaria, aboliendo toda forma de producción basada en las relaciones de explotación y poder, y con la misión de ser instrumento de construcción de una vida plena.
Dualidad cobista en la coyuntura
En el mejor de los sentidos, en la coyuntura política actual y en miras a las elecciones nacionales de 2014, en razón al interés electoral vertido por los dirigentes de la COB, de manera general cabe preguntarse si es la Central Obrera Boliviana en si misma ya un instrumento de lucha por el poder político o una instancia legalmente constituida de los trabajadores de Bolivia para encaminar la demanda reivindicativa de derechos laborales y sociales ante el Estado Plurinacional.
Para tener aproximaciones y posibles respuestas válidas, al concatenar criterios diversos marcados por la trayectoria revolucionaria de la COB, sus acciones de resistencia armada y pacífica a los regímenes militares y la demanda laboral y social en periodos de gobiernos democráticos fundamentalmente, es posible afirmar tentativamente que la COB es una instancia de lucha y defensa de la democracia y los derechos constitucionales, y en menor grado una instancias de reivindicación económica y social, pero podría desde otra mirada analítica concluir lo contrario; entender a la COB fundamentalmente reivindicativa y coyunturalmente de lucha y defensa de los derechos constitucionales o en definitiva entenderla en su instancia eminentemente revolucionaria, negadora de toda forma de producción y democracia burguesa y constructora de la democracia obrera y formas de producción socialista. Esta última teóricamente sustentable pero prácticamente insostenible si se recurre a ejemplificar los intentos fallidos en Estados socialistas y comunistas de Europa, Asia, América y África, pero fundamentalmente inconsistente para el caso de la COB sobre todo por la intensión de recurrir a las elecciones denominadas por sus expositores radicales como base de los regímenes, gobiernos y Estados demoburgueses.
La disputa del poder político vía elecciones al interior de un régimen demo burgués, en la voz de sus actuales exponentes e ideólogos visibles del proyecto del Partido de los Trabajadores, pone incógnitas a la posibilidad de entender a la COB actualmente como principista, clasista y antagónica al Estado Liberal y Burgués, principalmente entendiéndose y visualizándose mediáticamente como una más de las pocas agrupaciones o colectividades opositoras de izquierda al actual Gobierno en única razón de asignar la representación demo burguesa del momento al MAS y Evo Morales.
En síntesis, no hay nada en el pasado ni el presente que lleve a suponer que la COB y el proyecto de construir un Partido Político vayan más allá de una disputa institucional en la administración estatal del Estado Plurinacional vía elecciones, y claro con las deficiencias de no haber asimilado plenamente el proceso constituyente y la construcción del Estado Plurinacional.
Un punto de debate será discernir si el Poder Obrero y el Partido de los Trabajadores son sustentables en un Estado Plurinacional (en menor o mayor posibilidad política que en el viejo Estado – Nación), o sencillamente es irrelevante debatir bajo estas variables.
Contradicción en la acción política y reivindicativa
En la razón misma y luego en su resultado deliberativo, es donde se puede ver las contradicciones en la acción política y la acción reivindicativa de la COB y el proyecto de Partido de los Trabajadores
Al referirse al ámbito de la acción política de los partidos de Izquierda marxista, leninista, trotskista, maoísta, guevarista y otros; se tiene que hacer referencia a ámbitos de filiación cobista principalmente de mineros, fabriles, campesinos, magisterio y en menor medida salud.
Dejando a un lado en lo que podría terminar o con lo que podría empezar el Partido de los Trabajadores: como una alianza de agrupaciones, fracciones o agrupaciones marxistas; es evidente que un viejo estilo de acción política de las organizaciones políticas de izquierda patentó la vieja práctica de introducir cuadros políticos al interior de la COB, de las organizaciones de trabajadores en las fábricas, centros laborales y comunidades, para formar y promover nuevos cuadros dirigenciales y promocionarlos a cargos del ejecutivo y direcciones departamentales y sectoriales, es por ello que en su interior inevitablemente se manifestarán las contradicciones de dichas corrientes político – ideológica y no las contradicciones de los trabajadores bolivianos en si misma. Está claro que en la relación Partido – COB se deliberan aspectos doctrinales, ideológicos, económicos y políticos de interés universal dejando lo concreto y específico en el mero accionar coyuntural reivindicativo, exponiendo la prioridad de la teoría universal y relegando la lucha cotidiana por las transformación de una realidad concreta.
Será entonces el Partido de los Trabajadores en el entendido político de lo cotidiano el centro deliberativo de las contradicciones ideológicas y políticas de los partidos y muy débilmente el centro deliberativo de los objetivos estratégicos y tácticos de la clase obrera boliviana dentro el proyecto de liberación, descolonización y construcción del Estado Plurinacional, en consecuencia se inducirá a la COB a ser el espacio de debate político donde se niegue la propiedad privada y enarbole la abolición de esta forma de propiedad pero sin desarrollar aspectos prácticos y teóricos de la propiedad comunitaria o de la forma de producción comunitaria en el marco establecido por la CPE. Desde el partido de los Trabajadores se puede inducir a la COB ser el centro de debate de los planteamientos universales del marxismo leninismo pero no de la tarea histórica que le toca desempeñar en las circunstancias actuales del proceso de inclusión de los pueblos y naciones indígena originaria campesina; ser el centro de debate de la negación del Estado burgués en cuanto la considera instrumento de clase pero no de la construcción de un Estado que puede ser el suyo y del cual pueda participar activamente como sujeto de derecho en el marco de la acción política.
En resumen la COB, en razón a la intromisión multipartidista del cual es objeto y fue objeto históricamente, vive las contradicciones que genera el discurso de la izquierda partidista y que prácticamente no ayuda a diferenciarla ampliamente dentro la pluralidad política en los términos que establece la CPE.
El Partido de los Trabajadores es por ahora un espacio de propuestas de las izquierdas que viven y se desarrollan para proponer actividad política al interior de la COB y si de ella ha de nacer un Partido Político lo mas probable es que nazca huérfana de una sólida base electoral, no por que sea la COB ajena a una realidad electoral sino porque nace en la tutela y en el seno mismo de quienes se desarrollaron tímidamente o de manera marginal en el campo electoral, con más fuerza en disputas dirigenciales ideológicas preestablecidas y hasta dogmáticas, y sobre todo entendiendo al trabajo electoral y trabajo proselitista como ajenas a su propia acción. En ese entendido los partidos de izquierda marxista leninista, trotskista o maoísta tendrían que conformar su propia coalición y dejar que la COB encuentre su propio rumbo revolucionario.
Desafío para la COB y el Partido de los Trabajadores
El gran desafío para los partidos de izquierda promotores del Partido de los Trabajadores es convencer a los afiliados que la COB que su organización matriz es una instancia de lucha política y que sus estructuras orgánicas pueden migrar de lo sindical reivindicativo a lo político electoral, que el liderazgo laboral es el mismo tiempo liderazgo político participativo y representativo y pueden seguir esa ruta bajo la influencia de actores fuera del centro de acción sindical.
El desafío para la COB es analizar la realidad y precisar el tema de la independencia de clase con el supuesto que al tener representantes electos en instituciones del «Poder Público» se opta por la vía del manejo del Estado fracturando el sentido mismo de la independencia de clase y de la independencia sindical. Esto fundamentalmente porque las instituciones están en movimiento de elementos democráticos de consenso, reglas democrática liberales y políticas económicas y sociales en el campo de lo plural.
Esto es entender el proceso de cambio en el campo institucional y sobre todo el diseño constitucional un tanto alejado de las propuestas de insurrección obrera, guerra popular prolongada, guerra de guerrillas o levantamiento popular armado a mediano plazo.
Así al optar por poner en competencia electoral el Partido de los Trabajadores para suplantar el accionar político de la COB es empezar a ver a una COB en manos de ajenas y expuesta a acuerdos extra sindicales; no se si eso es lo que se quiere de la COB a corto plazo, y si se quiere tener a la gloriosa COB expuesto a diatribas de activistas que no respetan decisiones orgánicas concebidas en el centralismo del ejecutivo sindical y en el avance cualitativo que todo movimiento obrero y popular debe tener al calor de las transformaciones institucionales del Estado Plurinacional.
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