La mayoría de los internautas sabe ya lo que son las cookies, unos pequeños archivos que las páginas web almacenan en el ordenador del usuario, con información variada sobre sus usos de navegación, para consultarlo cuando vuelva a caer en la misma página. Pues bien, los políticos comunitarios no están satisfechos con el modo en […]
La mayoría de los internautas sabe ya lo que son las cookies, unos pequeños archivos que las páginas web almacenan en el ordenador del usuario, con información variada sobre sus usos de navegación, para consultarlo cuando vuelva a caer en la misma página. Pues bien, los políticos comunitarios no están satisfechos con el modo en que muchas páginas emplean estos pequeños archivos. Creen que los utilizan para espiar a los usuarios, y están dispuestos a cambiar la situación.
Por eso, el 25 mayo entra en vigor una directiva comunitaria que obligará a las páginas web a preguntar a los usuarios si quieren o no que las consabidas cookies se guarden en el ordenador. Se trata de que obtengan un consentimiento explícito. Aunque esta directiva tendrá luego que convertirse en legislaciones nacionales para cada país, dentro de muy poco puede darse el caso de que quien visite una página web europea, reciba una ventana popup donde se le solicita permiso para almacenar estas galletitas o cookies en el disco duro del ordenador.
Las cookies nacieron como un mecanismo de las páginas para personalizar la experiencia de navegación de cada uno de los usuarios, adaptándola a sus gustos personales, pero a la larga se ha convertido para muchos en una herramienta de espionaje, y un sistema gracias al cual los publicitarios de Internet hacen llegar a los internautas propaganda personalizada. No todos los internautas ven con agrado estas pequeñas herramientas que consideran una intromisión en su intimidad.
Esto ha motivado la intervención de los legisladores de la UE que sin embargo han dejado fuera de esta directiva otras herramientas de espionaje. Las empresas europeas de Internet temen quedar en desventaja con respecto a las de otros países que sí pueden emplear cookies, mientras que los internautas no se sienten con fuerzas de enfrentarse a una avalancha de ventanas que les solicitan permiso para utilizar las cookies. Por cierto, quedan exentas de la presente directiva aquellas cookies que sean estrictamente necesarias desde el punto de vista técnico para ofrecer el servicio, como por ejemplo las de registro.